Karol Wojtyla no se rinde. El papa Juan Pablo II confirmó ayer que seguirá gobernando la Iglesia Católica, rechazando así la posibilidad de que renuncie al pontificado debido a sus precarias condiciones de salud. El Sumo Pontífice regresó el jueves al Vaticano después de haber permanecido 10 días hospitalizado en Roma, pero su delicado estado mantiene los interrogantes sobre su capacidad de seguir guiando a la Iglesia.
El anuncio lo hizo el Papa en un mensaje difundido con ocasión de la Jornada Mundial del Enfermo y que fue leído durante la misa celebrada en la basílica San Pedro por el cardenal italiano Camillo Ruini. “El Papa cuenta con vuestras oraciones por la Iglesia y por el mundo. Rueguen también por mí y por mi misión como pastor universal del pueblo cristiano”, escribió. El Pontífice, de 84 años, quien fue dado de alta anteayer tras haber permanecido internado 10 días en el policlínico Gemelli, abandonó el hospital a bordo de su papamóvil y saludando a la multitud que se congregó para ovacionarlo, un acto que fue transmitido en directo por televisión y que confirma su popularidad. Con su vistosa salida, los asistentes del Pontífice no sólo garantizaron su visibilidad sino que quisieron mostrar a todo el mundo que la salud del Papa no se había quebrado definitivamente. Pese al aspecto débil, su nueva aparición aplaca parcialmente las polémicas surgidas el domingo pasado cuando apenas se comprendió lo que hablaba desde su habitación del hospital y los análisis sobre una eventual renuncia al agravarse sus condiciones.
“El timón está siempre en sus manos”, tituló ayer el diario oficial del Vaticano, L’Osservatore Romano, mientras la revista católica Inside the Vatican revela que el Pontífice comentó recientemente: “No moriré antes de canonizar a Pío XII”. La primera etapa de ese largo proceso se iniciará en marzo próximo.