EL MUNDO
“Son los palestinos los que apuntan a los civiles”
Benjamin Orón, embajador de Israel en Buenos Aires, convocó ayer a la prensa argentina para explicar la posición de su país en los enfrentamientos con los palestinos. Este fue el diálogo.
En momentos en que el mundo mira atentamente a Medio Oriente, el embajador israelí en Argentina, Benjamín Orón, convocó a la prensa para referirse al conflicto israelo-palestino. Entre otras cosas, Orón aseguró que la situación del norte de Israel –con continuos ataques del Hezbolá desde el sur del Líbano– es “explosiva”. En cuanto a los cuestionamientos de las políticas del gobierno de Ariel Sharon afirmó: “Es muy cómodo sentarse en la sala del Consejo de Seguridad de la ONU y decir cómo se tienen que solucionar los conflictos, pero la gente que vive el conflicto tiene otra perspectiva”.
–¿Cuánto tiempo más van a durar las operaciones tras las presiones de Estados Unidos?
–Como dijo Sharon anteayer en el Parlamento, el gobierno entiende la preocupación de EE.UU. y vamos a hacer lo posible para acelerar el fin de la operación militar. Hay ciertas cosas que hacen que eso sea difícil: basta con ver los enfrentamientos que hubo ayer en Jenín. Pero la intención es salir; de hecho ayer las fuerzas militares se retiraron de Tulkarem y Kalkilia. Hay que recordar que las operaciones empezaron hace 12 días pero el 13 de marzo hubo un acuerdo con el enviado norteamericano Anthony Zinni para bajar las tensiones y llegar a un inicio de un cese de fuego. Desde entonces hasta el 29 tuvimos 76 muertos civiles en Israel y alrededor de 200 heridos. El mes anterior al 29 tuvimos 125 muertos, la mayoría en los atentados en las ciudades. A nosotros nos dicen muchas cosas por esta guerra pero son las organizaciones palestinas las que hacen blanco a la población civil, y eso es terrorismo. Esto resultó insoportable para la opinión pública israelí.
–Sin embargo, hechos como los de la iglesia de la Natividad, en Belén, ponen en riesgo a civiles palestinos.
–Es una situación extremadamente compleja que debe explicarse. Ahí entraron alrededor de 150 elementos armados, muchos de ellos están en la lista de buscados por Israel. Que quede claro: no son religiosos los que entraron por la fuerza al complejo de la iglesia de la Natividad. Nosotros no creamos esta situación. Para nosotros es un dilema: no queremos dañar ni a personas inocentes, ni a los religiosos –dos de los cuales son argentinos– ni a la iglesia, pero debe comprenderse que no podemos dejar a 150 personas armadas que hagan lo que quieran; que además violan todos los principios de respeto a los lugares sagrados.
–¿Qué opina de la repercusión internacional de las acciones del ejército israelí en los territorios palestinos?
–Creo que es muy cómodo criticar los problemas de Angola desde una oficina en Jerusalén así como sentarse en la sala del Consejo de Seguridad de la ONU y decir cómo se tienen que solucionar los conflictos, pero la gente que vive el conflicto tiene otra perspectiva. Cuando una madre no puede pasear con sus niños porque tiene miedo, entonces su perspectiva es totalmente distinta, y la mayoría de los israelíes aprueba las medidas.
–En estos días vuelve a hablarse de la posibilidad de establecer zonas de seguridad o zonas “tapón” entre las ciudades israelíes y los territorios palestinos. ¿Cómo serían?
–La idea fundamental es tener un espacio diferente dependiendo de la geografía, de la topografía, para tratar de evitar la penetración de gente indeseable. No sería de igual modo entre la ciudad palestina de Kalkilia y Kfar Sava que están a centenares de metros, que en ciudades con otra distancia. Imagino que consistiría en obstáculos físicos, electrónicos y humanos que hicieran muy difícil cruzar dentro de las ciudades israelíes. Ahora no sé exactamente cómo se implementaría.
–¿Israel estaría dispuesto a aceptar la inserción de fuerzas de paz internacionales?
–Las fuerzas de paz tienen que ser posteriores a los acuerdos. Hay que ver lo que pasó en Somalia, si no hay una voluntad política no se pueden poner tropas internacionales. –¿Por qué son cada vez más los reservistas que se niegan a servir en los territorios palestinos?
–Cuando se habla de los que se niegan a ir al ejército, hay que decir que se trata de una minoría: estamos hablando de alrededor de 400 reservistas, cuando hay alrededor de 200.000. Y una parte de ellos está en servicio regular.
–¿Cómo explica los cada vez más frecuentes ataques de Hezbolá contra el norte de Israel?
–Sin duda, no se trata de recuperar las granjas de Shebaa –como ellos afirman– sino de abrir un nuevo frente además del conflicto con los palestinos en Cisjordania. Esta milicia chiíta, asesorada y financiada por Irán con el beneplácito de Siria, es el elemento dominante en el Líbano. La resolución 425 del Consejo de Seguridad en relación al sur del Líbano decía fundamentalmente tres cosas: que se fueran las fuerzas de Israel del territorio libanés, que la ONU asistiría al Líbano a restablecer su autoridad en la zona después del retiro de las tropas, y la asistencia para restaurar la paz y la seguridad. De estos tres puntos, por el momento sólo se cumplió el primero, que fue la salida de Israel en mayo de 2000. Y hoy el Hezbolá cuenta con armas de largo alcance por lo que prácticamente el 30 por ciento del territorio puede verse amenazado con sus ataques. Es una situación explosiva.
–¿Cuál es la situación de Arafat?
–Después de los últimos 18 meses, para la opinión pública la credibilidad de Arafat es bajísima. Fueron 18 meses en los que hubo tratativas, se habló de cese de fuego, para terminar con los ataques suicidas, vino Zinni, luego se fue por los ataques terroristas, entonces vino un barco de armas –Karine A–. Luego arrestó a uno de los responsables. En la segunda visita de Zinni, de este cese de fuego no salió nada. Ahora, hay pruebas de que Arafat autorizó el pago de sueldos de los buscados por Israel y que él tenía hacía meses. No solamente no hizo nada para disminuir la campaña terrorista sino que la dirigió y financió. Así que hoy Arafat no es confiable.
Entrevista: Giselle Cohen.
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