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› UN ANUNCIO DE PYONGYANG BUSCA ECLIPSAR EL FOCO SOBRE IRAN
El “mal” norcoreano también existe
Corea del Norte, acusada por George W. Bush de ser uno de los vértices del “Eje del Mal”, volvió espectacularmente a escena ayer al admitir que tiene armas nucleares y romper las negociaciones.
Por José Manuel Calvo*
Desde Washington
“Hemos fabricado armas nucleares para defendernos y abordar la cada vez menos disimulada política del gobierno de Bush de aislar y asfixiar a Corea del Norte.” El anuncio oficial de Pyongyang, por primera vez, de que posee armas nucleares no pareció alarmar ni sorprender a Washington. La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, dijo que es una posibilidad que se tiene en cuenta desde hace años y que “EE.UU. y Corea del Sur tienen suficiente capacidad disuasoria en la península de Corea como para lidiar con cualquier potencial amenaza”. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, puso en duda el anuncio, aunque no desestimó el riesgo.
El comunicado del ministro norcoreano de Exteriores, en el que se rechaza la vuelta a la mesa de negociaciones sobre su programa nuclear, añade que las supuestas armas “seguirán actuando como un elemento de disuasión nuclear para la autodefensa bajo cualquier circunstancia”. La actitud de Washington, se añade, “nos obliga a tomar medidas para reforzar el arsenal de armas nucleares para proteger la ideología, el sistema, la libertad y la democracia elegidas por el pueblo”. Además de este tradicional lenguaje surrealista, se asegura que se mantiene “el principio de resolver el asunto a través del diálogo y la negociación y de mantener el objetivo último de desnuclearizar la península coreana”. El hecho de combinar el anuncio con estas palabras sugiere que Corea del Norte ha optado por dar un golpe de efecto destinado a mejorar su posición en las interrumpidas negociaciones que tienen como objetivo que la dictadura prescinda de su arsenal nuclear a cambio de ayuda económica y normalización de su papel en la escena internacional. Con el escenario de la amenaza nuclear protagonizado casi en exclusiva por Teherán, el mensaje para lograr mayores concesiones en la eventual reanudación de las negociaciones sería “Pyongyang también existe”. Corea del Norte nunca ha hecho un ensayo nuclear, aunque se da por hecho que tiene suficiente uranio enriquecido y tecnología como para fabricar armas. Los últimos inspectores atómicos de la ONU fueron expulsados del país hace tres años.
Rumsfeld fue escéptico en su reacción desde Niza: “No sé si tienen esas armas. El hecho de que lo digan no constituye ninguna prueba en sí. Suponiendo que las tengan –y pueden tenerlas, pero yo no lo sé, y por lo tanto no lo estoy confirmando– sería preocupante, dado que es un régimen dictatorial con un comportamiento de estímulo de proliferación de armas que supone una amenaza y un riesgo”. Condoleezza Rice fue también cuidadosa; no confirmó que los norcoreanos tengan bombas nucleares, pero tampoco lo descartó: “Desde hace algún tiempo estamos al tanto de su capacidad para tener quizás algunas bombas”, dijo en Luxemburgo, después de su encuentro con representantes de la Unión Europea. En todo caso, y en claro contraste con la presión sobre Irán, EE.UU. se toma la situación en Pyongyang con mucha más calma y defiende una negociación multilateral regional para desactivar la tensión. La secretaria de Estado pidió a Corea del Norte que volviera a las conversaciones interrumpidas hace seis meses –“es un camino que los pondría en una relación más razonable con el mundo”– y añadió: “El presidente de EE.UU. les ha dicho a los norcoreanos que no tiene ninguna intención de atacarlos o de invadir su país”. En su discurso de toma de posesión, Bush dibujó el objetivo de acabar con todas las tiranías; días antes, Rice había incluido al régimen de Pyongyang entre los seis modelos de tiranía. Pero en el discurso sobre el estado de la Unión de la semana pasada, Bush se limitó a decir que EE.UU. “trabaja estrechamente con otros gobiernos en Asia para convencer a Corea del Norte de que abandone sus ambiciones nucleares”, algo muy distinto a cuando Corea del Norte acompañó a Irak e Irán en el Eje del Mal, hace tres años.
EE.UU. ha mantenido desde 2003 tres rondas de negociación con las dos Coreas, China, Japón y Rusia. Las conversaciones, celebradas en Pekín, han logrado escasos avances. Una cuarta sesión que iba a tener lugar en septiembre del pasado año se anuló porque Corea del Norte decidió no asistir en protesta por lo que consideraba “política hostil” de Washington.
Las reacciones de los protagonistas de la negociación fueron ayer previsibles. El gobierno de Corea del Sur afirmó que el anuncio es “muy lamentable” y se tomó en serio la amenaza, diciendo que el norte tiene plutonio suficiente como para una o dos bombas. “Nunca toleraremos que Corea del Norte tenga armas nucleares”, dijo el portavoz del ministro de Exteriores de Corea del Sur. En Pekín, su colega reiteró, con un lenguaje muy cuidadoso, el intento de “desnuclearización de la península y del mantenimiento de la paz y la estabilidad”. (China, como Corea del Norte, no acepta oficialmente la división marcada por el paralelo 38 establecida por el general MacArthur en 1950.) Desde Moscú, una reacción similar; desde Bruselas, Javier Solana, en nombre de la UE, lamentó la ausencia de Corea del Norte en las negociaciones, “el mejor instrumento para resolver el problema nuclear en la península”.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.