Sáb 11.12.2004

EL MUNDO

Mancuso entregó las armas y les pidió perdón a Dios y a EE.UU.

El líder ultraderechista colombiano se rindió junto a 1500 de sus hombres y anunció que se dedicará a la política. La desmovilización tiene como base la garantía del gobierno de Uribe de no extraditarlo a Estados Unidos.

Salvatore Mancuso, el líder del Bloque Catatumbo del grupo paramilitar derechista Autodefensas Unidas de Colombia, cumplió con su anuncio y depuso las armas junto a casi 1500 de sus hombres, todos de uniforme. La ceremonia fue encabezada por el Comisionado de Paz Luis Carlos Restrepo y tuvo lugar en la finca Brisas de Sardinata, en el municipio de Tibú, muy cerca de la frontera venezolana. Mancuso anunció que “moría” el guerrillero y “nacía el político”, les pidió perdón a Estados Unidos, que pide su extradición por narcotráfico y homicidio, y a las madres de sus muchas víctimas.
El comisionado Restrepo anunció al terminar la ceremonia que antes de fin de año está previsto que otros 1500 paramilitares se desmovilicen y entreguen también sus armas. En total, se calcula que las fuerzas de ultraderecha tienen 19.000 personas en armas en todo el país. El gobierno colombiano anunció que el plan de paz incluye desmovilizarlas antes de que termine el año 2005.
La desmilitarización de este importante núcleo de las AUC fue posible por las garantías ofrecidas por el gobierno del presidente Alvaro Uribe de que no extraditará a Mancuso y a otros jefes paramilitares reclamados por Estados Unidos. El 26 de septiembre el gobierno ofreció a los jefes paramilitares impedir su extradición a cambio de que se desmovilicen de inmediato, según las primeras grabaciones de los diálogos de paz filtradas a la prensa. A principios de octubre, Mancuso dijo que la violencia no iba a terminar en el país si Uribe no terminaba “de raíz” con la amenaza de extradición, según se supo por otras grabaciones filtradas. Un mes después, Uribe dejó en suspenso la extradición de Mancuso al señalar que no procederá a su captura mientras continúe negociando la paz.
Mancuso es un próspero ganadero del departamento de Córdoba que se convirtió en el líder de las AUC tras la misteriosa desaparición de su amigo y jefe histórico de los paramilitares, Carlos Castaño, el 15 de abril pasado. Como paramilitar, el ganadero acumuló 20 procesos penales y una condena de 40 años por una masacre ocurrida en 1997, en la que fueron asesinados 15 campesinos, y también es investigado por otros nueve homicidios y otras cuatro matanzas. Antes de convertirse en miembro de las AUC, Mancuso se recibió de ingeniero civil en Bogotá y en la Universidad de Pittsbourg en Estados Unidos.
Tras incorporarse a los paramilitares, Mancuso se dedicó a estudiar la guerra de guerrillas en Vietnam y se convirtió en piloto de helicópteros gracias a un capitán del ejército colombiano, que también lo ayudó a formar una flotilla de aeronaves al servicio de los escuadrones de ultraderecha. Para financiar el aparato de guerra de las AUC, Mancuso se alió a narcotraficantes que le garantizaban un constante flujo de dinero a cambio de protección, pero con el declive de los carteles de la droga asumió directamente el cultivo y el tráfico de cocaína.
Ayer, con lágrimas en los ojos, el guerrillero ultraderechista dijo que “muere el Mancuso combatiente y nace el político, que abandonará los caminos de la violencia para explorar los de la verdad”. Mancuso les pidió entonces perdón a Estados Unidos, a Dios, a su familia y “a las personas que hoy lloran” por culpa de sus acciones. Se comprometió “a sanar el daño que causamos al abrigo de la fe y de la misericordia de Dios” y enseguida pidió, igualmente, “perdón a mis amigos, a mis padres y a mi familia”, así como “a la madre de mis hijos”.
La rendición de los 1425 militares del Bloque Catatumbo es la mayor desmovilización de la larga guerra colombiana y pacifica un vasto territorio en la provincia de norte de Santander, fronterizo con Venezuela. La presencia de las AUC en la zona desde mayo de 1999 apuntó a desplazar de allí a los guerrilleros de izquierda del Frente 33 de las marxistas FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Para lograrlo, los derechistas aplicaron una estrategia de terror que se inició con la matanza de 20 campesinos cultivadores de hoja de coca, conocidos como raspachines, acusados de simpatizar con las FARC. Entre 1999 y 2004 cayeron asesinadas unas 5200 personas en la zona, la mayoría de ellas a manos de los paramilitares, y otras miles debieron huir de la región para evitar los ataques de las AUC y las FARC. Según la ONG Fundación Progresar, con presencia en la zona, “los del Catatumbo son, quizá, los paramilitares más preparados militarmente que tienen las AUC”.

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