Mar 20.07.2004

EL MUNDO  › TRAS EL REFERENDUM DEL GAS, NUEVOS INTERROGANTES EN BOLIVIA

Luces y sombras en el día después

La positiva respuesta a la consulta impulsada por Carlos Mesa podría encontrar escollos en la puesta en práctica de las reformas estructurales sobre hidrocarburos. Actores que polemizan.

› Por Marta Dillon

Página/12
en Bolivia

Desde La Paz

La euforia que encendió en el gobierno de Carlos Mesa Gisbert luces nuevas en una noche que una semana atrás parecía inminente –merced a los anuncios de boicot, golpes de Estado y bloqueos masivos– podría sufrir un eclipse en cuanto se pongan en práctica las reformas estructurales que se desprenden de la consulta, que según el mismo presidente le da un poder nuevo a cada ciudadano y ciudadana en Bolivia. Y es que esa misma ambigüedad en la redacción de algunas preguntas que antes habían criticado los movimientos sociales y sindicales –sobre todo la que hace referencia a la recuperación de los hidrocarburos en boca de pozo– es ahora la llave que puede apagar el entusiasmo. Es que si antes el gobierno se refería a una “nacionalización responsable”, que no será retroactiva y por tanto no implica revisar los contratos ya firmados, ahora la oposición que encabeza Evo Morales –y que ofició de aliado en la realización del referéndum– pide nacionalización lisa y llana.
“El domingo fue un día histórico, tuvo que correr sangre para que los aymaras y quechuas consiguiéramos una voz que se escuche con fuerza y lo que dijo esa voz es nacionalización”, dijo Morales a este diario. “Y vamos a estar muy atentos, junto con las otras organizaciones sociales, de que ese mandato se cumpla. Si no, habrá que movilizarse.” Borrando con el codo una ruptura que habían inscripto con las diferentes posturas frente al referéndum, otros dirigentes como Felipe Quispe –líder de los campesinos del altiplano– se sumaron a esta demanda, evitando hacer evaluaciones –incluso evitando hablar, ya que sólo se escuchó ayer la voz de su segundo, Luis Coquetilla– demasiado profundas sobre el fracaso del boicot que tanto Quispe como Jaime Solares, dirigente de la Central Obrera Boliviana, intentaron imponer al referéndum.
Lo cierto es que la esperanza no sólo se encendió en el seno del Poder Ejecutivo. También en muchos de los votantes que incluso se rebelaron a las directivas de sus líderes. En El Alto, donde la abstención fue menor incluso que en otras ciudades menos movilizadas, “los vecinos comunes, los que se organizaron en octubre de 2003, esperan que ahora se recupere efectivamente la propiedad de los hidrocarburos y con ellos el empleo y el desarrollo”, dice Lucía Sauma, referente de la Radio Pachamama que durante el octubre negro tuvo una participación fundamental en la organización de la ciudad de El Alto y desde donde se escuchan las únicas voces que siguen exigiendo juicio para el ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada por la muerte de 59 personas. “El problema –agrega Sauma– es que ésa es una posición peligrosa porque si no hay respuestas rápidas a esa ansiedad puede haber nuevas movilizaciones.”
A pesar de haber sido abucheado cuando fue a votar –aun después de haber llamado a boicotear el referéndum–, Roberto de la Cruz, dirigente de la Central Obrera Regional de El Alto, también prometió huelgas, movilizaciones y pesadillas varias para el gobierno si la nacionalización no es un hecho en el corto plazo. De la Cruz es uno de los líderes que quedó más magullado después de la “fiesta democrática” de Carlos Mesa. Si antes del referéndum las versiones sobre su participación en un golpe de Estado junto a fuerzas militares y del partido FNR (Fuerza Nacionalista Revolucionaria) corrían tan sucias como el agua del río La Paz, después del abucheo parece haber perdido hasta sus propias bases.
El nivel de abstencionismo y la cantidad de votos nulos y en blanco son el otro tema de análisis durante el día después. El mismo presidente se ocupó de minimizarlo el domingo a la noche durante una conferencia de prensaaludiendo a un nivel histórico en votaciones comunes del 30 por ciento. Para otros analistas como Alvaro García Linera, muy relacionado con los dirigentes como Felipe Quispe y Evo Morales, ese cúmulo de votos que suman nulos y en blanco son los que hay que analizar puesto que son “militantes” y dejan en claro que si bien la representación de los líderes sindicales y campesinos de corte insurgente se ha opacado no desapareció. Y lo cierto es que antes del octubre negro, en agosto de 2003, fue el mismo Felipe Quispe junto a las Juntas Vecinales, quien decretó un bloqueo total que apenas hizo cosquillas. Un mes y medio después, Bolivia estallaba.

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