Sáb 21.08.2004

EL MUNDO

Los insurgentes que vos vencéis

El gobierno iraquí dijo haber disuelto la revuelta de Muqtada al Sadr en Najaf, pero sus propios amigos norteamericanos lo negaron.

Por Donald Macintyre *
Desde Najaf

El ejército de Estados Unidos y voceros del clérigo radical chiíta Muqtada al Sadr negaron anoche una sorprendente declaración del Ministerio de Interior iraquí que decía que sus propias fuerzas de seguridad se habían hecho cargo del santuario del imán Alí en Najaf, tomando a 400 insurgentes prisioneros, y que estaban a punto de terminar una batalla de 15 días por el control de la ciudad. En un día en el que los combates entre los insurgentes y las fuerzas de Estados Unidos habían continuado alrededor de la antigua ciudad de Najaf, los informes desde adentro del complejo no podían corroborar la afirmación, después de una noche de bombardeos pesados que los funcionarios en el Ministerio interino de Salud indicaron que habían costado más de 70 vidas.
Mientras que el número de “escudos humanos” partidarios de Al Sadr dentro del santuario y su patio parecía haber decrecido, cientos permanecían adentro del complejo y el insurgente Ejército de Mehdi de Al Sadr seguía patrullando las calles que conducían al santuario, intercambiando disparos con las fuerzas de Estados Unidos. La declaración del Ministerio del Interior iraquí fue seguida por la confirmación de las fuerzas de Al Sadr de que estaban formalmente entregando las llaves del santuario mismo a los mayores clérigos chiítas en la ciudad. Aunque para las últimas horas de la tarde no se repitieron los bombardeos de las fuerzas estadounidenses de posiciones en el centro de la ciudad, tampoco hubo alguna señal inmediata que sugiriera que finalizaba el combate. Los informes llegaron mientras el Ministerio de Salud anunciaba que 77 personas habían muerto y 71 resultaron heridas durante las últimas 24 horas. Se presume que la mayoría de las bajas ocurrieron durante los bombardeos del jueves a la noche a las posiciones del Ejército de Mehdi en la ciudad, los más intensos desde que comenzaron los combates hace dos semanas.
Un poco antes, Ahmed al Shaibany, un lugarteniente próximo a Al Sadr, dijo que estaba en camino a la oficina del gran ayatolá Alí al Sistani, el clérigo musulmán chiíta más venerable de Irak, para ofrecer a los oficiales presentes ahí las llaves del santuario. Añadió: “No queremos tranquilizar al gobierno. Queremos tranquilizar al pueblo iraquí”. Los asistentes del ayatolá, que está en Londres desde la semana pasada por un tratamiento del corazón, dijeron que necesitaban discutir la forma en que se podía implementar la entrega. Pero el jeque Hamed Khafaf añadió desde Londres que la autoridad religiosa que responde al ayatolá sería “positiva sobre este tema para ayudar a resolver la presente crisis”.
En el hospital Al Hkeen de Najaf, un médico de Bagdad, que dijo que se había presentado como voluntario para trabajar aquí durante la emergencia pero que declinó dar su nombre, dijo que sólo cinco de los más de 70 heridos por los fuertes bombardeos en el centro de la ciudad que terminó temprano ayer habían sido llevados hasta ese momento al hospital. Todos vivían en la periferia de la zona afectada y había sido imposible llevar a la mayoría de las bajas desde la ciudad antigua, dijo. Agregó que una de ellas, un hombre con graves heridas en la cabeza, había muerto después de que se decidiera que no era seguro trasladarlo al hospital en la ciudad de Hilla, a unos 50 kilómetros, para neurocirugía. Como resultado, la mayoría de los pacientes heridos en el hospital parecían ser civiles que habían sido heridos durante la semana en ataques que fueron atribuidos por el ejército de insurgentes del Ejército de Mehdi contra las fuerzas de Estados Unidos. Las bajas incluyeron a 35 policías iraquíes heridos por ataques de morteros en los cuarteles de policía el jueves, que fueron trasladados a una base estadounidense cercana para ser tratados.
Un hombre con manchas de sangre todavía en su pecho, Amer Mohammed Abed, de 46 años, tratado por heridas de esquirlas en su estómago y su brazo, dijo que se había trasladado desde su casa por los repetidos ataques de morteros al cuartel de policía de allí cerca, pero que había regresadoayer a la mañana, cuando un mortero impactó en su calle cerca de las 10 de la mañana. Dijo: “Debemos trabajar juntos y debe haber un trato entre las fuerzas de la coalición y Muqtada Al Sadr. Siempre oigo decir que la gente del gobierno va a hacer algo, pero nada sucede”. Otro paciente de 25 años que sufrió heridas en el pecho y las piernas en un segundo ataque de morteros, en una casa cerca de la suya el martes, cuando había ido a investigar otra unos pocos minutos antes, fue más crítico del Ejército de Mehdi.
El paciente, que dio su nombre a pesar de las señales de nerviosismo sobre el tema por parte de los funcionarios de hospital presentes, dijo: “No quiero decir nada sobre el Ejército de Mehdi. Pero no son los estadounidenses los que están atacando las casas de la gente”. Agregó que no culpaba personalmente a Muqtada al Sadr, pero creía que algunos de sus combatientes eran “baazistas a los que no les gusta el chiísmo”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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