EL MUNDO
› LA ENCRUCIJADA DE MEDIO ORIENTE
El fuego del cese del fuego
› Por Mercedes López San Miguel
Como muestra la historia reciente, cada vez que hubo una declaración de alto el fuego en el conflicto palestino-israelí, la misma pareció requerir de más fuego. El último compromiso oficial de cese de hostilidades recíproco el día 7 de este mes entre Israel y la Autoridad Palestina –el mayor encuentro de las partes desde el comienzo de la segunda Intifada en 2000– tuvo hasta ayer una efímera calma.
El atentado en la disco The Stage vuelve a hacer tambalear –porque llama a una reacción israelí– el resucitado plan de paz Hoja de Ruta, en el que se estableció un programa para poner fin a la Intifada (levantamiento palestino) y que prevé la creación de un Estado palestino independiente, bajo el auspicio del Cuarteto (EE.UU, Rusia, UE, ONU). A principios de la semana, Washington y los principales jefes de gobierno de Europa bregaron por su mediación en el asunto palestino-israelí.
En este corto período, entre idas y vueltas, las organizaciones palestinas armadas Hamas y la Jihad Islámica se comprometieron a respetar a fines de enero el “período de calma” que estableció Mahmud Abbas con Ariel Sharon. Israel liberó a 500 presos palestinos esta semana, cuando los grupos armados continúan reclamando la puesta en libertad de los 8 mil. “La tregua prosigue”, según dijo inverosímilmente ayer el portavoz de Hamas, Sami Abu Zobri, que ha reivindicado la mayor parte de los atentados perpetrados desde el inicio de la Intifada, en septiembre de 2000. Las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, grupo vinculado al policéntrico movimiento Al Fatah de Yasser Arafat, apareció como uno de los reivindicadores del ataque. No quedaba claro quién estaba detrás. Tampoco queda claro cómo el nuevo presidente palestino, Mahmud Abbas, que ha logrado un acuerdo de cese de fuego enseguida de asumir el cargo (tras la muerte de Arafat, el pasado 11 de noviembre en París), puede ponerles un freno a los grupos extremistas.