Jue 13.01.2005

EL MUNDO

Presentando las armas inexistentes del gran arsenal de Saddam Hussein

La Casa Blanca dio por concluida ayer la busca de las armas de destrucción masiva que justificaron la invasión de Irak. Saddam Hussein no sólo no tenía armas de destrucción masiva desde 1991 sino que carecía de la capacidad para fabricarlas y la intención de encargarlas.

Por Javier del Pino *
Desde Washington

El gobierno de EE.UU. ha desmantelado las unidades encargadas de buscar los supuestos arsenales de armas de destrucción masiva con los que el presidente George W. Bush justificó la invasión de Irak. Según adelantó The Washington Post y confirmó después la Casa Blanca, la búsqueda concluye sin la más mínima prueba de que las armas existieran.
Bush se había resistido a dar por concluida la búsqueda, pero el informe final del jefe de los inspectores, Charles Duelfer, no deja espacio para la duda. El portavoz de la Casa Blanca confirmó el fin de las operaciones de búsqueda de armas de destrucción masiva en Irak, cuya supuesta existencia permitió a Bush y sus aliados la justificación de la guerra. Scott McClellan reconoció que la búsqueda ha terminado salvo “por un par de personas que todavía están en ello”, aunque la búsqueda ya no es activa. “Si les llegaran informaciones nuevas –dijo McClellan–, obviamente las investigarían, pero buena parte de su trabajo se centra ahora en otras cuestiones.”
El jefe de los inspectores, Charles Duelfer, entregará al Congreso su informe final en febrero, que será una copia del anterior salvo por pequeños retoques técnicos. Las conclusiones preliminares que hizo públicas en septiembre describían un escenario muy alejado de la situación apocalíptica que habían presentado Estados Unidos, Gran Bretaña y el gobierno español de José María Aznar. Según ese documento, Saddam Hussein no sólo no tenía armas de destrucción masiva desde 1991 sino que carecía de la capacidad para fabricarlas y la intención de encargarlas. Duelfer ha regresado a Washington y los analistas militares y civiles se han incorporado a sus puestos en la CIA y el Pentágono. El grupo dedicado a la investigación sobre el terreno, que llegó a contar con más de 1200 efectivos, está convencido de haber interrogado a todas las personas que pudieran haber tenido implicación o conocimiento en programas de fabricación de armas de destrucción masiva. También se han inspeccionado todas las instalaciones en las que pudiera haber restos o rastros de materiales y programas prohibidos. Las presuntas armas de destrucción masiva de Saddam fueron el casus belli de la invasión estadounidense, incluyendo una dramática presentación del secretario de Estado Colin Powell ante la ONU.
Un miembro de los servicios de espionaje encargado de la redacción final del informe aseguró a The Washington Post –desde el anonimato– que en los casi dos años de búsqueda habían “hablado con tanta gente que alguien habría dicho algo” si las armas existieran. “Pero no hemos encontrado nada que contradiga las conclusiones del informe”, aseguró. La búsqueda de las armas ha costado cientos de millones de dólares, aunque el presupuesto y la factura final se mantienen en secreto. Varios científicos y miembros del antiguo régimen de Saddam Hussein detenidos en prisiones estadounidenses en Irak permanecerán en esa situación pero no por su relación con los programas de armas sino por otros delitos o crímenes de guerra.
Los responsables del equipo de investigación han pedido al Pentágono la liberación de varios de los detenidos por su excelente grado de colaboración y su nula implicación en la supuesta fabricación de las armas que nunca existieron, pero el Departamento de Defensa se resiste a dejarlos en libertad.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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