Dom 22.08.2004

EL MUNDO

“Evo puede ganar si logra representar a toda Bolivia”

El presidente boliviano, Carlos Mesa, asumió el año pasado como producto de un levantamiento campesino. Página/12 lo entrevistó para conocer su balance de diez meses de gobierno.

Página/12
en Bolivia
Por Lindsay Reed
Desde La Paz

Carlos Mesa ascendió a la presidencia después de la ola de revuelta popular que tumbó a Gonzalo Sánchez de Lozada en octubre del año pasado. Parecía un mandatario de transición, profundamente jaqueado, pero ha logrado sobrevivir indemne a los desafíos de un país y una situación de gran complejidad. En esta entrevista da su visión de los problemas.
–En su último discurso, usted habló de una lección que había aprendido a raíz de los eventos de octubre del año pasado. ¿En qué consiste esta lección?
–Primero, respeto de los derechos humanos y respeto a la vida. Esto es un aspecto fundamental que no se puede perder de vista, y en una sociedad en crisis imponer la fuerza del Estado de forma violenta no ha dado los resultados esperados, ni en el gobierno de Sánchez de Lozada ni en el gobierno del presidente Quiroga, ni en el gobierno del presidente Banzer. Segundo, estamos ante la evidencia del final de una etapa del modelo económico. El modelo económico dogmático del neoliberalismo no funciona y hay que cambiarlo, pero eso no quiere decir que no funciona todo. Hay cosas de ese modelo que no funcionan. La economía abierta sigue. Seguimos con el desafío de insertarnos en un mundo globalizado, pero tenemos que darle un papel diferente del estado. Tercero, el concepto de que hay una idea de nación que hay que recuperar, no una idea decimonónica del siglo 19 de nación, sino una idea moderna, pero en la que todavía tienen valor elementos como el concepto de estrategia y recursos estratégicos. Cuarto, el enfoque con nuestra relación no puede ser el mismo antes de octubre que después de octubre. La posición del pueblo boliviano fue muy clara en este tema, y con Chile tenemos que discutir la cuestión del mar sobre la base de discutir la cuestión de la soberanía, con mente abierta, con mente integradora, con flexibilidad, pero entendiendo que la soberanía es un punto fundamental.
–Usted fue un defensor de la política de capitalización de Gonzalo Sánchez de Lozada y eligió ser su vicepresidente. Pero últimamente ha criticado las políticas económicas de libre mercado de los ’90. ¿A qué se debe este cambio? ¿Fue el día 17 de octubre que de repente se dio cuenta de que el modelo neoliberal no daba más?
–El tema de la capitalización hay que analizarlo en lo que tuvo de bueno y en lo que tuvo de malo. La capitalización tuvo muchas cosas buenas. Un primer elemento que fue el no hacer una privatización total como ocurrió en Argentina o en Perú. Tan es así que si no hubiese habido capitalización, no tendríamos los 800 millones de dólares que nos permiten fortalecer Yacimiento Petrolíferos Fiscales Bolivianos. Punto número dos: la capitalización tuvo un elemento muy importante de compromiso social que se llama Bonosol. El Bonosol es un mecanismo que permite jubilación a todos los bolivianos sin excepción alguno, porque es un pago anual que tu haces a todas las personas mayores de 65 años, hayan o no cotizado a la seguridad social o al ámbito estatal. Tercero, la capitalización permitió una inversión muy importante de dinero, 3000 millones de dólares, que hicieron que las reservas del gas se multiplicaron por 10. En consecuencia, hay cosas de la capitalización que defendí y hoy en día no me retracto un milímetro de la defensa que hice. ¿Qué es lo que falló en la capitalización? Primero, la transparencia. No se manejó el proceso con la transparencia necesaria. Segundo, y más grave, el grado de concesionalidad que el Estado boliviano les dio a los inversionistas que trabajaron la capitalización que generó un nivel impositivo excesivamente positivo para las empresas y muy poco positivo para el estado boliviano. El tercer elemento en que falló la capitalización es que era un camino hacia la privatización definitivo, y la necesidad de recuperar la idea de elemento estratégico del gas nos plantea la fuerza del estado otra vez.
