Por José Manuel Calvo*
Desde Washington

La afirmación del vicepresidente Dick Cheney de que una victoria de los demócratas en noviembre “aumentaría el peligro de que nos golpeen de nuevo”, sugiriendo que John Kerry no es lo suficientemente agresivo como para disuadir a los terroristas, causó ayer la indignación del Partido Demócrata y la protesta de John Edwards, candidato a la vicepresidencia. “Las tácticas del miedo de Cheney han atravesado una frontera y demuestran una vez más que él y George Bush harán cualquier cosa para seguir en sus puestos.”
En palabras de Edwards, lo hecho por Cheney es “antiamericano”. “La protección de EE.UU. del terrorismo no es un asunto demócrata ni republicano, es un asunto norteamericano, y ambos deberían saberlo. Kerry y yo protegeremos a este país y no dividiremos a los estadounidenses al hacerlo.” Cheney dijo en Iowa que el peligro es que los terroristas ataquen otra vez, porque “será devastador para EE.UU.”, y que el riesgo es “caer en los esquemas mentales previos al 11-S, de que los atentados terroristas son sólo actos criminales y que realmente no estamos en una guerra”.
El vicepresidente asumió desde el principio –como es habitual en el reparto de tareas del “ticket”– el papel de perro de presa, para ahorrarle al presidente tener que asestar los golpes más sucios; prácticamente ignora a Edwards y dirige todos sus dardos contra Kerry. Aunque Cheney es impopular en EE.UU. –maneja los hilos de la Casa Blanca con un perfil público muy bajo, jugó un papel decisivo en la estrategia bélica y su antigua empresa, Halliburton, se llevó sin concurso la parte del león de los contratos de reconstrucción–, es eficaz a la hora de motivar a la base más radical de su partido y de quitarles los complejos sobre la guerra. El mensaje de Cheney y de los republicanos –Kerry no es de fiar, no hay que cambiar de liderazgo en estos tiempos– ha calado por ahora lo suficiente como para invertir la dirección de los sondeos y proporcionarles un arranque del último tramo de la campaña en condiciones notablemente mejores que las que tenían hace tres meses.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.