Vie 06.08.2004

EL MUNDO

El nuevo gobierno iraquí, tentado de reabrir las cárceles de Saddam

El rebrote de la violencia en Najaf y Basora ha puesto a Irak al borde de la aplicación de la ley marcial, según indicaciones del nuevo gobierno estrenado el 28 de junio. Y hubo combates entre los rebeldes y fuerzas norteamericanas y británicas.

Por Donald Macintyre *
Desde Bagdad

El gobierno interino iraquí parecía preparado para imponer la ley marcial anoche en varias áreas del país, mientras la coalición y las fuerzas iraquíes libraban feroces batallas contra insurgentes armados, leales al clérigo radical chiíta Muqtada al-Sadr. Había claros indicios de que el primer ministro interino Ayad Allawi podría aplicar por primera vez sus controvertidos poderes de emergencia cuando anuncie sus nuevos planes para enfrentar la expansiva insurgencia el sábado. Un helicóptero norteamericano UH1 fue forzado a realizar un aterrizaje forzoso luego de ser blanco de un proyectil durante un intenso combate en la ciudad sagrada chiíta de Najaf, en el cual, según el ministro de interior Falah al-Nakib, murieron nueve insurgentes y fueron heridos 34 más. Médicos iraquíes dijeron que siete civiles también habían sido asesinados.
Al Nakib sostuvo en una conferencia de noticias ayer que él y Allawi habían tomado “las decisiones necesarias para enfrontar los desafíos”, y atribuyó el reciente levantamiento en Najaf y la feroz lucha en la ciudad norteña de Mosul a un “plan organizado para desmembrar Irak y matar al pueblo iraquí”. Y agregó: “Todos estos terroristas y asesinos están trabajando para la misma organización, sin importar los carteles que portan o qué sombreros usan”. Las alusiones a un endurecimiento fueron posteriores a la declaración del presidente interino Ghazi Ajil Alwaya de que “era el momento de usar la nueva ley de seguridad nacional”, citado por un diario iraquí ayer.
Las batallas en Najaf, las peores desde que una tregua condicional terminara con varias semanas de lucha entre Al-Sadr y las fuerzas norteamericanas dos meses atrás, gatillaron la violencia, cuando varios hombres armados tomaron control de parte del suburbio chiíta de la ciudad de Sadr e hirieron a siete soldados norteamericanos.
En el sur del país, según un vocero de las fuerzas de Sadr, soldados británicos habrían matado a un insurgente y herido a otros, luego de que fueran emboscados por una patrulla armada, mientras que testigos informaron sobre acuerdos entre las tropas británicas y el ejército de Mehdi de Sadr en el norte de la ciudad. El vocero de la insurgencia había amenazado con que sus “1000 guerreros” estaban listos para atacar a las patrullas británicas en Basora si los cuatro milicianos detenidos no eran liberados. En Amarah, también en la zona militar británica, los insurgentes se apoderaron de las calles y dispararon contra los edificios gubernamentales, luego de que los líderes del ejército de Mehdi, por medio de sus voceros en las mezquitas, apelaran a sus miembros para movilizarlos.
Tanto Nakib como un funcionario norteamericano afirmaban obstinadamente ayer que la lucha en Najaf había empezado porque los insurgentes habían atacado una comisaría de la ciudad con morteros, granadas de propulsión misilística y armas de fuego. La fuente militar norteamericana dijo que las fuerzas iraquíes habían apelado a las fuerzas norteamericanas luego de repeler dos ataques de los insurgentes.
Mientras que Nakib dijo que las fuerzas iraquíes estaban listas para arrestar “a todos los criminales, incluyendo Al Sadr”, el funcionario norteamericano manifestó que las fuerzas no han estado persiguiendo para detener a Al Sadr, buscado por su presunta conexión con el asesinato de un clérigo rival chiíta. El ejército norteamericano ha negado con énfasis que rodeara deliberadamente la casa de Al Sadr durante los acuerdos del martes.
A través de una nota belicosa, Al Nakib dijo ayer que la policía iraquí y sus fuerzas de apoyo habían ganado “gloriosas victorias” en las batallas en curso y culpó a estados vecinos de los iraquíes, sin nombrarlos, de avivar la insurgencia. Dijo que había libaneses e iraníes entre losinsurgentes capturados. También criticó duramente a los canales árabes de televisión por su cobertura de la insurgencia. En referencia mordaz a Al Jazeera y Al Arabiya, pero sin nombrarlos, Al Nakib dijo que la transmisión de videos hechos por secuestradores describían a los iraquíes al mundo como “salvajes” y fortalecían a los insurgentes. Hubo indicaciones de los aliados de Allawi de que alguna forma de censura podía ser impuesta e incluso hubo amenazas de cerrar la oficina de Al-Jazeera en Bagdad, si su cobertura no cambia.

* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Alicia B. Nieva.

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