EL MUNDO
› SE LANZAN LAS MEMORIAS DEL EX PRESIDENTE BILL CLINTON
El playboy que cuenta (casi) todo
Por fin sale a la luz pública lo que todos estaban esperando: las memorias del exitoso (y notoriamente mujeriego) ex presidente Bill Clinton. Claro que sólo cuenta lo que quiere contar.
Por David Usborne*
Desde Nueva York
Cuando Bill Clinton confiesa haber caído en desgracia con su mujer Hillary, luego de que se enterara de sus coqueteos sexuales con la interna de la Casa Blanca Monica Lewinsky, no peca de locuaz. Su caída en la ignonimia doméstica –nos enteramos– duró todo un miserable año y la primera dama incluso barajó la posibilidad de abandonarlo. Para cualquiera que quiera saber cómo un presidente en funciones se las arregla para embarrar su matrimonio y luego para recobrarlo, el próximo martes es un día importante, ya que ese día las memorias de Clinton estarán en la calle. El autor ha sugerido que el libro es “una historia bastante buena”. Su argumento promete más ardides que toda una temporada de The West Wing. Excepto que ninguno de ellos es para ser creído.
El lanzamiento de la biografía de 957 páginas de Clinton ya está en camino y librerías de varias ciudades norteamericanas estarán abiertas después de medianoche el lunes para recibir la primera afluencia de compradores. Para aquellos que no pueden esperar, el servicio de Internet America Online pasará fragmentos leídos por Clinton en vivo. Los editores, Alfred Knopf, no han negociado serialización de derechos con ninguna editorial, pero una primera impresión de la entrevista con el autor aparecerá en la revista semanal Time, cuyas primicias se publican los lunes. Hasta ese entonces, Clinton será el único bocadillo de la edición semanal de 60 Minutos, el programa revista de la cadena CBS. Habrá un largo reportaje al ex presidente, en el cual desnudará su alma sobre el escándalo Lewinsky. En su contribución a la sinfónica puesta en escena que rodea el lanzamiento del libro, CBS ha emitido algunos fragmentos para tentarnos. Y no es poco. Clinton sigue siendo uno de los presidentes más admirados y a la vez odiados de la historia norteamericana. Cualquier cosa que provenga de él es best seller seguro para amigos y para enemigos. Y las cifras, anticipos y listas de pedidos por anticipado no mienten en este sentido.
“Creo que lo hice por las peores motivaciones, sólo porque podía”, Clinton reconoció cuando su entrevistador, Dan Rather, encendió la mecha sobre el escándalo Lewinsky. “Creo que ése es el motivo, más inexcusable moralmente, que cualquiera puede tener al hacer algo. Hay muchas explicaciones sofisticadas, más explicaciones psicológicas complicadas, pero ninguna de ellas son una excusa.” Lo que no ofrece, sin embargo, es alguna concesión a sus oponentes políticos que bregaron por iniciarle un juicio político por las revelaciones del caso Lewinsky.
Clinton fue el único segundo presidente en la historia norteamericana que enfrentó un juicio político y que sobrevivió cuando fuera exculpado por el Senado. Fue un escándalo que arruinó su segundo período en funciones. “No renuncié, nunca pensé en renunciar, le hice frente y lo derroté.” Respecto del proceso de juicio político, Clinton se refiere como “abuso de poder”. Prosigue: “Toda la batalla fue una cuestión de honor. No lo veo como una mancha, porque fue ilegítimo”. El ex presidente parecía tan robusto como cuando apareciera como invitado del programa especial neoyorquino, el miércoles a la noche, referente a un nuevo film documental sobre sus interminables batallas con los críticos conservadores y las investigaciones que lo persiguieron durante ambos períodos presidenciales.
Su papel en el frustrado acuerdo sobre las tierras de Whitewater fue escrutado, luego de los alegatos sexuales de Paula Jones, una empleada del estado de Arkansas donde Clinton fue gobernador. Luego, siguieron el caso Lewinsky y el procedimiento de juicio político. El miércoles a la noche, dirigiéndose a una audiencia de mil personas en un vidriado auditorio de la Universidad de Nueva York, Clinton apuntó a Kenneth Starr, el fiscal independiente elegido para llevar adelante las investigaciones sobre los múltiples alegatos.
Starr fue el “instrumento de un gran complot” para desacreditarlo. El complot fue instigado por los conservadores que querían tumbarlo.
“Cuando el Muro de Berlín cayó, el derecho perpetuo en Norteamérica, que siempre necesita un enemigo, ya no tenía uno, por lo que yo tuve que servir como el próximo”, dijo Clinton, luego de la emisión de A la caza del presidente: la campaña de diez años para destruir a Bill Clinton.
El film recrea un libro del mismo nombre de los periodistas Joe Conason y Gene Lyons. Respecto de sus aflicciones matrimoniales, Clinton fue más amigable en la entrevista de la CBS. Lo que salvó a la familia Clinton del derrumbe fue un año entero de terapia, individual y colectiva, tomado por Bill, Hillary y su hija Chelsea. “Lo logramos unidos. Lo logramos individualmente. Hicimos trabajo de familia”, declaró a la CBS.
“Nos tomamos un día y una semana, y lo hicimos, todo un día y una semana cada semana del año, tal vez un poco más, e hicimos terapia.” Específicamente, Hillary se tomó mucho tiempo para decidir si quería seguir casada con él.
Clinton, que recibió, según rumores, un avance de 10 millones de dólares, dijo que el libro, esencialmente, tiene dos partes: la primera va desde su crianza en la pobreza en Arkansas, su floreciente conciencia política y su ascenso hasta convertirse en gobernador del estado de Arkansas y la segunda parte –cuyas páginas tienden a mostrar mayor obstinación– remiten a sus años en la Casa Blanca. Y en esa sección no sólo hay escándalo, también hay espacio para sus batallas en el campo de la política. Se puede esperar cierta cantidad de trompetas sonando y él comenzó la melodía con Rather.
Clinton resalta la satisfacción que tuvo el día en que la OTAN expulsó al entonces líder de Serbia, Slobodan Milosevic, de Kosovo. “Cuando la guerra de Kosovo terminó y supe que los días de Milosevic estaban contados, fue un gran día. He tenido muchos grandes días”, dice.
Clinton expresó que estaba orgulloso por cómo su administración manejó la economía. “Mantuve las cuentas, y la vida de muchas personas mejoró”, sugiere. “La gente, en ese entonces, tenía mayor poder adquisitivo que nunca antes.”
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción. Alicia B Nieva.