EL MUNDO
› MURIO RONALD REAGAN, EL PRESIDENTE MAS ANTICOMUNISTA DE LA HISTORIA NORTEAMERICANA
El ocaso del cowboy contra el “Imperio del Mal”
Fue un símbolo de los valores de la derecha y de la línea dura. Bajo sus dos gobiernos florecieron la economía y la industria militar. Y tenía una sola idea fija: acabar con el comunismo, impulsado por la Unión Soviética. Esta es la vida de Ronald Reagan, que pasó de los estudios de Hollywood a la Oficina Oval.
Ronald Reagan, el actor de cine convertido en presidente, falleció ayer a los 93 años tras 10 años de Alzheimer, una enfermedad degenerativa del sistema nervioso central, que lo obligó a retirarse de la vida pública. Fue presidente de Estados Unidos entre 1981 y 1989 después de haber sido periodista deportivo, estrella de cine y gobernador de California. Era extremadamente popular y querido entre los republicanos y conservadores de Estados Unidos, quienes lo consideran como uno de los mandatarios más importantes de la historia del país. “Puedo confirmar que el (ex) presidente Reagan murió”, dijo un asistente de la oficina de la familia en Los Angeles. Poco después Nancy Reagan anunció el deceso. El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, de visita en Francia, estimó que la muerte del ex mandatario “es un día triste para Estados Unidos”.
En 1980 fue designado unánimemente en la convención republicana como candidato presidencial tras dos fracasos previos. El 4 de noviembre fue elegido con una victoria apabullante sobre el presidente demócrata saliente Jimmy Carter. Recién instalado en la Casa Blanca, Reagan superó un intento de asesinato en 1981 y, aunque resultó gravemente herido de bala, ingresó caminando al hospital con un porte que hacía recordar los westerns de John Wayne. En economía, las llamadas “Reaganomics” incluyeron rebajas de impuestos que causaron un enorme aumento del déficit público y de la deuda nacional, pero también el control de la inflación y la creación de empleos. Aumentó el presupuesto del Pentágono, inició el refuerzo de las Fuerzas Armadas, que se consagró años más tarde con un proyecto de defensa antimisiles apodado “guerra de las galaxias”. En 1984 fue reelegido triunfalmente. Cuando Ronald Reagan abandonó la Casa Blanca en 1989, el país había recuperado la prosperidad. Y luego el bloque soviético se disolvió.
Su gobierno estuvo marcado por una fase de fervor patriótico e intervencionismo. La historia también lo recordará por algunos episodios menos gloriosos como la invasión de la isla de Granada y el envío de soldados a Líbano, ambos en 1983. En Líbano, 241 soldados de EE.UU. murieron en un gran atentado con un camión bomba contra su cuartel general. Reagan entonces retiró las tropas. También tuvo otros éxitos dudosos en El Salvador y en Nicaragua, así como el escándalo Irán-Contras, en el que altos funcionarios del Gobierno de Reagan vendieron ilegalmente armas a Irán y entregaron el dinero a la “contra” nicaragüense, saltándose una prohibición del Congreso de financiar a los rebeldes antisandinistas. Los que nunca creyeron en él como político, le achacaron ser un hombre sin ideas o, lo que es peor, un hombre de una sola idea: acabar con el comunismo. Dado su formidable sentido del humor, a él parecía no molestarle. A menudo se preguntaba si existía en el mundo algo más importante por lo que luchar. Pero Reagan supo hacer frente a estos y otros muchos asuntos, en parte gracias a una inteligente sordera que le hacía no escuchar lo que se le decía, siempre y cuando no le interesara. Sonreía, se colocaba la mano en la oreja y seguía caminando ante los atronadores gritos de los periodistas. Siempre fue así. Nunca contestó a nada que no quiso y siempre dijo sólo lo que le pareció. Como anticomunista visceral, calificaba a la URSS de “imperio del mal”, pero también logró con su “amigo” Mijail Gorbachov un acercamiento histórico entre las dos superpotencias. En 1987 se firmó un acuerdo mediante el cual ambos países eliminaron los misiles de mediano alcance.
Con sus grandes planes y sus avatares, la vida de Ronald Reagan fue digna de una superproducción de Hollywood. “Estados Unidos –decía– es demasiado grande para sueños pequeños”. Nacido el 6 de febrero de 1911 en Illinois, creció junto a un padre alcohólico, Jack, católico irlandés y demócrata convencido, que trabajaba como vendedor de zapatos, y una madre protestante, Nelle, puritana militante. “Ronnie”, fue a una universidad de poca monta donde supuestamente estudió sociología y economía, pero donde, en realidad, tocó los libros, según sus biógrafos, tan poco como pudo. Su carrera cinematográfica incluye más de 50 películas en 28 años. De aspectoatlético y sonrisa de anuncio publicitario, Reagan se autodescribía como “el Errol Flynn de la serie B”.
Designado presidente del sindicato de actores norteamericano en 1947, cargo para el que fue reelegido seis veces, el joven demócrata convertido a los valores republicanos participó en la “caza de brujas”, aprobando las listas negras del senador Joseph McCarthy, para limpiar Hollywood de comunistas. Documentos posteriores del FBI demuestran que Reagan fue un importante informante-delator de compañeros que pudieron estar relacionados con actividades comunistas en Hollywood. En 1940 se casó con la actriz Jane Wyman, con quien tuvo una hija y adoptó un hijo. Se divorciaron ocho años después, y en 1952 se casó con otra artista, Nancy Davis, con quien tuvo dos hijos.
Tras dejar la Casa Blanca, el cuadragésimo presidente de Estados Unidos se retiró a su rancho de las afueras de Los Angeles. En 1994 anunció en una emotiva carta al país que sufría la enfermedad de Alzheimer. Ronald Reagan tenía días buenos y malos. En abril de 1995, vio la Casa Blanca en la televisión y no recordaba haber vivido en ella. Pero un mes más tarde, durante la visita de uno de sus ex colaboradores, Frederick Ryan, le comentó que no tenía “ningún problema para recordar su presidencia”. En 2002, su esposa dijo en una entrevista televisiva que el ex presidente ya no la reconocía. En diciembre de 2003 la revista People informó que Reagan era incapaz de hablar o alimentarse por sí mismo, debido al avance de su enfermedad y que ya no reconocía a ninguno de sus familiares. El año pasado, Nancy Reagan hizo una emotiva petición al Gobierno para que se impulsara la investigación con células madre en el tratamiento del Alzheimer y otras enfermedades graves que actualmente no tienen cura. “El largo viaje de Ronnie le ha llevado finalmente a un lugar donde no puedo alcanzarlo”, señaló. Basándose en motivos éticos y morales, el Gobierno de Bush ha limitado la investigación con células madre con fondos públicos.
Bush dijo ayer que Reagan “deja detrás un país que ayudó a restaurar y un mundo que ayudó a salvar” y destacó que, gracias a su liderazgo, el mundo dejó atrás “una era de miedo y tiranía”, en referencia al comunismo impulsado por la Unión Soviética. Su opositor, el candidato demócrata, John Kerry, aseguró que fue “la voz de Estados Unidos, en los buenos y en los malos momentos” y agregó, “El amor de Ronald Reagan por el país era contagioso”.
El “gran comunicador” celebró contadas conferencias de prensa, concedió poquísimas entrevistas y, en muchos casos, brilló sólo por su humor y por sus discursos, tan impecables como sus trajes. Aún así, en Washington todavía hay automóviles que llevan pegada la leyenda: “Te echamos de menos, Ronnie”.
Informe: Ximena Federman.
Subnotas