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Un día de presiones
Horas antes de que Israel anunciara el retiro de dos de las ciudades cisjordanas ocupadas, el presidente norteamericano George W. Bush había vuelto a insistir ayer, por tercera vez, que este retiro, total, debía hacerse “sin demora”. Desde Marruecos, el secretario de Estado norteamericano Colin Powell –que llegará el viernes a la región– hizo el mismo reclamo. La Casa Blanca calificó de “buen comienzo” el anuncio israelí de la retirada de dos ciudades cisjordanas ocupadas, mientras el embajador israelí ante la ONU, Yehuda Lancry, sostenía que algunos de los miembros más importantes del Consejo de Seguridad apoyan a la Autoridad Palestina. Por su parte, el jefe del gobierno alemán, Gerhard Schroeder, anunció que apoya una intervención militar impulsada por la ONU en Medio Oriente. Alemania suspendió ayer su ayuda militar a Israel.
“Hablaba en serio cuando se lo dije al primer ministro de Israel. Espero una retirada sin demora”, enfatizó Bush. Y continuó: “Realmente pienso lo que dije al mundo árabe: para que haya paz, es necesario que los dirigentes (árabes) se opongan y condenen al terrorismo”. Tras el anuncio israelí de la retirada de Kalkilia y Tulkarem, el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, señaló que era “un buen comienzo”: “Como dijo el presidente el pasado jueves, todas las partes en Medio Oriente tienen responsabilidades, y el presidente espera que todas las asuman”. Por su parte, el representante israelí criticó las resoluciones de la ONU que demandan que Israel suspenda la ofensiva y retire sus tropas porque no piden a los palestinos que pongan fin a los atentados suicidas. Tras la reunión del Consejo de Seguridad celebrada ayer, Yehuda Lancry declaró: “Algunos de los miembros más importantes del Consejo de Seguridad, no hablo de los representantes de Estados Unidos, pero otros, están leyendo (las resoluciones de la ONU) más bien unidimensionalmente”.
A la vez, Alemania explicitó ayer su punto de vista. El ministro de Asuntos Exteriores alemán, Joschka Fischer, elaboró un plan de siete puntos que contempla la creación de una especie de Grupo de Contacto, similar al creado durante el conflicto de Kosovo, en el que estarían representados la Unión Europea, Estados Unidos, Rusia y la ONU.