EL MUNDO
“En octubre los uruguayos van a votar por el cambio real y definitivo”
Tabaré Vázquez, candidato de la izquierda uruguaya, confía en ganar la presidencia en primera vuelta, el 31 de octubre.
Por Yolanda Guerrero *
Desde Madrid
Tabaré Vázquez Rosas (64 años), médico de profesión y ex alcalde de Montevideo, es el eterno candidato de la izquierda a la presidencia de Uruguay. Lo fue por la coalición Frente Amplio-Encuentro Progresista en 1994 y 1999. En estas últimas, después de obtener un 38,5 por ciento de los sufragios en la primera vuelta, cuando el país lo daba por seguro vencedor en la segunda, resultó derrotado por una coalición entre el Partido Nacional (Blanco) y el Colorado, con el conservador Jorge Batlle al frente. De este modo, los colorados perpetuaban una estancia en el poder que habían ocupado durante la mayor parte del siglo XX, en alternancia con los blancos. Un bipartidismo de facto que el escritor uruguayo Eduardo Galeano califica de Partido Coloranco. Ahora, en vísperas de las generales de octubre, la situación tiene visos de estar ante un vuelco histórico. “Creemos que en octubre la gente va a votar por el cambio real y definitivo: confiamos en poder ganar en la primera vuelta”, dice.
–Si así sucediera, ¿se sumaría Uruguay a los cambios de Brasil, la Argentina, Chile...?
–Soplan vientos de cambio en nuestro continente. Pero si el Frente Amplio ganara en Uruguay supondría un vuelco mucho más espectacular por la sencilla razón de que en Uruguay nunca ganó una fuerza política que no fuera uno de los partidos tradicionales. Hay que tener en cuenta que el pueblo uruguayo es tradicionalmente conservador; todos tenemos un poco de miedo a los cambios. Si lográramos ganar, estaríamos protagonizando un hecho histórico. Nosotros somos grandes defensores de la democracia y creemos en la rotación de los partidos en el ejercicio del gobierno.
–¿Cuáles son los principales problemas que padece Uruguay?
–Es preciso recordar que la receta neoliberal ha sido la madre de todas las desgracias de los pueblos de América latina. Es la región del mundo que peor reparte la riqueza y donde las desigualdades son más flagrantes. En Uruguay, un tercio de la población es pobre y el 56 por ciento de los niños menores de seis años vive en hogares que están por debajo de la línea de la pobreza. En tres años, Uruguay duplicó el número de indigentes. Y todo esto no sucedió por un designio divino sino por la aplicación de políticas económicas deshumanizadas e insolidarias.
–¿Agudizadas tal vez por el contagio de la crisis argentina?
–Nuestra economía es pequeña, muy vulnerable y dependiente. Solemos decir que si la Argentina se engripa, nosotros estornudamos. Esos son los factores externos. Entre los internos, las políticas neoliberales que sumieron a Uruguay en un gran atraso e hicieron que perdiera competitividad. La falta de previsión ante la devaluación en la Argentina (Uruguay sigue con una moneda sobrevaluada); la falta de control de banqueros que tenían poco de tales y mucho de delincuentes... Todo contribuyó a que la crisis se precipitara. Pero la izquierda uruguaya ejerció una oposición muy seria, con lealtad institucional y una gran responsabilidad política. Todos juntos intentamos superarla. Al mismo tiempo, los uruguayos están viendo en la izquierda una alternativa real a los partidos tradicionales y a la concepción económica neoliberal. Creo que los uruguayos apuestan por la esperanza.
–¿Cómo va a abordar el Frente la reconstrucción del país?
–Permítame explicarlo en términos médicos: cuando un enfermo llega a un servicio de urgencias, lo primero que debe hacer el médico es resolver el problema inmediato, detener la hemorragia y reponer la sangre que el paciente ha perdido; acto seguido hay que controlar la presión arterial, el funcionamiento del corazón, los pulmones, el cerebro, los riñones, etc., y corregir el resto de las patologías para que la recuperación sea completa. Y un país es un ser vivo. No es un lugar en el mapa sino sus gentes. Cuando surge una patología en la sociedad, hay que atender la emergencia, porque si no todo lo demás es palabrería.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.