EL MUNDO
› PREOCUPACION POR EL GOLPE EN ARGENTINA Y AMERICA LATINA
El año 2002 nos encontró muy unidos
En contraste con EE.UU., que consideró que el desenlace en Venezuela no es un golpe, la clase política argentina y los países del Grupo de Río condenaron la ruptura de la institucionalidad.
“Es un golpe que espero tenga una resolución democrática.” Así, sin rodeos ni eufemismos, el presidente Eduardo Duhalde se refirió ayer al derrocamiento de su par de Venezuela, Hugo Chávez. El mandatario argentino se manifestó acerca de la situación venezolana, a la cual calificó como “preocupante”, al arribar a Costa Rica para participar de la Cumbre de Jefes de Estado del Grupo de Río, donde advirtió también que ese tipo de rupturas del orden institucional “no favorecen a nadie ni a nada”. En sintonía con Duhalde se pronunció el embajador argentino en la Organización de los Estados Americanos (OEA), Rodolfo Gil, y reflexionó que “si en América latina no hacemos carne y no internalizamos la idea de que debemos funcionar bajo el imperio de la ley, que debemos ser esclavos de la ley, y más cuando esta ley es la Constitución, malos tiempos nos esperan”. Por su parte, el radical Rodolfo Terragno descartó que se fuera a producir “un efecto contagio en la Argentina”, mientras que la UCR alertó que “corre serio peligro el sistema democrático” venezolano.
La pregunta sobre cuál era su impresión de la situación planteada en Venezuela fue la primera que le realizaron al llegar a la reunión de mandatarios latinoamericanos que se celebra en San José y Duhalde no se quedó en medias tintas: “No es una impresión, es una constatación; es un golpe que espero tenga una resolución democrática, que se llame a elecciones y que sea el pueblo de Venezuela el que elija quién debe ocupar la presidencia”, contestó. Duhalde reconoció que “sin duda, el ex presidente de Venezuela era muy hábil para generarse enemigos”, aunque remarcó que “de todas maneras, los golpes no sirven” y agregó: “Lo digo desde la experiencia vivida en mi patria”. En ese sentido recordó que en la Argentina “quienes realizaban los golpes y, a veces un sector importante de la población, querían encontrar en esos golpes militares una solución, pero siempre vinieron a agravar los problemas, y lo mismo pasó en el resto de América”.
Sobre la posición que adoptará la Argentina frente a las nuevas autoridades de Venezuela, Duhalde se mostró cauteloso: “No hay aún decisión del gobierno argentino sobre el reconocimiento al nuevo gobierno venezolano –dijo–. Recién hemos tenido una constatación fehaciente del cambio institucional en ese país y tenemos que considerarlo; nos estamos informando de la cuestión”. De todos modos, dio una pauta sobre los pasos que se propone dar al opinar que la OEA “tiene que reunirse para tratar la cláusula democrática de Lima, que exige que haya una reunión porque los estados americanos se han democratizado y queremos seguir en este camino”.
Precisamente, el embajador argentino ante ese organismo consideró que “sin lugar a dudas habrá una reunión de emergencia del consejo de la OEA” y manifestó su “desánimo y dolor por ver que un sector de nuestro subcontinente pareciera retrotraerse a épocas superadas”, además de expresar su malestar por “volver a ver a los militares en ropa de fajina, rodeando a un señor no elegido por la ciudadanía y deponiendo a un presidente”, en alusión al designado mandatario venezolano Pedro Carmona.
Gil lamentó que el presidente de Venezuela “haya sido destituido de una manera totalmente no prevista por la legalidad” y aclaró que su forma de pensar va “más allá de los juicios de valor que puedan corresponder al señor Chávez”. El diplomático destacó que “la sociedad venezolana y su sistema político están fracturados y estas fracturas a veces tardan tiempo en soldarse” y estimó que la crisis de Venezuela “se viene incubando desde hace rato por un divorcio entre la sociedad y el gobierno”.
Similar análisis realizó Terragno. El senador radical recordó que el origen del gobierno de Chávez fue el proceso que se dio en Venezuela “de deslegitimación de los partidos y de búsqueda de alguien que no tuviera nada que ver con la política que emergiera como algo distinto, con un discurso diferente y con una actitud que denotaba autoridad y una posición incorruptible”, pero que después “ese gobierno mostró no sólo autoritarismo, mesianismo y culto a la personalidad, sino además una gran incapacidad para manejar la economía”. Terragno evaluó que “es muy difícil creer que se va a producir un efecto contagio” por tratarse de situaciones distintas. “Chávez –razonó– parecía un dictador de los años 50, no un gobernante de los años 90, mientras que el ‘fenómeno argentino’ es el opuesto: la Argentina venía de una dictadura muy fuerte y pasó a un sistema democrático.”
El radicalismo sostuvo que los hechos que llevaron a la caída de Chávez “deben tomarse como premisa de que no habrá solución a los problemas que atraviesa Venezuela, ni ningún país latinoamericano, si no se enmarcan en las instituciones de su nación y su constitución”. En un comunicado titulado “La UCR junto al pueblo venezolano”, ese partido manifestó su “preocupación ante la grave crisis institucional” que atraviesa ese país y llamó a sus ciudadanos “a defender el respeto de los derechos humanos y constitucionales, mantener la paz interior y consolidar las bases democráticas de toda la región”. Además, expresó que “la soberanía venezolana como sus derechos humanos deben ser respetados y no pueden ser puestos en riesgo por intereses oligopólicos del mercado petrolero”.
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