EL MUNDO
“Las fotos del penal de Abu Ghraib son apenas la punta del iceberg”
› Por Marcelo Justo
Abu Ghraib era una de las cárceles más temibles bajo la dictadura de Saddam Hussein. Hoy parece la tumba de las promesas de democracia, libertad y derechos humanos de las fuerzas angloestadounidenses. El sadismo brutal y pueril, la mezcla de racismo, impunidad y estupidez que revelaron las fotos del interior de la cárcel son un símbolo perfecto del fracaso de la ocupación. Las denuncias de grotescas violaciones de los derechos humanos escandalizaron al mundo entero, pero no sorprendieron a organizaciones como Amnistía Internacional o Human Rights Watch. Página/12 dialogó con la libanesa Nicol Choueiry, investigadora para Irak y Afganistán de Amnistía Internacional, quien trazó un panorama exhaustivo de la situación en Irak y del deterioro del concepto de los derechos humanos en Occidente desde los atentados del 11 de septiembre de 2001.
–Amnistía documentó desde un principio de la ocupación angloestadounidense denuncias de violaciones a los derechos humanos. ¿Qué respuesta obtuvieron de las autoridades de la coalición?
–Desde el pasado abril que veníamos documentando instancias de tortura, maltrato y uso excesivo de la fuerza. Muchos detenidos acusaron a las fuerzas de ocupación de someterlos a distintos tipos de tortura: golpizas, privación de sueño, hacer el parado (que es estar de pie e inmóvil durante mucho tiempo), estar días encapuchados, exposición a música ensordecedora o a luz muy brillante. Recordemos también que, a sólo días de la caída de Saddam Hussein, en abril del año pasado, soldados estadounidenses mataron a siete manifestantes en Mosul y a quince en Faluja. Desde un principio solicitamos que se investigaran estos hechos y exhortamos a las autoridades a que garantizasen el respeto a los derechos humanos. Cuando publicamos nuestro primer informe, el pasado mayo, le dimos una copia a la coalición. Ellos prometieron que investigarían las alegaciones y, si fuera necesario, actuarían para corregirlas, pero no hicieron nada al respecto.
–Una vez que quedó claro que la fuerza angloamericana no estaba haciendo nada respecto de estas denuncias, ¿qué hizo Amnistía?
–Nosotros llevamos a cabo varias misiones especiales de investigación a Irak y se puede decir que tenemos una presencia prácticamente permanente en el país. En todo este tiempo hemos registrado cientos de casos de denuncias de violaciones de derechos humanos por parte de las fuerzas británicas y estadounidenses. La coalición reconoce que hay unos 8500 detenidos. Sin embargo, una organización de derechos humanos iraquí eleva la cifra a 15 mil, casi el doble. Y prácticamente ninguno de estos detenidos tiene acceso a abogado, a ver a su familia o un proceso judicial sobre su detención. Hoy hay una nueva generación de desaparecidos en Irak. No terminan en fosas comunes, como ocurrió durante la dictadura de Saddam, pero sus familiares no vuelven a verlos. Las fotos de la cárcel de Abu Ghraib son apenas la punta del iceberg.
–¿Encontró alguna diferencia en la actitud de las autoridades británicas y estadounidenses con respecto a estas denuncias?
–Ambos han adoptado una actitud muy similar. Ninguno de los dos aceptó la necesidad de llevar a cabo una investigación independiente de estas denuncias. La duplicidad sobre el tema de derechos humanos es patente. La coalición debe enviar una clara señal de que la tortura no será tolerada bajo ninguna circunstancia.
–Tanto el presidente Bush como el primer ministro Tony Blair se han comprometido a investigar los hechos. ¿Es suficiente?
–El hecho de que los mismos militares estén a cargo de la investigación no garantiza la transparencia e imparcialidad que exige la gravedad de estos casos. Por eso creemos que es necesario una investigación externa, competente e imparcial, que sea independiente y que sea percibida como independiente. Además creemos que la investigación debe ser pública: se deben dar a conocer los resultados. Las víctimas o sus familiares tienen derecho a ese tipo de investigación. Los iraquíes y el mundo tienen derecho a saber.
–¿Cree que hay un encubrimiento deliberado de los hechos?
–Honestamente no lo sé. Lo que no cabe duda es que la coalición debió haber reaccionado mucho antes y no lo hizo.
–Se ha hablado mucho de un elemento de racismo en las torturas que se han denunciado. ¿Había a su juicio un intento de humillar, utilizando una temática específicamente ofensiva para los árabes?
–Para nosotros, la tortura es tortura más allá de cómo se la practique. Un prisionero musulmán torturado es lo mismo que uno cristiano o judío. En todo caso, sólo una investigación independiente podrá verificar si efectivamente hay una connotación religiosa adicional.
–¿Cree que ha habido un deterioro en la situación de los derechos humanos a partir de los atentados del 11 de septiembre?
–La llamada “guerra al terrorismo” ha empeorado la situación de los derechos humanos, sin lugar a dudas. Nosotros advertimos desde un principio que, si bien era necesario luchar contra el terrorismo para salvaguardar la propia seguridad, los derechos humanos deberían ser una de las armas principales de esta lucha. El caso de los prisioneros de la Bahía de Guantánamo es un ejemplo notable de cómo se fue erosionando la situación. Las condiciones de vida en la prisión violan el derecho internacional y el mismo derecho estadounidense. Estados Unidos creó una nueva categoría de prisioneros en Guantánamo que llamó “combatientes irregulares” y, en los hechos, se colocó por encima de todo marco legal.
–¿Qué impacto cree que está teniendo todo esto en Irak mismo?
–Las denuncias de Abu Ghraib exacerban una situación ya extremadamente delicada. Los iraquíes ya sufrieron demasiado bajo el régimen saddamista. Y ahora vienen los estadounidenses que prometen algo diferente, que prometen libertad, derechos humanos, democracia, y el resultado es lo que está saltando ahora: una situación en la que se violan diariamente los derechos humanos. No sólo en las prisiones, o como resultado de operaciones militares. Hay continuos saqueos, hay una situación de inseguridad total que es inaceptable. Las mujeres no pueden andar tranquilas en las calles, se secuestran niños, hay una impresión generalizada de anarquía y desgobierno de lugar en el que no hay ley ni derecho. Las fuerzas de ocupación deben resolver estos problemas. Es su responsabilidad.