Vie 14.01.2005

EL MUNDO

Una campaña electoral que parece una guerra civil

Un líder chiíta fue asesinado ayer en Irak para seguir desestabilizando la situación electoral.

En la antesala de unos comicios que prometen ser rojos, Irak sigue sacudido por la violencia. Siete iraquíes fueron muertos frente a un hotel de Bagdad, mientras que un estrecho colaborador del líder espiritual de los chiítas en Irak, el ayatola Alí al Sistani, y un miembro del Partido Comunista iraquí fueron asesinados en un aumento del clima de desorden y caos preelectoral.
El jeque Mahmud al Madahaini, consejero del ayatola chiíta Alí al Sistani, su hijo y cuatro guardaespaldas fueron asesinados ayer. Sistani fue uno de los que negoció la fecha del 30 de enero para la celebración de las elecciones en Irak. En el momento del ataque regresaban de la oración vespertina en Salman Pak, a diez kilómetros al sur de Bagdad. “El jeque Madahaini había recibido varias amenazas y sufrido varios intentos de asesinato”, informó la oficina del clérigo. De mayoría sunnita, Salman Pak es una zona peligrosa donde son numerosos los secuestros y robos.
El ataque orienta peligrosamente la situación en el país hacia una guerra civil. Los sunnitas, principal minoría en el país, temen que las elecciones lleven a la formación de un Estado confesional chiíta, y llamaron a boicotear los comicios, después de que su propuesta de postergarlos fuera rechazada. En contraste, los clérigos chiítas invocaron a sus creyentes en sus prédicas a votar obligatoriamente. Además de Madahaini, fue asesinado un miembro del Partido Comunista iraquí y del consejo provincial de Diyala, cerca de Baaba. Es el tercer miembro del Partido Comunista iraquí asesinado por hombres armados en tres semanas. Los asesinatos de personalidades políticas y religiosas parecen destinados a disuadir al electorado chiíta y comunista de que participe en las elecciones, en las que los chiítas son favoritos por ser mayoritarios. De hecho, los comunistas fueron el único partido que celebró un mitin popular para su campaña electoral.
Por otro parte, en Bagdad, siete iraquíes murieron y un empresario turco fue secuestrado ayer por un grupo de diez hombres armados al frente del hotel Baajan, donde éste se alojaba. La compañía de construcción turca, de la que es director el secuestrado, proporciona a las tropas norteamericanas y el gobierno interino iraquí muros de hormigón para proteger oficinas y cuarteles. A menos de tres semanas de unas elecciones sin demasiadas expectativas, la violencia tiñe de rojo las calles de Irak.

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