Lun 08.04.2002

EL MUNDO

Un coche bomba que anuncia la llegada de la guerra a la ciudad

Un coche bomba explotó en la madrugada de ayer en la ciudad colombiana donde se está jugando la Copa Davis entre Colombia y Uruguay. Murieron 13 personas. La policía culpa a las FARC.

Por Martin Hodgson *
Desde Bogotá

Trece personas murieron y más de 70 fueron heridas cuando un poderoso coche bomba explotó en Colombia ayer temprano, destruyendo una calle llena de bares y clubes nocturnos. Nadie se atribuyó la responsabilidad del ataque, ocurrido en la capital regional de Villavicencio, donde Colombia y Uruguay están disputando sus partidos por la zona 2 del grupo americano de la Copa Davis de tenis, pero la policía culpó a la guerrilla más fuerte del país: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). A la salida de una reunión de seguridad, el presidente colombiano Andrés Pastrana ofreció una recompensa de 45.000 dólares a cualquiera que aportara información sobre los responsables del hecho. Este hecho marcaría un quiebre en el conflicto, ya que el combate entre el gobierno y las FARC llega a las ciudades.
La bomba, compuesta por 50 kilos de explosivos caseros escondidos en un auto, estalló poco después de la una de la mañana, despedazando restaurantes y clubes nocturnos atestados de gente. “La escena fue dantesca: cuerpos mutilados, heridos, gente desintegrándose. Fue terrible”, relató Iván Darío Solano, un periodista local que se encontraba en un bar cercano. Solano señaló que hubo dos explosiones. La primera, de una carga pequeña, causó daños leves pero minutos después, la multitud que se había reunido alrededor del lugar, recibió el mayor impacto de un segundo estallido mucho más potente. “La gente que estaba cerca del auto murió instantáneamente. Los cuerpos estaban irreconocibles”, agregó Solano.
Los muertos incluyeron a muchos chicos que trabajaban vendiendo rosas y cigarrillos en los bares. Según Solano, cientos de personas visitan ese barrio cada fin de semana. Las imágenes de televisión mostraron a los socorristas buscando desesperadamente a los sobrevivientes en medio de vidrios rotos y metales retorcidos. En una disco, las sillas y mesas estaban desparramadas en la pista de baile vacía.
“Fue puro terrorismo. Nos dejó sin palabras”, dijo el vocero policial Lenin García, quien señaló que los investigadores sospechaban que las unidades urbanas de las FARC podrían ser quienes planificaron el ataque. Y agregó: “No puedo imaginar qué tratan de lograr. Murió mucha gente inocente, gente que no tenía nada que ver con la guerra”.
Esta explosión fue el incidente más sangriento desde que se rompieron las negociaciones de paz entre el gobierno y la guerrilla, en febrero pasado, y podrían marcar una nueva e inquietante tendencia en las cuatro décadas de guerra en Colombia. El activista pacifista Daniel García Pena explicó: “Si las FARC son responsables, lo más preocupante es que parecen haberse volcado al terrorismo, lo cual siempre evitaron”.
Desde su formación, en 1964, las FARC y otros grupos rebeldes nunca fueron capaces de establecer una presencia fuerte en las ciudades principales y la guerra civil se desarrolló fundamentalmente en las aisladas áreas rurales. Pero las guerrillas han utilizado coches bomba como una táctica contra el gobierno: a comienzos de los ‘80, los cárteles de droga liderados por Pablo Escobar iniciaron una masiva campaña de coches bomba en Bogotá y otras ciudades. Desde que colapsó el proceso de paz en febrero pasado, las FARC lanzaron ataques relámpago contra objetivos de la infraestructura en todo el país en un intento de dispersar a las ampliadas fuerzas de seguridad.
En enero, supuestos miembros de las FARC detonaron una bicicleta bomba en Bogotá, matando a seis personas e hiriendo a otras 14. Las pequeñas capitales regionales como Villavicencio han sufrido repetidos apagones y ataques con bombas en los puentes y caminos. En enero, miles de personas salieron a las calles golpeando cacerolas para demandar el fin de la violencia. “Este es un nuevo escenario en el conflicto. Los rebeldesquieren que la gente de las ciudades sienta la guerra”, comentó García Pena.
Con las elecciones presidenciales en el horizonte, hay una pequeña esperanza que el proceso de paz pueda ser revivido. Las encuestas electorales sugieren que el próximo presidente será el candidato de línea dura Alvaro Uribe, quien ha garantizado que reprimirá duramente a la guerrilla y restablecerá la ley y el orden. Uribe ha descartado reanudar conversaciones con las FARC a menos que acepten un inmediato cese del fuego. Mientras tanto, la Administración Bush está presionando al Congreso para que permita ayuda militar estadounidense para Colombia para que sea utilizada en el combate antiguerrilla y antidrogas.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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