EL MUNDO
› A UN AÑO DE LA GUERRA, PROMETIO MAS TROPAS PARA SOMETER LA REBELION
Bush insiste con la misma receta
George W. Bush brindó una conferencia de prensa dedicada a evitar que los fracasos en Irak amenacen su reelección. Dijo que si es necesario enviará más tropas, pero mantendrá el calendario político para ese país. Y negó culpas sobre el 11-S.
› Por Mercedes López San Miguel
A menos de siete meses de las elecciones y con más frentes abiertos de los que puede permitirse, George W. Bush se vio obligado a dar explicaciones alrededor de dos temas interrelacionados: el encendido Irak a un año de invadirlo y la investigación sobre los atentados del 11 de septiembre –si hubo fallas en la prevención–. Bush volvió con su retórica de “liberalización” del pueblo iraquí, minimizando el llamativo aumento de las acciones de insurgencia en Irak –que desde el 1 de abril dejaron muertos 70 soldados norteamericanos, 80 mercenarios contratados por Estados Unidos y cientos de iraquíes–. Pero en su obstinado objetivo, Bush se declaró dispuesto a enviar más fuerzas al país árabe para conseguirlo y dejó inamovible la fecha de traspaso de poder político del 30 de junio. Sin poder explicar cómo saldrá de la ciénaga iraquí, recurrió a sus argumentos de “fuerza”, “valor” del pueblo norteamericano para “no cambiar el rumbo”. El mensaje tácito fue el de “castigo” –para las explícitas “amenazas” encarnadas en Bin Laden y Saddam Hussein especialmente–, sin ningún tipo de mea culpa.
La decisión de Bush y de su equipo de salir al ruedo –la cámara mostró a su asesor político Karl Rove junto a la asesora de seguridad nacional, Condoleezza Rice– se produjo ante el clamor que ha producido en la opinión pública mundial y entre republicanos y demócratas el vacío presidencial de los últimos días de mayor crisis de la posguerra en Irak. En una buena síntesis de esta sensación, The New York Times editorializó el lunes bajo este título: “El presidente silencioso”. Los sondeos del último mes revelan un deterioro continuo de su imagen. La mayoría del país no comparte con la Casa Blanca el optimismo sobre Irak. En este conflicto, no hay otra opción que “una acción determinada”, insistió ayer Bush, en momentos en que los cerca de 135.000 soldados estadounidenses instalados allí enfrentan dos rebeliones, por parte de los sunnitas y los chiítas. El presidente se negó a comparar la situación en el país árabe con la guerra de Vietnam –analogía que hizo el reconocido senador demócrata Ted Kennedy –y dijo que “no hay una guerra civil, ni una insurrección popular”. Advirtió, sin embargo, del peligro de un fracaso en Irak y de “las consecuencias impensables” que podría generar. Para evitarlo se declaró dispuesto a mandar más tropas: “Si se necesitan fuerzas suplementarias, las enviaré”.
Asimismo, el mandatario deseó una nueva resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que “ayude a otras naciones a decidirse a participar” en la reconstrucción de ese país. No obstante, reiteró que el poder será entregado a los iraquíes el próximo 30 de junio. Bush vinculó al líder radical chiíta Moqtada Sadr, quien se alzó contra las tropas aliadas en el sur de Irak, con los integristas islámicos de Hamas y Hezbolá. También dijo que Sadr “debe desmantelar sus milicias ilegales y responder a los cargos formulados en su contra”.
El otro gran asunto de la rueda de prensa fue la polémica en torno de lo que supo en las semanas anteriores a los atentados del 11 de septiembre de 2001 sobre un ataque inminente de Al Qaida en EE.UU. Bush reiteró que el documento que recibió tres semanas antes no incluía amenazas concretas sobre los atentados y eludió asumir responsabilidad personal por lo ocurrido o pedir disculpas a las familias de las más de 3000 víctimas de aquellos atentados. Y llegó el último punto: sus posibilidades de reelección el 2 de noviembre. Contestó: “No tengo previsto perder mi trabajo. Planeo decirles a los estadounidenses que tengo un plan para ganar la guerra contra el terrorismo”. El argumento de lo general, esto es “la guerra antiterror”, no ahonda sobre lo particular, la guerra después de la guerra en Bagdad. Su rival demócrata John Kerry ya capitaliza la ausencia de planes a corto plazo: “No se ha dicho a quién se va a transferir la soberanía dentro de 80 días, ni cómo se va a mantener la estabilidad”.
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