Lun 26.07.2004

EL MUNDO  › EL CANDIDATO DEMOCRATA SALDRA AL RUEDO EN LA CONVENCION QUE HOY SE INAUGURA

Kerry explicará por qué es el rival de Bush

La Convención Demócrata de esta semana en Boston – el jueves, John Forbes Kerry dará el discurso de clausura– estará provista de todo para darle a él la perfecta plataforma de despegue electoral. Los sondeos lo ubican en empate técnico con el actual presidente, de cara a noviembre.

Por Rupert Cornwell *
Desde Boston

En la más estricta seguridad en la historia norteamericana, John Kerry explicará esta semana detalladamente a Estados Unidos por qué debería ser el presidente 44º del país. La convención del Partido Demócrata que comienza hoy aquí es el primer encuentro de este género desde los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, y el temido blanco preferido por Al-Qaida en su presunto objetivo de desorganizar la campaña por la Casa Blanca, cuando se mueve hacia su fase decisiva.
En términos políticos, el acontecimiento, al que concurrirán cerca de 4500 delegados y tres veces más de periodistas, es poco más que una gran fiesta partidaria de lanzamiento político para los demócratas, planeado hasta el último detalle, todo para dar a Kerry la perfecta plataforma de despegue para una elección que se perfila reñida, capaz de rivalizar con la batalla épica en el 2000. En la mayoría de las encuestas, el senador de Massachusetts lidera a George W. Bush por un punto o dos, aun si el independiente Ralph Nader es incluido. Un sondeo de Wall Street Journal NBC, ayer, revierte la pauta, poniendo al presidente adelante con un 47 por ciento sobre un 45 por ciento. Sin embargo, en cualquier caso, virtualmente, el resultado está dentro del margen estadístico de error.
El discurso de aceptación de Kerry en la noche del jueves, emitido en vivo por todas las cadenas de televisión, será su mejor –y quizá su última oportunidad– de “presentarse a sí mismo” en el modo en que él elija frente a un público que todavía tiene una imagen borrosa de quién es y de qué es lo que defiende. Toda tentativa de Bush será posterior. La prioridad de esta semana es conseguir votantes independientes del centro y moverlos hacia un positivo o negativo. John Kerry debe posicionarse arriba de los “no bushistas”. Para Kerry, en su propio derecho, el puesto del presidente 44º está esperándolo.
“No quiero que se convierta en eso”, dijo el candidato al New York Times, ayer, cuando le preguntaron si estaba preocupado de que la convención se tornase en una interminable, cansadora y repetitiva perorata en contra del actual ocupante de la Casa Blanca. “Quiero que esto sea una afirmación positiva de por qué me estoy postulando y por qué quiero hacerlo para presidente.” Para el observador casual, esta semana podría ser también fácilmente una semana de encuentros republicanos. El parloteo será lubricado por 40 millones de dólares de esponsoreo corporativo, y un desfile de fiestas una más fastuosa que la otra. El programa desborda patriotismo, repleto de recordatorios de la participación del candidato en Vietnam. Todo ha sido diseñado para contrarrestar la habitual ventaja republicana en seguridad nacional y en la lucha contra el terrorismo, todavía el punto fuerte de Bush, a pesar de los reveses en Irak, y el fracaso de capturar a Osama bin Laden.
En años pasados, un abordaje tan cauteloso hubiera reencendido las eternas divisiones entre radicales y moderados entre los demócratas. Esta vez, el partido está tan unido en su deseo de desplazar a Bush de la Casa Blanca que, al menos en el hall de espera en el centro, no habrá ni una pizca de desacuerdo. La plataforma de 45 páginas de los demócratas es típicamente insulsa. Llama a la necesidad de una más amplia cobertura médica y medidas más estrictas para proteger el medioambiente, y toma el pedido de Kerry de rescindir los recortes de impuestos de Bush, para aquellos de ingresos que ronden los 200.000 mil dólares al año.
Pero en Irak –evitando tomar una postura en los méritos del caso– la plataforma apenas opina que “la gente de bien estará en desacuerdo sobre si Norteamérica debió haber ido a la guerra”. Algunos, por supuesto, querrán registrar sus objeciones con un poco más de convicción.
Pero los manifestantes serán acorralados esta semana en una área especialmente cercada, atravesando el campo deportivo donde la convención tendrá lugar, en el corazón de un área en la que las autoridadesfederales, del estado y de la ciudad, se han convertido en algo semejante a la Zona Verde de Bagdad.
Los cielos de Boston serán patrullados por ocho aviones de combate F-16, y los helicópteros de las cadenas televisivas que normalmente rondan informando sobre atascos de tránsito estarán en tierra. Docenas de calles serán cortadas, incluyendo la sección interestatal 93, la principal arteria de norte-sur del tránsito, que va desde el Centro de Flotas, que oficia normalmente de sede del hóckey sobre hielo de Boston, y los equipos de los Celtics de la NBA. Cestos de residuos han sido removidos, un número incontable de miles de policías y agentes especiales patrullará el área de la ciudad. Cerca del centro, hay también una estación de trenes de viajeros abonados. Muchos ciudadanos de Boston habrán partido malhumorados ante lo inevitable. Hasta el viernes, para la política norteamericana, al menos, la ciudad vivirá su sobrenombre “la manija del universo”, o simplemente, “la manija” para sus admiradores.
Boston es una ciudad anclada en reino demócrata, sede del clan Kennedy y capital de Massachusetts, uno de los estados más establemente demócratas.
Sin embargo, no todos los bostonianos están encantados con los cierres y los cortes, impuestos para prevenir el acontecimiento que a todos espanta –un posible (y algunos oficiales dicen probable) ataque terrorista aún ahora y en el día de elecciones, el 2 de noviembre–. Cuando Boston fue elegida para la Convención Demócrata del 2004 –tres años atrás cuando los ataques del 11 de septiembre no eran siquiera imaginables–, los fundadores de la ciudad lo vieron como una oportunidad de recaudar 150 millones de dólares. Hoy, el temor de que el encuentro pueda ser una pérdida de dinero, y, quién sabe, aún costaría votos de Kerry. Un cartel fuera del Beacon Hill Sports Club, en el pujante vecindario donde Kerry tiene su casa de 6,4 millones de dólares, lo dice todo. “Gracias por nada, Comité Demócrata Nacional. Que siga Bush.”

* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Alicia B Nieva.

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