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› BUSH HIZO AUN MENOS DE LO PENSADO ANTES DEL 11-S
El Jefe Nº 1 de la imprevisión
Le gusta presentarse a sí mismo como “presidente de guerra”. Pero en las investigaciones sobre las vísperas del 11 de septiembre queda claro que George W. Bush no hizo nada. Aquí, nuevas evidencias.
La presión sobre el presidente George W. Bush sigue en aumento para que explique por qué no se hizo más para combatir las amenazas terroristas previas al 11 de septiembre de 2001, especialmente desde que salió a la luz que fue informado un mes antes de nuevas actividades de Al Qaida, incluyendo planes para utilizar aviones como armas. Este nuevo papelón para Bush se centra en un memo de inteligencia que recibió el 6 de agosto de 2001 en su rancho de Texas. Los detalles de ese informe se encuentran en un documento que la Casa Blanca desclasificó ayer. Según un artículo que se publicará hoy en el New York Times, los investigadores norteamericanos estuvieron muy cerca de detectar el complot del 11-S al investigar el ataque terrorista sobre el destructor naval Cole en Yemen.
Esta oportunidad perdida involucraba a dos de los secuestradores de los aviones utilizados el 11 de septiembre, Khalid al Midhar y Nawaq Alhazmi, quienes fueron puestos en la lista de sospechosos de la CIA a principios del 2000, pero no en la lista de extranjeros que tenían prohibido entrar a los Estados Unidos hasta agosto del 2001, momento en que ya estaban en suelo norteamericano. Hoy se sabe que el FBI y la CIA no supieron reconocer la importancia de los dos hombres ni lograron actuar en conjunto para interceptarlos a causa de incomunicaciones internas y restricciones legales para compartir información de inteligencia de la CIA con investigadores criminales del FBI. Los investigadores pensaban que los dos hombres solamente estaban vinculados con el ataque del Cole. No se los asoció con planes para atacar dentro de los Estados Unidos recién hasta el 11 de septiembre de 2001.
La historia comienza en Malasia en enero de 2000, cuando Midhar y Alhazmi asistieron a una reunión de terroristas de Al Qaida, a la cual también asistió un hombre cuya identidad se desconocía, pero que era conocido por seguidores de Al Qaida como Khallad, quien hoy se encuentra bajo custodia norteamericana. La CIA, preocupada por la posibilidad de ataques terroristas vinculados con las celebraciones por el milenio, al enterarse de esta reunión pidió a los servicios de seguridad de Malasia que la vigilaran. Investigó a Midhar y encontró una fotocopia de su pasaporte con visa válida para entrar a los Estados Unidos.
En ese momento nadie en la CIA ni en el FBI sabía que Midhar y Alhazmi eran parte de un complot para secuestrar aviones, pero sus movimientos eran lo suficientemente sospechosos como para ponerlos en una lista del Departamento de Estado de personas a ser vigiladas y prohibir su entrada al país. Sin embargo, George J. Tenet, director de inteligencia central, le dijo a la comisión del 11-S que la CIA no lo hizo. La CIA no sabía de qué se trataba la reunión en Malasia hasta el ataque al Cole más adelante. El FBI lideró la investigación del ataque y rápidamente comenzó a focalizar a Khallad como una figura clave en el complot.
Las informaciones de la CIA y del FBI difieren en detalles centrales relacionados con la cooperación entre las dos agencias. Funcionarios del FBI han dicho que la CIA no compartió información crítica sobre la reunión de Malasia, y en particular sobre Khallad, Alhazmi y Midhar, hasta después de los atentados del 11 de septiembre. Los funcionarios de la CIA sostienen lo contrario.
En agosto de 2001, las crecientes amenazas impulsaron a la CIA a reabrir sus archivos sobre muchos casos terroristas, incluyendo la reunión de Malasia, para buscar patrones que pudieran ayudar a explicar qué era lo que Al Qaida pudiera estar planeando. Durante este examen, las miradas recayeron en Midhar y Alhazmi y la necesidad de mantenerlos fuera de los Estados Unidos. El 23 de agosto de 2001, la CIA instruyó al Departamento de Estado para que los pusiera en la lista de personas a ser vigiladas y que prohibiera su entrada al país. Sin embargo, en pocos días los investigadores llegaron a la conclusión de que probablemente ya estaban en el país. El 11 de septiembre, un agente del FBI en Nueva York le mandó une-mail a la oficina de Los Angeles solicitando que se comenzara una búsqueda de Midhar. Pero para ese entonces Midhar y Alhazmi y otros dos terroristas ya habían secuestrado el vuelo 77 de American Airlines y lo habían estrellado contra el Pentágono.
El fracaso del gobierno para detectar a Midhar y Alhazmi será el punto central de los testimonios la semana próxima. Funcionarios de ambas agencias, aunque están en desacuerdo sobre detalles críticos, ahora dicen que la evolución de la investigación sobre el Cole es crucial para comprender las señales perdidas antes del 11-S.
El memo, titulado “Bin Laden decidido a atacar en Estados Unidos”, que recibió Bush en agosto de 2001, también se ha convertido en el eje del trabajo de la comisión independiente que investiga los atentados del 11-S. Fue central en el testimonio de Condoleezza Rice, la asesora de seguridad nacional, frente a la comisión el jueves pasado. Se espera que el documento revele que Bush fue informado que la inteligencia norteamericana había tenido evidencia cuatro meses antes, en mayo de 2001, de que Al Qaida estaba planeando un ataque sobre suelo norteamericano con explosivos. Esta información se contradice con las declaraciones de la Casa Blanca, incluyendo las de Rice, que no había recibido tales advertencias sobre terroristas utilizando aviones comerciales como armas.
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