EL MUNDO
› OPINION
Peligro, inflamable
› Por Claudio Uriarte
La pulseada político-judicial entre el Kremlin y el gigante petrolero Yukos, la guerra en Irak, la amenaza de nuevos golpes terroristas y la inestabilidad en Nigeria y Venezuela son nada más que chispazos volando en medio de la tormenta de un mar de petróleo altamente inflamable, cuyo motivo de fondo es el aumento de la demanda de India y China y su continuidad en las economías avanzadas altamente petrodependientes como Estados Unidos, Europa y Japón; la Agencia Internacional de Energía prevé un aumento del 3,2 por ciento del consumo, a 81,4 millones de barriles diarios, lo que junto a la debilidad de la OPEP para aumentar su producción brindan el escenario para que cualquier crisis se convierta en estimulante de un mercado que claramente está apostando –especulación mediante– a un precio de 50 dólares por barril. Ese sostenido nivel de la demanda continuará –por lo menos, hasta que el precio del petróleo esté tan alto que la ahogue, lo que está lejos de ocurrir aún–, razón por la cual la divisa del mercado seguirá siendo por un buen tiempo la inestabilidad hacia arriba.
Dentro de esto, el candidato demócrata John Kerry presentó ayer, con bombos y platillos, su propuesta de política energética, rematada por la consigna marketinera de que “ningún joven en uniforme debe terminar como re-rehén a causa de nuestra dependencia del petróleo de Medio Oriente”. Prevé dos cosas: una diversificación de las fuentes de suministro –sustituyendo a villanos certificados como Arabia Saudita por Africa y Rusia– y el desarrollo de nuevas fuentes de energía, preferiblemente –aunque no siempre, como en el caso de la nuclear– que sean no contaminantes. Kerry también golpeó a George W. Bush acusándolo de llenar desmesuradamente la Reserva Estratégica de Estados Unidos en lugar de liberar más petróleo de modo de producir una baja de los precios. Esto es importante en un año electoral, si empieza al menos el recuerdo de las largas colas de automóviles ante las gasolineras que signaron los shocks de 1973 y 1975. Pero Kerry debe saber tan bien como Bush que las compras a Arabia Saudita se basan simplemente en que se trata del mejor petróleo, el más barato y el más fácil de extraer; cámbiese la fuente y se tendrá un precio del petróleo igual o más caro. Y la Reserva Estratégica opera en realidad como un dique frente a la posibilidad de precios aún más altos ante las debilidades de la refinación en EE.UU. y la creciente presión especulativa. En la espiral de precios en despliegue, no existen respuestas fáciles.