Rudolph Giuliani se convirtió tras los atentados del 11-S en un símbolo del control y del liderazgo en momentos de crisis, por su firmeza en la gestión de la catástrofe. Su comparecencia ayer ante la comisión de investigación del 11-S se esperaba con interés. Pero se le tornó oscura y puso en evidencia sus vergüenzas, hasta el punto de que los familiares de las víctimas cortaron en varias ocasiones su intervención increpándolo con gritos de “mentiroso” y de “esto es una pérdida de tiempo”. Los diez miembros de la comisión que investiga los fallos que llevaron al 11 de septiembre se mostraron muy suaves en su interrogatorio al alcalde convertido en héroe tras los atentados a las Torres Gemelas. Una actitud que contrastó con las duras críticas y agresivas preguntas a las que se sometieron a los responsables del departamento de policía de Nueva York, del cuerpo de bomberos y de la Autoridad Portuaria. Giuliani se mostró esquivo en su explicación de la gestión de la crisis y evitó pronunciar las palabras caos o confusión que se citaron en intervenciones anteriores.