EL MUNDO
› TEMEN UNA OLA DE MALARIA, DENGUE Y TIFOIDEA
El tsunami de las epidemias
Por Gloria Torrijos *
Desde Tokio
La cifra de más de 55 mil muertos por el maremoto desencadenado el domingo en el sudeste asiático ha superado a la de 36 mil que perecieron en la erupción volcánica en Krakatoa (Indonesia) en 1883, lo que lo convierte en el más mortífero de la historia en Asia, señalaron fuentes de la Cruz Roja. Millones de personas se han quedado sin hogar y se extiende el riesgo de epidemias. La Organización Mundial de la Salud advirtió que esta cifra podría duplicarse ante el riesgo de epidemias. La ONU aseguró que se enfrenta al mayor y más complejo esfuerzo de ayuda, que afecta a 10 países.
“Estamos acostumbrados a desastres en un país, pero algo como esto, que se extiende por varios países, no tiene precedentes”, señaló Yvette Stevens, portavoz de emergencias de la ONU. Las organizaciones humanitarias luchan codo a codo con efectivos militares para hacer llegar asistencia, retirar los cadáveres y contribuir a la reunión de familias y grupos. La OMS advirtió el martes que los problemas sanitarios podrían acabar con la vida de tantas personas como lo hizo el propio maremoto. “Es posible que tengamos tantas muertes por enfermedades contagiosas como las causadas por el tsunami”, alertó David Navarro, portavoz de la OMS. “La principal preocupación ahora es la falta de agua potable debido a las filtraciones en el sistema de distribución que han contaminado el agua corriente”, explicó Navarro, quien destacó además el riesgo de que el dengue y la malaria se extiendan aún más en la región. Infecciones respiratorias como la pulmonía también podrían propagarse entre los sin techo que se hacinan en viviendas provisionales.
Los expertos temen que los cambios introducidos en el ecosistema por las monstruosas olas puedan favorecer la multiplicación de los mosquitos transmisores de estas enfermedades. En las poblaciones costeras de Sri Lanka, las olas han producido la contaminación de aguas subterráneas, advirtió el ministro del gobierno Susil Premajayantha.
En varios de los países afectados ha sido la población la que ha dispuesto cavar fosas por falta de excavadoras, con sus manos desnudas o con grandes tenedores de hierro, como los usados para la celebración de comidas multitudinarias, para enterrar los cadáveres de los suyos y evitar así la propagación de la disentería y el cólera. En India, dejaron de lado la tradición de incinerar los cuerpos y pidieron ayuda a las autoridades para realizar entierros debido a la escasez de madera.
Según pasan los días se conocen noticias positivas, como la de la pareja de Hong Kong que sobrevivió a la catástrofe por aferrarse durante 6 horas a un colchón después de que las olas gigantescas del maremoto entraran en su habitación del tercer piso de un hotel en la playa tailandesa de Khao Lak, informó la radio estatal RTHK. Igualmente, una novedad positiva fue que se pudiera identificar al niño de dos años que había sido encontrado sentado en una calle de la tailandesa Phuket y llevado, posteriormente, a un hospital, donde habían acudido parejas con la esperanza de que pudiera ser su hijo. El pequeño sueco, Hannes Bergstroem, fue reconocido por un tío que vio su foto en Internet.
Una suerte muy distinta corrió el millar de pasajeros del tren Reina del Mar, que recorría el trayecto entre Colombo y la ciudad de Galle, a lo largo del litoral costero de Sri Lanka, cuando fue arrastrado por las olas el domingo. Hasta ahora se han recuperado de entre el amasijo de cables y metal 204 cadáveres, que han sido incinerados y enterrados en fosas comunes, y sólo han sido hallados dos supervivientes, los dos revisores que viajaban en el último vagón.
* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.