Lun 16.08.2004

EL MUNDO  › GEORGE BUSH ENFRENTO EL HURACAN “CHARLEY” PARA GANAR PUNTOS

Usar una catástrofe para crear otra

El presidente norteamericano intentó capitalizar el último desastre climático de Florida en pos de su sueño de reelección en noviembre.

Por David Usborne*
Desde Orlando

El presidente George Bush voló al suroeste de Florida ayer, en una misión que involucraba tanto la política como la compasión con un área devastada por el huracán del fin de semana. Acompañado por Jeb Bush, su hermano y gobernador del estado, y por Mike Brown, director de la Agencia Federal de Control de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés), el presidente recorrió –por helicóptero y por tierra– los condados de Charlotte y Lee, que sufrieron el mayor daño por el huracán “Charley”, en la tarde del viernes. Hizo una breve visita de mañana, en tanto un enorme campo de la Florida central, arrasado por la tormenta, luchaba por emerger de las ruinas y los escombros. La cifra oficial de muertos se mantenía en trece, y al menos dos millones de los que residían en el camino de la tormenta, desde la costa del Golfo hacia el Atlántico, seguían sin electricidad. Se espera que el costo de la reconstrucción exceda los 10.000 millones de dólares.
Para Bush, enfrentar las secuelas de “Charley”, el peor huracán que ha azotado a Florida en doce años desde el huracán “Andrew” en 1992, podría ser crucial para sus expectativas de ganar las elecciones presidenciales de noviembre. Las últimas encuestas mostraban a su rival, John Kerry, con un estrecho margen en el estado. Bush atenderá las arduas lecciones aprendidas por su padre, que fue severamente criticado ante el huracán “Andrew”. En agosto de 1992, tres meses antes de perder la contienda contra Bill Clinton, George Bush padre fue criticado por visitar la región más dañada por la tormenta en el sur de Miami y rápidamente partir de nuevo.
Luego de “Andrew”, incluso, hubo fuertes quejas de los funcionarios locales de que las agencias federales, lideradas por FEMA, reaccionaron muy lentamente en dar asistencia al área. En ciernes de ser elegido, Bill Clinton convirtió la reforma de FEMA, que supervisa todas las emergencias en el país, en una prioridad.
Algunos expertos han advertido que Bush enfrentaba el desafío de disipar la noción de que estaría tratando de sacar rédito político de la tragedia humana producida por la tormenta. Si lograra eso, “Charley” podría terminar ayudándolo a recuperar el apoyo en el estado que le fue arrancado a Al Gore en el 2000 por sólo 537 votos.
“Los viajes políticos más útiles de todos, son los ‘no políticos’”, comentó Larry Sabato, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Virginia. “Los presidentes nunca se ven mejor que cuando parecen estar actuando con resolución en situaciones como ésta.” Pero con Jeb a su lado ayer, el presidente enfrentó una ardua tarea para evitar dar la impresión de que estaba politizando la tormenta. Quizá lo más crítico, sin embargo, fue el desafío de asegurar a tiempo la asistencia al estado lo más rápidamente posible. El presidente Bush ya había declarado en 20 condados en Florida que las áreas federales del desastre recibirían millones de dólares de ayuda. Con más urgencia, el FEMA ha estado bajo presión para proveer de alojamiento de emergencia a más de 10.000 personas sin techo, muchas en casas rodantes, que fueron destruidas por la tormenta costera de categoría 4, en el condado de Charlotte, cuyos vientos fueron mayores de 180 mph.
“La vida de la gente está patas arriba”, dijo Bush, parado frente a la casa de Gary Nikols en Punta Gorda, una ciudad de quince mil habitantes que sufrió la peor devastación. Nikols, de 51 años, había asistido a la iglesia local el viernes a la noche, y había retornado, para encontrar su casa intacta. Bush fue rápido para alabar la tarea del personal de emergencia estatal y, en extensión, a la administración de su hermano. “Hay mucha ayuda en movimiento en esta parte del mundo”, dijo, antes de abandonar el helicóptero en Fuerte Myers, donde abordó el Fuerza Aérea Uno y retornó a Washington. Aunque la peor de las calamidades ocurrió en Punta Gorda, y en los alrededores del puerto de Charlotte, muchas otras partes del estado trataban de recuperarse de la furia del huracán. Gran parte de Orlando proseguía sin energía y varias áreas no tenía abastecimiento de agua potable. Orlando, que vio a sus principales parques temáticos, incluyendo Disneyworld, reabrir sus puertas nuevamente el sábado, no había visto vientos huracanados tan fuertes en 40 años.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Alicia B. Nieva.

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