EL MUNDO
› EL INTEGRISMO LANZO UNA OLA
DE ATAQUES TERRORISTAS QUE DEJO 90 MUERTOS
Multiplicando el vacío de poder en Irak
Seis días antes de la transferencia formal del poder por Estados Unidos a sus aliados iraquíes, una serie de ataques coordinados en varias ciudades iraquíes dejó al menos 90 muertos en Irak. Las pistas apuntan a un grupo afiliado a la red Al Qaida de Osama bin Laden.
Por Angeles Espinosa *
Desde Bagdad
Una oleada de ataques coordinados de la insurgencia dejó ayer al menos 90 muertos, entre ellos tres soldados estadounidenses, y tres centenares de heridos en todo Irak. Comisarías, edificios públicos y puestos militares se convirtieron en blanco de la ira de una alianza cada vez más borrosa entre desafectos políticos y fanáticos islamistas. Baba, Faluja, Ramadi, Mosul, Mahawil y Bagdad vivieron una jornada de violencia que constituye el mayor desafío a las fuerzas de ocupación desde el pasado abril. Los portavoces militares trataban de mantener la calma y aseguraban que la situación estaba bajo control, pero muchos iraquíes empiezan a pensar que el infierno es un lugar muy parecido a su país.
Los asaltos casi simultáneos se iniciaron al amanecer, justo después de las primeras plegarias del día. En Baba, a 50 kilómetros al nordeste de Bagdad, los insurgentes iniciaron su ofensiva contra una patrulla militar norteamericana y una comisaría de la ciudad, según informó un portavoz de la Primera División de Infantería. Allí es donde se produjeron los combates más feroces. La emboscada contra los soldados estadounidenses acabó con la vida de dos de ellos y dejó a siete heridos. Los insurgentes llegaron a tomar brevemente una segunda comisaría y destruyeron la casa del jefe de la policía.
La aviación norteamericana respondió lanzando tres bombas de 250 kilos contra una posición insurgente cerca del estadio de fútbol. “El uso de la aviación resulta muy espectacular, pero les aseguro que los ataques desde arriba guiados por láser resultan mucho más precisos y causan menos daños colaterales que la artillería o los carros de combate”, defendía a media mañana un alto mando militar en una conversación con un pequeño grupo de periodistas. Poco después empezaban a llegar informaciones de acciones similares en Faluja y Ramadi, en la provincia de Al-Anbar al oeste de la capital.
Sin embargo, el mayor número de víctimas, 44 muertos y 216 heridos, se produjo en Mosul, 350 kilómetros al norte de Bagdad, donde al menos cinco coches bomba crearon el pánico en la ciudad. La academia de policía, tres comisarías y el hospital Al-Yumhuri fueron los objetivos de la insurgencia. El gobernador provincial declaró el toque de queda entre las nueve de la noche y las seis de la mañana, mientras la televisión local pedía a la gente que permaneciera en sus domicilios para evitar riesgos y facilitar el trabajo policial.
“Hemos visto una serie de ataques similares en varias ciudades, entre ellas Baba, Ramadi y Faluja, casi al mismo tiempo, entre las cinco y media y las siete de la mañana; sospechamos que se trata de ataques coordinados aunque sea de manera informal, un par de llamadas para quedar en el día y la hora”, admitía el responsable militar desde el anonimato. “Están tratando de demostrar a los iraquíes que son capaces de abortar el traspaso de soberanía y conseguirán un titular, pero (Iyad) Allawi ya ha declarado que no se va a dejar intimidar”, aseguraba en referencia al nuevo primer ministro. La fuente reconocía la seriedad de lo ocurrido en Baba, pero aseguraba que la situación estaba bajo control.
A primera hora de la tarde, el fuego alcanzaba Bagdad. Un hombre armado con un maletín se dirigía contra un puesto de control conjunto de soldados estadounidenses y guardias civiles iraquíes en el barrio de Al-Dora y se hacía saltar por los aires, llevándose consigo a cuatro agentes locales. Al menos otros seis guardias civiles y un soldado norteamericano resultaron gravemente heridos. Era el quinto ataque de envergadura en la capital después de que los insurgentes atacaran cuatro comisarías con morteros, granadas y fusiles. Según un comunicado militar estadounidense, la policía respondió al fuego de los atacantes y defendió lasinstalaciones con apenas ayuda de las fuerzas de la Coalición. Durante el resto del día no dejaron de oírse disparos de fusiles y armas automáticas en diversos puntos de la ciudad.
El alto responsable militar citado anteriormente atribuía los ataques a grupos leales a Saddam Hussein. “Si hay que ponerles una etiqueta yo diría que son obra de los antiguos fedayines de Saddam y de ex militares y miembros del Baas”, declaraba sin explicar en qué fundaba su juicio. Sin embargo, las informaciones que llegaban de Baba hablaban de que los atacantes habían plantado banderas negras en los tejados de los edificios asaltados y que sobre sus frentes llevaban cintas amarillas con la inscripción Saraya al Tawhid ual Yihad (Brigadas del Monoteísmo y la Guerra Santa), una referencia que los vincula con el grupo de Abu Musab Al Zarqawi, que a principios de esta semana decapitó al surcoreano Kim Sun-il y un mes antes al estadounidense Nick Berg.
Residentes en Baba contactados por teléfono relataron que las Brigadas habían distribuido unos panfletos en los que se les instaba a obedecer “las órdenes de la resistencia” si no querían exponerse a la muerte y la destrucción de sus casas. Los seguidores de Zarqawi, una facción salafista cuya interpretación rigorista del Islam está muy próxima al wahabismo que inspira la ideología de Al Qaida, pedían a los ciudadanos que permanecieran en sus casas porque “los próximos van a ser días de ataques contra las fuerzas de ocupación y los que colaboran con ellas”.
“Entramos en unos días de alto riesgo”, confió el oficial a los periodistas. “No tenemos una amenaza específica, pero no hace falta ser muy inteligente para pensar que si yo fuera Zarqawi consideraría un gran plan realizar un ataque suicida contra la ‘zona verde’”, declaró en referencia al recinto fortificado del centro de Bagdad que alberga a las autoridades de ocupación y a la mayoría de las nuevas instituciones del Estado. “Eviten hacer cola a la entrada”, aconsejó inútilmente ya que los registros para acceder al perímetro requieren una media de 20 minutos durante los cuales los visitantes están expuestos a cualquier agresión desde el exterior.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.