Sáb 10.07.2004

EL MUNDO  › UN PANEL DE INTELIGENCIA DEL SENADO DISIMULA EL PAPEL DE BUSH POR EL FIASCO DE LAS ARMAS

Depositando la culpa en las puertas de la CIA

El Comité de Inteligencia del Senado norteamericano, en un informe devastador, acusó a la CIA de facilitar información falsa sobre Irak.
El detalle es que queda para después de las elecciones investigar el papel de Bush en el pretexto de las armas de destrucción masiva.

Por Carlos Mendo *
Desde Washington

Toda la información facilitada por los servicios de inteligencia estadounidenses sobre las armas de destrucción masiva en poder de Saddam Hussein, que sirvió para justificar la invasión de Irak, fue “errónea y estuvo basada en análisis falsos o exagerados”. En un ataque sin precedentes contra la Agencia Central de Inteligencia, el Comité de Inteligencia del Senado acusó el viernes a la CIA de haber facilitado a la Casa Blanca y al Congreso una información que no se correspondía con la realidad de la situación en Irak. Para el portavoz demócrata en el comité, el senador John Rockefeller, “si el Congreso hubiera dispuesto (hace un año) de los datos que tiene ahora, la guerra contra Irak no hubiera sido autorizada”, una afirmación no compartida por el presidente republicano del comité, Pat Roberts.
Sin embargo, el documento de 511 páginas, en cuya elaboración se ha tardado un año, no ha encontrado pruebas de que los analistas de la CIA recibieran “presiones políticas” en la realización de su trabajo. Los demócratas no se han opuesto a la inclusión de esa conclusión en el informe, porque el comité piensa investigar, en una segunda fase, si la administración pretendió influir de alguna forma en las conclusiones de los analistas de la CIA. Significativamente, la segunda fase de la investigación no hará públicas sus conclusiones hasta después de las elecciones presidenciales, un calendario duramente criticado por los demócratas, opuestos a un retraso en el calendario.
La reacción de la Casa Blanca, como si el asunto no le concerniera, no analiza las conclusiones del informe, devastador para los argumentos esgrimidos por el presidente George W. Bush para justificar la guerra. El portavoz presidencial, Scott McClellan, se limitó a señalar que el informe “coincide, esencialmente, con lo que hemos mantenido sobre la necesidad de adoptar las medidas necesarias con el fin de estar preparados para hacer frente a los nuevos retos”.
En la presentación del informe, el senador Roberts reconoció que, aunque el debate sobre la intervención en Irak “continuaría durante décadas, un hecho ha quedado claro” tras la investigación: que la información facilitada al presidente y al Congreso por los servicios de inteligencia antes de la guerra sobre las armas de destrucción masiva era “errónea”. Y, ¿por qué era errónea? Simplemente, porque los analistas de la CIA, en la evaluación de un informe sobre Irak redactado en octubre de 2002, partieron de una premisa falsa sobre las armas biológicas y químicas y sobre los programas para desarrollar un arma nuclear. Y, con premisas falsas, establecidas en base a informaciones no contrastadas, suministradas principalmente por exilados iraquíes de dudosa fiabilidad, se llega a conclusiones falsas. Roberts acusó a los analistas de la CIA de no haber establecido claras diferencias entre “lo que sabían y lo que suponían”. El resultado de esta cultura de errores se contagió a “nuestros aliados, a Naciones Unidas y a otros países, todos los cuales creyeron que Saddam Hussein tenía programas activos de armas de destrucción masiva”. “Fue un fracaso de inteligencia global.”
Una explicación, aunque no excusa, para la chapucería de la CIA reconocida por el Senado radica en la ausencia de informadores propios y fiables de la agencia en Irak. Roberts reconoció que, tras la partida de los inspectores de Naciones Unidas, la CIA se quedó sin fuentes para hacer un seguimiento de los programas armamentísticos iraquíes.
Por su parte, Rockefeller, vicepresidente del comité, calificó los errores que condujeron a la guerra de Irak como “el fracaso más devastador en la historia de los servicios de inteligencia de la nación”. “Y nosotros, en el Congreso, no hubiéramos autorizado esa guerra, si hubiéramos sabido entonces lo que sabemos ahora”, subrayó. Para el senador demócrata, “trágicamente, el fallo de inteligencia expuesto en este informe afectará a nuestra seguridad nacional durante generaciones”. Como consecuencia de este fallo, añadió, “nuestra credibilidad se ha reducido; nuestra posición en el mundo nunca ha sido más baja; hemos facilitado un sentimiento de odio hacia los americanos en el mundo árabe y nuestra nación es más vulnerable que nunca”.
Rockefeller manifestó que los demócratas habían suscrito por unanimidad el informe porque compartían las críticas contenidas en sus conclusiones sobre los fallos de los servicios de inteligencia, que afectan a la seguridad nacional. Sin embargo, se quejó de que todo lo que afecta al papel de la administración haya quedado relegado para una segunda fase.
El comité critica con igual dureza el papel del director saliente de la CIA, George Tenet, por no contrastar su información con otros servicios de inteligencia de la administración dependientes de los departamentos de Estado y de Defensa y de no corregir el discurso sobre el Estado de la Unión pronunciado por Bush en el 2002, en el que el presidente se refirió a los pretendidos intentos de Saddam de comprar uranio en Níger cuando la CIA tenía serias dudas sobre la veracidad de esa información. Tenet, que dimitió hace meses por “razones personales”, termina mañana su mandato de siete años al frente de la agencia. En un discurso de despedida el jueves, Tenet, que aparentemente intuía las conclusiones del informe del Senado, pidió a los estadounidenses que juzgaran a la CIA considerando “la totalidad de su historia” y no casos aislados.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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