Dom 07.11.2004

EL MUNDO  › COMO SE USA INTERNET PARA CAUSAR MIEDO EN OCCIDENTE

Surge el nuevo terrorismo ciberespacial

Por Alois Jug *
Desde Madrid

Es una ofensiva en regla. Día tras día, el bombardeo se repite: amenaza y reivindicación de atentados; llamamiento a la guerra santa; anuncio de secuestro; ultimátum; súplica de rehenes; anuncio de su decapitación; anuncio de la próxima difusión de la decapitación; video en el que se ve la decapitación. Reales o ficticios, todos los mensajes aparecen en el nuevo frente abierto por los terroristas: la Internet. Una nueva estrategia que ha tomado desprevenidos a los países occidentales.
“El objetivo es atemorizar a la sociedad, para que la gente se sienta insegura. Y lo logran”, explica Nimrod Raphaeli, analista del Instituto de Investigación de los Medios de Oriente Medio (Memri, en sus siglas en inglés), un grupo con sede en Washington que registra y analiza los sitios web islamistas. “Es una guerra psicológica sin precedente. Estemos donde estemos, nos pueden alcanzar”, señala. Según Raphaeli, los terroristas usan el método de la decapitación por ser el más impactante. Lo difunden en la red porque es la única vía de la que disponen, asegura.
¿Cómo combatir esa nueva amenaza? Raphaeli parece pesimista. “Es un enemigo invisible. Va y viene. Cerrás un sitio y al día siguiente vuelve a abrir en otro lugar.” Muchas de las informaciones que aparecen en la red son falsas, pero como no hay forma de verificarlas, es difícil distinguir entre lo real y lo ficticio, explica. En todos los casos, el impacto está asegurado. Localizar a los que se esconden detrás de los miles de sitios web islamistas es una tarea casi imposible, lamenta.
El proveedor de acceso de islamic-minbar es la sociedad Net4all, con sede en la ciudad suiza de Lausana. El director de la compañía, Patrick Mayer, explica que cuando se dieron cuenta, a través de la prensa, de lo que se publicaba en el foro, primero contactaron a las autoridades y luego decidieron cerrar el sitio. “Esto ya tomaba demasiada importancia, y queríamos evitar ataques a nuestro servidor, lo que, de hecho, ocurrió.” Para alquilar un espacio en el servidor, la transacción se efectúa en línea. El cliente da un nombre, una dirección de correo electrónico, un teléfono y, generalmente, paga con tarjeta de crédito, un elemento que, en teoría, podría permitir localizarlo. En el caso de islamic-minbar, el cliente, al parecer, no buscaba mantener el anonimato. Moez Garsallaoui, un tunecino residente en Lausana, dio sus datos personales. Garsallaoui dice que no se siente responsable por lo que apareció en el sitio. “Es un foro de discusión abierto a todo el mundo, cualquiera puede intervenir.” Sobre su ideología, no quiere expresarse.
Bajo la ley suiza, el dueño del servidor no es responsable de los contenidos que aparecen en los espacios que alquila. En cuanto al responsable del foro, la cuestión queda abierta. “Nuestros expertos no se ponen de acuerdo, unos dicen que sí y otros que no”, explica Sabine Zaugg, la portavoz del Departamento Federal de Justicia suizo.
Esta es la situación cuando el creador del sitio se molesta en dejar sus datos personales. Pero en la mayoría de los casos, el responsable se encuentra en otro país que el servidor y usa datos falsos. Remontar la pista se convierte entonces en pura ilusión. Además, como explica Guido Balmer, de la Célula de Lucha contra la Cibercriminalidad de la Policía Federal suiza, en muchos casos es difícil fijar el límite entre lo que es la simple propaganda y un acto ilegal.
En Francia –los primeros en Europa–, han optado por responsabilizar en ciertos casos al dueño del servidor. “En la práctica es casi imposible aplicar esta ley –dice Patrick Mayer–. Podemos instalar un motor de búsqueda que se fije en algunas palabras sospechosas, pero controlarlo todo no se puede.” En EE.UU., en aplicación del Patriot Act, la ley antiterrorista aprobada después del 11-S, el Departamento de Justiciaintentó responsabilizar al creador de un foro por “prestar apoyo material a un grupo terrorista”. El tribunal, sin embargo, rechazó la acusación.
“No veo solución. Lo único que se puede hacer es tener mucho cuidado en cuanto a la veracidad de la información que aparece en Internet, sobre todo los medios”, dice Raphaeli. “Pero la gente se volverá inmune incluso a las decapitaciones... Y los terroristas inventarán otra cosa peor”, concluye.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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