Vie 11.02.2005

EL MUNDO

Nueva mano dura palestina contra sus sectores duros

Mahmud Abbas, el presidente palestino, destituyó a ocho militares de Gaza por no frenar a extremistas de Hamas, que rompieron ayer con una lluvia de misiles la tregua pactada con Israel el martes.

Por Ferrán Sales*
Desde Jerusalén

Hamas rompió ayer en varios frentes la tregua y colocó a Gaza al borde del caos, cuando apenas se habían cumplido 48 horas de la cumbre de Sharm el Sheij, en la que los líderes israelí, Ariel Sharon, y palestino, Mahmud Abbas, se habían comprometido a abandonar la violencia. La sublevación de los militantes radicalizados se inició con el lanzamiento de medio centenar de misiles sobre los asentamientos judíos de Gaza, al que siguió el asalto de una prisión de la capital.
El presidente palestino contestó con contundencia a la provocación, destituyendo de un plumazo a ocho altos mandos policiales y ordenando actuar contra los radicalizados sin miramientos. La insurrección de las organizaciones radicales palestinas estalló antes de la madrugada, cuando militantes de diversas facciones lideradas por Hamas lanzaron de manera coordinada una oleada de misiles sobre los asentamientos de Ghus Katif, en el corazón de la Franja de Gaza. Los proyectiles no causaron víctimas, pero provocaron el pánico de los habitantes de los enclaves, que tuvieron que buscar protección en los refugios mientras veían cómo algunos de los proyectiles caían sobre sus casas.
Pocas horas más tarde, al despuntar el alba, varias decenas de enmascarados radicales volvían a actuar con absoluta impunidad. Esta vez asaltaron la principal prisión de Gaza, donde los radicales, después de destrozar el muro con proyectiles y granadas, irrumpieron en la galería de los presos y mataron a dos detenidos que habían sido acusados de trabajar para los israelíes. Antes de salir de la prisión, varios activistas secuestraron a un tercer recluso, al que llevaron hasta el campo de refugiados de Breij para matarlo ante sus familiares. Portavoces del movimiento fundamentalista se responsabilizaron de ambas operaciones.
El asalto a la prisión fue, según explicaron portavoces de los radicales, una respuesta a las posiciones tolerantes de las autoridades palestinas, que se niegan a ejecutar a los “colaboradores”. El gobierno israelí respondió con dureza a la provocación de los fundamentalistas islámicos al suspender una reunión que el consejero de seguridad del primer ministro, Dov Weisglass, y el ministro palestino responsable de las negociaciones, Saeb Erekat, debían celebrar ayer en Jerusalén para tratar el tema de la liberación de los presos palestinos. Al mismo tiempo, Israel cerró de nuevo los pasos fronterizos de Gaza, por donde debían pasar ayer cerca de un millar de trabajadores, comerciantes y enfermos, que había abierto como prueba de buena voluntad y distensión tras el anuncio mutuo de tregua.
Mahmud Abbas, enojado por la situación, se reunió ayer con sus más fieles colaboradores en su cuartel general de la Mukata, en Ramala, desde donde ayer partieron una serie de órdenes fulminantes. La primera y más importante fue la destitución de tres jefes militares con el grado de general, entre ellos el todopoderoso general mayor Abdel Razek al Majaydeh, a quien acusó de negligencia e incompetencia. Otros cinco responsables policiales fueron asimismo desposeídos del mando. La cúpula palestina dio además orden de actuar con contundencia y sin contemplaciones contra los radicales de Hamas y otras organizaciones.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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