–La política antidroga en Bolivia según muchos ha fracasado en muchas áreas. Yo quisiera saber por qué.
–¿En qué ha fracasado?
–Bueno, por ejemplo, el desarrollo alternativo.
–¿En qué ha fracasado? El desarrollo alternativo tiene más de 150.000 hectáreas que en este momento están produciendo cítricos, palmitos, etcétera. Una cosa es que no ha cumplido todos sus objetivos, una cosa es que hay mucho camino por adelante, una cosa es hay que abrir mercados y otra cosa es que ha fracasado.
–Pero, ¿va a seguir con la misma política de la erradicación de coca en el Chapare, y qué cambios propone para la política antidroga?
–El tema de la erradicación de la coca es parte de una política del Estado que no va a cambiar. La coca ilegal es coca ilegal. La coca que se está plantando fuera de las áreas tradicionales es coca ilegal. En consecuencia, es un proceso de erradicación en el que hay que incluir sin ninguna duda el diálogo, concertación, búsqueda de acuerdos. No se trata de entrar simplemente a erradicar la coca porque hay que hacerlo donde hay cuestiones económicas, donde hay cuestiones sociales y cuestiones políticas. Hay que evolucionar hacia un desarrollo alternativo integral. ¿En qué consiste el desarrollo alternativo integral? Consiste en que por primera vez los municipios productores de coca toman decisión y administren los fondos del desarrollo alternativo junto con la cooperación y con el gobierno. Hasta ahora solamente ha trabajado la cooperación y el gobierno sin tomar en cuenta los municipios. Los municipios tienen una estructura del desarrollo que hay que plantear.
–¿Cómo ve a Evo Morales? ¿Es el radical a que se refieren algunos en la embajada estadounidense y en Washington o alguien que podría cumplir el sueño que usted ha planteado de que un indígena llegue a la presidencia?
–Sin ninguna duda, Evo hoy es un protagonista muy importante de la política boliviana. Es un hombre que tiene opciones muy significativas para la presidencia de la república, pero junto a él hay otros candidatos. Pero, sin duda, Evo podría ganar una elección si mantiene una línea de compromiso democrático. Allí él tiene que medir exactamente lo que representa, las posibilidades de un discurso en relación con la clase media. Evo Morales tiene dos desafíos fundamentales. Que la clase media boliviana acepte a Evo como un representante equilibrado del futuro de Bolivia y que el oriente boliviano, el norte de Bolivia y el sur de Bolivia lo asuman como representante de los intereses de todos los bolivianos. Y éste es un camino que todavía tiene que recorrer. En la medida que él oriente su discurso, tendrá o no éxito. Y en eso cualquier posición que sea extrema en una u otra dirección, a la derecha o a la izquierda, en función de un discurso indigenista o un discurso ultranacionalista puede generar una enajenación de la voluntad popular.
–James Hill, jefe del Comando Sur de EE.UU., dijo en marzo ante el Congreso de EE.UU. que “si los radicales siguen secuestrando al movimiento indígena, vamos a encontrarnos enfrentados con un narco-estado que apoya la cultivación ilimitada de la hoja de coca”. ¿Esta es una preocupación que usted comparte?
–La democracia es un mecanismo que permite la participación del voto de la gente. Si la gente votó por Evo Morales, esto tuvo el segundo lugar en las elecciones del 2002. Ahora vamos a tener elecciones municipales. Es la elección del pueblo que hay que medir. Si el pueblo le da la espalda a Evo Morales, obviamente las opciones de Evo serán distintas. Pero aquí estamos hablando de un mecanismo democrático. Si garantizamos que el mecanismo democrático sea libre, transparente, el que gane, gana. Y el discurso de quien gane es lo que refleja lo que la mayoría quiere.

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