EL MUNDO
El ministro de Economía francés dimitió por el escándalo de la casa
Hervé Gaymard renunció a su cargo en Finanzas del gobierno de Chirac luego de que se descubriera que vivía en un “dúplex” que le costaba al Estado francés 18 mil dólares por mes.
› Por Eduardo Febbro
Francia perdió ayer uno de sus ministros más emblemáticos, el de Economía, por un caso de corrupción y abuso digno de una república de esas que en Europa llaman “bananeras”. Hervé Gaymard, uno de los hombres más cercanos al presidente francés Jacques Chirac, presentó su dimisión al cabo de dos semanas de tormenta política. En un primer momento, la prensa descubrió que el ministro, a quien el Estado le proporciona un departamento de función, vivía en uno de 600 metros cuadrados pagado con dinero público, mientras que el otro domicilio reservado exclusivamente para el Ministro de Economía estaba vacío. El hombre alegó que el espacio no le era suficiente porque tenía 8 hijos. Sin embargo, luego se descubrió que el volumen del departamento de función sí era amplio, que el anterior titular de la cartera había vivido con sus cinco hijos, que el Estado fija un mínimo de metros cuadrados por hijo y que, por consiguiente, Gaymard había excedido los límites de lo permitido. Como si fuera poco, en este primer capítulo de la telenovela “la casa del ministro”, también trascendió que Hervé Gaymard había pagado con dinero público los trabajos de renovación y adaptación de sus majestuosos 600 metros cuadrados. El alquiler del “dúplex ministerial” le costaba a las arcas del Estado 18 mil dólares por mes, más los empleados domésticos.
La historia hubiese quedado ahí, pero las declaraciones del ministro y las investigaciones de la prensa terminaron con su carrera ministerial. En plena polémica de los 600 metros cuadrados, Gaymard declaró “Soy pobre. Evidentemente, si yo no fuese hijo de un zapatero, seguramente no tendría problemas con mi casa, sería el propietario de mi departamento y todo este lío no hubiese existido”. La defensa del acusado tendía a probar que carecía de los medios como para “poseer” un domicilio decente para tan numerosa familia. Error fatal y mentira rápidamente descubierta. Sucesivamente, el semanario satírico Le Canard Enchainé, el diario Liberation y el semanario París-Match sacaron a la luz pública que Hervé Gaymard poseía varios bienes inmobiliarios, cuando en realidad, siempre aseguró lo contrario. Y hay que reconocer que el hombre es todo menos pobre. Una investigación de Le Canard Enchainé demostró que Gaymard era propietario de un gran departamento en París que estaba alquilado (200 metros cuadrados); Liberation aportó la prueba que el ya ex ministro era multipropietario: tiene una casa en Bretaña, otra en Saboya, un garaje, dos departamentos y un local que le sirve como “permanencia parlamentaria”. A pesar de sus 8 hijos y de un padre zapatero, Gaymard también pagaba en Francia el sacrosanto impuesto que sólo abonan los millonarios, es decir el ISF, impuesto sobre las grandes fortunas.
Su destino ministerial estaba trazado, tanto más cuanto que el escándalo pasó rápidamente a la voz popular. En la calle, en los cafés, en las ferias, en suma, en el mundo popular donde las verdades se dicen en tono alto, el patrimonio escondido del Ministro de Economía y Finanzas, del hombre que “no tiene dinero”, se volvió al hazmerreír del pueblo. Su renuncia circulaba desde el miércoles por la noche y hasta los mismos miembros del gobierno conservador de Jean Pierre Raffarin clamaban para que se vaya. Un “affaire” semejante le resta legitimidad a toda acción política de un gobierno cuyo jefe se enorgullece diciendo que trabaja para “la Francia de abajo”. Gaymard fue reemplazado ayer en el cargo por Thierry Breton, hasta ahora presidente director general de la compañía de teléfonos France Telecom. El presidente francés pierde uno de sus pilares en el ejecutivo y Francia conoce, por segunda vez, un ministro que semuda. En 1986, el entonces premier Alain Juppé, tuvo que mudarse de casa por vivir excesivamente a costas del Estado, es decir, del contribuyente.