Jue 15.07.2004

EL MUNDO  › EL INFORME BRITANICO DEJA INMUNES A TONY BLAIR Y AL JEFE DEL MI6

Hubo errores, pero nadie tuvo la culpa

Por Walter Oppenheimer *
Desde Londres

La inteligencia británica cometió “graves fallos” al evaluar la información procedente de Irak sobre los arsenales de armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, pero no hubo mala fe ni en los servicios de espionaje ni en el uso que el gobierno hizo de sus informes. Esa es la conclusión general que se desprende del informe de lord Butler sobre la preparación de la guerra de Irak, realizado por un compacto equipo de cinco altos funcionarios y diputados y presentado ayer. El informe pone de relieve una larga lista de problemas, pero concluye que los errores tuvieron un carácter “colectivo”. El informe fue encargado en febrero por el primer ministro, Tony Blair, apenas el presidente George W. Bush anunció una investigación semejante en EE.UU.
Blair había sido exculpado poco antes por el juez lord Hutton de las acusaciones lanzadas por la BBC de que el gobierno había exagerado la amenaza que suponía Saddam Hussein para convencer a los británicos de la necesidad de ir a la guerra. Butler concluyó que el dato clave de aquella polémica, la denuncia de que Saddam podía lanzar un ataque en 45 minutos, no debió ser incluido en el informe del gobierno sobre Irak de septiembre de 2002. Es probable que si lord Hutton hubiera llegado en su día a las conclusiones publicadas ayer por lord Butler, el primer ministro Blair se hubiera visto arrastrado a una crisis política de consecuencias mayores. Sin embargo, en enero Hutton concluyó que los datos de inteligencia eran creíbles y que no habían sido manipulados; y ayer lo que en realidad se dirimía ya no era tanto eso cuanto el porqué de tantos fallos y, sobre todo, si eran sólo errores o producto de la mala fe.
Mientras Hutton consideró creíble el dato crucial de que Saddam podía lanzar un ataque con armas de destrucción en masiva en 45 minutos, lord Butler concluye que los funcionarios que pusieron en duda la credibilidad de esa información “tenían razón”. El ex director general de la BBC Greg Dyke declaró ayer que esa conclusión de Butler “es la prueba de que las informaciones de Andrew Gilligan sobre las preocupaciones del doctor Kelly acerca de los 45 minutos eran perfectamente correctas”.
Hace unos meses, otras muchas de las conclusiones de lord Butler habrían sido dinamita contra Tony Blair. Butler concluye, por ejemplo, que “no había datos recientes de inteligencia que permitieran por sí mismos llegar a la conclusión de que Irak era un motivo de preocupación superior a las actividades que llevaban a cabo otros países” y que “la inteligencia disponible (en marzo de 2002) no era lo bastante robusta” como para llegar a la conclusión de que Irak había incumplido la resolución 687 del Consejo de Seguridad de la ONU.
El informe subraya los fallos de la inteligencia, que atribuye tanto a los problemas en la fuente como a su posterior procesamiento en el Comité Conjunto de Inteligencia –JIC, en sus siglas en inglés–.
Sin embargo, concluye también que “no hemos encontrado evidencias de distorsión deliberada o de negligencia culpable” y enfatiza que “no hemos encontrado pruebas de que las evaluaciones del JIC y las opiniones en ellas contenidas estuvieran enfocadas en ninguna dirección particular con el objetivo de responder a las preocupaciones de altos funcionarios del JIC”. Una perifrástica manera de decir que el presidente del JIC, John Scarlett, no manipuló los dictámenes de inteligencia en función de las necesidades que le expresaba Downing Street. Lord Butler se toma la molestia de precisar: “Nos damos cuenta de que nuestras conclusiones pueden provocar llamamientos para que el actual presidente del JIC, el señor Scarlett, sea privado de su nombramiento como jefe de los servicios de inteligencia (el MI6). Esperamos fervientemente que no sea ése el caso. Tenemos en gran aprecio su capacidad y su historial”.
El informe aborda con palabras muy medidas las acusaciones de que el gobierno exageró las informaciones de la inteligencia. “Se hicieron grandes esfuerzos para asegurar que en el informe (de septiembre de 2002) no se hacían aseveraciones individuales que fueran más allá de los juicios realizados por el JIC”, reza la alambicada prosa de Butler. “Sin embargo”, añade, “al traducir el material del JIC en el informe, se perdieron advertencias acerca de la limitada base de la inteligencia en algunos aspectos de esas evaluaciones”. “El lenguaje en el informe podría haber dado a los lectores la impresión de que la inteligencia que había detrás de esas afirmaciones era más completa y más firme de lo que en realidad era: nuestro punto de vista después de haber leído todo el material es que esas afirmaciones llegaron al límite –aunque no más allá– de la inteligencia disponible.”
El informe confirma que “el JIC dejó claro que aunque hubo contactos entre el régimen iraquí y Al-Qaida, no había pruebas de cooperación”. Y, nadando contra la corriente, sostiene que aunque “no hay pruebas concluyentes” de que Irak llegara a comprar uranio en Africa, los documentos en que se había basado la inteligencia británica para concluir que el régimen de Saddam lo había intentado “no eran falsos”.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux