EL MUNDO
› LA GUERRA DE LAS ONDAS EN EL TRAMO FINAL DE LA CAMPAÑA
Vea y oiga de todo sobre el otro
Las campañas mediáticas republicana y demócrata apelan al estilo de ataque por la negativa contra el adversario. Tocando temas internos (salud, medicina, otros) y externos como el espinoso Irak, los marketineros de Bush y Kerry no escatiman en recursos.
› Por Eduardo Febbro
Los estrategas de la comunicación de los dos candidatos presidenciales no juegan con las alusiones veladas o los ataques a medias tintas. Cuando se trata de vender la imagen propia, no hay mejor método que hacerlo atacando al adversario. Mucho se ha hablado sobre los spots publicitarios preparados por uno u otro equipo de campaña. Los que están destinados a la comunidad hispánica de los Estados Unidos (40 millones de personas) tienen condimentos suplementarios. Demócratas y republicanos han gastado más de 15 millones de dólares en campañas destinadas al mundo hispano y suelen organizar “puestas en escena” callejeras de un gusto limitado. A la entrada de una oficina de campaña demócrata de un barrio popular de Miami, un montón de tachos de basura recibe al visitante. Escrito a mano y pegado sobre una de las bolsas, un cartel anuncia “pongamos a Bush aquí adentro”.
Radio, prensa escrita, afiches o televisión, los dos partidos políticos sacaron una polifónica artillería. Comparativamente con el esto del país, Miami es la ciudad estadounidense donde se han desplegado más anuncios. Las campañas no son ni rosas o edulcoradas sino frontales. Bush y Kerry se enfrentan a golpes de argumentos muy agresivos: guerra de Irak, impuestos, terrorismo, seguros médicos o Cuba, nada falta en el menú de los medios de comunicación. La problemática del régimen castrista ocupa un lugar destacado entre las “herramientas” de comunicación de la propaganda. Los republicanos iniciaron las hostilidades con un anuncio que presenta a John Kerry como un aliado de los comunistas. Mientras una catarata de imágenes desfila a toda velocidad mostrando escenas “comprometidas” de la vida del demócrata, una voz en off dice: “El senador Kerry fue a estrechar la mano de Daniel Ortega, títere de Fidel Castro”. Una foto de Kerry junto a héroes comunistas de Vietnam permanece expuesta en Saigón. “¿Es ésta la persona que quiere proteger a Estados Unidos del terrorismo? Vote por la dignidad, vote por un verdadero líder que ha rescatado el orgullo y el patriotismo de Norteamérica. Vote por George. W. Bush.”
Si las menciones republicanas al régimen de Fidel Castro y a la supuesta “tolerancia” de Kerry frente a los comunistas son constantes, los demócratas, a su vez, se han puesto a denunciar la utilización que los consejeros de Bush hacen de Cuba. Y una campaña lo recuerda explícitamente. Un spot publicitario muestra a un cubano trabajando mientras que, desde una radio encendida, una voz dice repetidamente y con fondo de música cubana: “Mira, mi hermano, te aseguro que el año que viene estamos en Cuba con los republicanos”. De pronto, la voz y la música se interrumpen y otra voz en off aparece diciendo: “¡Basta ya! Llega un momento en que uno no puede seguir cruzado de brazos. Hay que asumir responsabilidades. Yo ya lo hice, ¿y usted? Diles a los republicanos que paren la demagogia sobre Cuba”.
La temática nacional, principalmente aquella que atañe a los problemas que preocupan a los hispanos, también figura en el menú de la guerra de las ondas. Impuestos y seguro médico son los ciclos predominantes. Los republicanos acusan a Kerry de asfixiar a los contribuyentes y así lo hacen saber. Un anuncio poco convincente argumenta: “Empecé a recibir papeles de los impuestos, las licencias, los impuestos de seguridad. ¿Por qué el gobierno no nos deja trabajar en paz en nuestro negocio? Además de los enormes impuestos, los reglamentos y regulaciones nos volvían locos. ¿Qué hicieron los demócratas para ayudarnos? Absolutamente nada”.
A esos “amigos” de los sueños, los herederos de Kennedy responden con otro aviso, consagrado al seguro médico. Una mujer con voz de ángel cuenta: “Cuando tuvo la oportunidad de reducir los precios de las medicinas, no lo hizo. Bush, en cambio, favoreció a sus verdaderos amigos, las compañías farmacéuticas y de seguros. No necesitamos a un amigo en la Casa Blanca. Necesitamos a un presidente que se preocupe y haga algo por nuestra salud. Y ése es John Kerry”.
La guerra en Irak cuenta también con espacios reservados, aunque menos frontales debido a la inestabilidad que impera en el país y a las víctimas norteamericanas. Pero los demócratas han sabido deslizar su mensaje sin atacar directamente a Bush o poner en tela de juicio la guerra. Una publicidad radial emitida constantemente en las radios hispanas ha adoptado un tono dramático. Con el fondo sonoro de explosiones y sirenas, una voz elegante y dulce asegura: “Miles de latinos y latinas se han unido a la lucha. Casi cien han fallecido. ¿Y para qué? ¿Sería para que hubiera democracia en Irak? ¿O no sería para que las corporaciones como Hali Burton pudieran ganar miles de millones de dólares? Sea lo que sea, lo seguro es esto. El próximo 2 de noviembre puedes honrar el sacrificio que han hecho nuestros jóvenes con simplemente votar”. En esta última semana de campaña se prevén anuncios suplementarios, más ultrajantes y más caros. Los electores no ganan en información, pero los grandes medios de comunicación llenan sus arcas.
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