Mié 19.05.2004

EL MUNDO  › LA OPERACION ARCO IRIS SOBRE
EL CAMPO DE REFUGIADOS PALESTINOS EN RAFA

Israel lanza su topadora bélica en Gaza

Desde la Guerra de los Seis Días que Israel no desplegaba como ayer su maquinaria militar, pretendiendo acabar con los movimientos radicales palestinos –con excavadoras que derribaban viviendas y disparos de armas–. Al menos 19 palestinos murieron y decenas fueron heridos. La sureña ciudad de Rafá, en Gaza, era confusión y caos.

Por Jorge Marirrodriga*
Desde Gaza

En lo que supone el mayor despliegue del ejército israelí en Gaza desde la Guerra de los Seis Días en 1967, Israel lanzó ayer la Operación Arco Iris en el campo de refugiados palestinos de Rafá, al sur de la Franja de Gaza, con el objetivo, según las autoridades israelíes, de destruir las instalaciones y capturar a los militantes de los movimientos radicales palestinos presentes en la zona, donde se amontonan en precarias condiciones unas 100 mil personas. Al menos 19 palestinos resultaron muertos y más de medio centenar heridos, entre ellos tres niños. La tensión, la confusión y el miedo se mezclaron con los sonidos de los disparos, las sirenas, los motores de las excavadoras y los gritos de militares israelíes, milicianos palestinos y civiles que trataban de escapar del caos.
En la madrugada de ayer, un helicóptero Apache disparó un misil contra destacados cabecillas palestinos, según la versión israelí, y cerca de una mezquita, según la palestina. Cuatro personas murieron, tres milicianos y un civil palestino. Fue el comienzo del ataque militar. Al menos en otras dos ocasiones dispararon los helicópteros contra diferentes objetivos. A continuación, las excavadoras procedieron a sellar, levantando barreras de arena y cavando fosos, la barriada de Tel al Sultán, donde viven unas 30 mil personas y donde los pelotones de soldados israelíes buscan a destacados jefes del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) y de otras organizaciones radicales palestinas. En la operación participan al menos un centenar de vehículos de combate y excavadoras.
Con los tiroteos comenzaron a llegar los heridos y los muertos al dispensario de Rafá, que pronto se vio colapsado y con las reservas de sangre agotadas. Fuentes médicas señalaron que se habían utilizado frigoríficos para las verduras con el fin de conservar los cadáveres. Cientos de personas trataban de abandonar la zona con las pertenencias que podían, sobre todo grandes de bolsa de plástico y colchones. En los puntos de control instalados, militares israelíes permitían la salida, comprobando antes las identidades, pero no dejaban entrar a nadie. Entre los fallecidos figuran dos hermanos, un chico de 11 años y una muchacha de 15, que murieron por disparos israelíes cuando se encontraban en la azotea de su casa. Fuentes palestinas aseguraron que las ambulancias no pudieron llegar hasta ellos hasta pasadas tres horas. Desde Ramalá, el presidente palestino, Yasser Arafat, calificó de “crimen de guerra” la ofensiva israelí; por su parte, Dore Gold, consejero del primer ministro israelí Ariel Sharon, subrayó que Israel ejerce el “derecho de autodefensa” ante lo que supone el almacenamiento de armas en Rafá, empleadas para actuar contra Israel.
En Rafá, militantes de Hamas, las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa y Yihad Islámica colocaban bombas trampa y disparaban con armas automáticas y granadas autopropulsadas contra los militares israelíes que se aventuraban por los callejones. Sus organizaciones anunciaron que los israelíes tendrían que combatir “casa por casa” para capturarlos. En la primera fase de la operación, los israelíes han tratado de evitar la lucha casa por casa, algo a lo que los jefes militares sobre el terreno se muestran reacios, ya que podría causar numerosos muertos en las filas israelíes. Las excavadoras trataban de crear amplios corredores por los que las tropas pudieran entrar rápidamente y replegarse con un mínimo de seguridad, lo que implicaba el derribo de más viviendas.
El jefe del Estado Mayor israelí, Moshe Yaalon, presente en Gaza, aseguró que el ejército había tenido que intervenir en Rafá porque el campo se había convertido “en un autopista para los terroristas” y subrayó que sólo se derribaban las viviendas cuando era esencial para la operación militar. La búsqueda de milicianos en Tel al Sultan –que está al norte de esa ciudad, esto es, alejado de la frontera con Egipto– supone una nueva estrategia israelí en el intento de descabezar a las organizaciones radicales palestinas. Tras el asesinato –o la amenaza permanente de hacerlo– sobre los máximos líderes, ahora se trata de eliminar al “segundo escalón” en la cadena de mando, el que verdaderamente controla al día de hoy a los milicianos que cometen los ataques contra los militares y los atentados contra los civiles.
En la operación militar efectuada por Israel hay dos objetivos: uno inmediato, la destrucción de los túneles y captura o muerte de los milicianos palestinos; y otro de más calado, la ampliación del Corredor de Filadelfia, que facilitará la retirada unilateral de Gaza. Nunca, desde hace 37 años, Gaza había sido escenario de semejantes combates. En el 2001, Israel lanzó una acción similar –la Operación Escudo Defensivo– en Cisjordania, donde se produjo el asedio de Arafat en su cuartel de Ramalá y la crisis de la Basílica de la Natividad en Belén. Entonces, Gaza quedó al margen. Ayer, las fronteras de la Franja con Israel y Egipto permanecieron cerradas y, en cuanto al mar, los pescadores recibieron orden de los israelíes de permanecer amarrados.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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