Mar 20.07.2004

EL MUNDO  › EL PREMIER PALESTINO, AHMED QUREIA, MANTENIA LA DIMISION

Un paso atrás de Yasser Arafat

El líder palestino destituyó a su sobrino Mousa Arafat como jefe de la seguridad en Gaza. Así buscó apagar la revuelta del fin de semana, cuyo punto álgido fue la carta de renuncia del premier.

Ferran Sales *
Desde Jerusalén

El presidente palestino Yasser Arafat revocó ayer el nombramiento de su sobrino, el general Mousa Arafat como máximo responsable de la policía en la Franja de Gaza, para calmar la revuelta que estalló este fin de semana y que había colocado al borde del precipicio a la Autoridad Palestina. En este contexto parece lógico pensar que el primer ministro Ahmed Qureia podría volver a su puesto y romper la carta de dimisión presentada el sábado al presidente. Pero Qureia mantenía formalmente su dimisión como jefe de gobierno, maniobrando así hábilmente en un intento desesperado por conseguir de Arafat más réditos personales y atribuciones que le permitan gobernar libremente. La revuelta popular, la presión de las milicias armadas de las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, el aparato político de Fatah en la Franja de Gaza, los responsables de los diversos cuerpos de seguridad, un buen número de ministros y el propio Qureia lograron el domingo por la noche doblegar la voluntad de Arafat y obligarlo a anular el nombramiento de su pariente como jefe supremo de la policía de Gaza.
Arafat anunció la revocación ayer a media mañana, tras una noche de nuevas tensiones en los campos de refugiados de Raha y Jan Yunes donde las milicias armadas volvieron a enfrentarse a la policía palestina y trataron de asaltar y quemar las comisarías locales de la Seguridad Militar, la policía secreta que dirige desde hace diez años Mousa Arafat, convertido en un símbolo de la corrupción y ahora del nepotismo. El presidente sustituyó a Mousa Arafat por el general Abdel Rasek al-Mayaida, el anterior jefe supremo de la policía en la zona, que había sido despedido tres días antes, por “inepto” tras aquel “viernes trágico” en el que se registraron siete secuestros, entre ellos los de dos altos mandos policiales y cinco voluntarios humanitarios franceses, pertenecientes a la organización Electricistas sin Fronteras.
La destitución de Mousa Arafat y su sustitución por el antiguo responsable del cuerpo había sido consensuada previamente por los emisarios de Arafat con los dirigentes de las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa de los campos de refugiados de Jan Yunes y Raha, detrás de las cuales se esconde el ex responsable de seguridad coronel Mohamed Dahlan oriundo de esta zona, un hombre ambicioso, enfrentado políticamente a Arafat y a su clan, cabeza visible de las “nuevas generaciones”, que ha convertido a la “vieja guardia” y a los “exiliados originarios de Túnez”, en sus peores enemigos.
Ahmed Qureia mantenía formalmente su dimisión como jefe de gobierno, maniobrando así hábilmente en un intento desesperado por conseguir del presidente Yasser Arafat más réditos personales y atribuciones, que le permitan gobernar libremente. En medios políticos palestinos se asegura que las negociaciones entre Qureia y Arafat son duras. “Se trata de poner fin al caos, ya que es la manera de satisfacer nuestros intereses nacionales. Por eso decimos a Arafat que ha llegado el momento de activar nuestros organismos basándonos en las medidas adecuadas para nombrar la persona adecuada para el puesto adecuado. Lo que está pasando en Gaza es peligroso. Nadie está ganando la batalla”, aseguró Ahmed Qureia a sus ministros en una reunión extraordinaria del gabinete, a la que siguió una nueva entrevista con Yasser Arafat.
Con este mensaje Ahmed Qureia colocaba las bases de una gran reconciliación nacional en torno del presidente, que podría quedar ultimada en las próximas horas una vez que se anuncie que rompe la carta de dimisión entregada el pasado sábado y regresa a su cargo. En el aire quedará sin embargo la sensación de que lo sucedido ha sido un “ensayo general”, de lo que podría acaecer el día que muera el presidente Arafat.
Estados Unidos y la Unión Europea han demandado desde hace tiempo que se reformen los servicios de seguridad. Pero por ahora no se sabe cuánto puede presionar Qureia con su renuncia, y mientras las perspectivas del desmantelamiento de las colonias judías de Gaza inevitablemente han empeorado las luchas internas por el control de la Franja, la agitación dentro de Fatah podría ser más difícil de resistir para Arafat que la presión internacional. Según el politólogo Dr. Khalil Shikaki, los acontecimientos en Gaza constituyen “el primer desafío directo a Arafat”.

* De El País de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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