Lun 06.05.2002

EL MUNDO  › UNA MASIVA CONCURRENCIA GARANTIZO LA DERROTA ULTRADERECHISTA

La izquierda salvó a la República

Después de dos semanas de tensión y polarización, la masiva concurrencia y el apoyo de las fuerzas de izquierda y de centro le frenaron el paso al ultraderechista Jean-Marie Le Pen en las elecciones presidenciales francesas. Le Pen aumentó sus votos pero no logró su ambición de superar un 20 por ciento.

Página/12, en Francia
Por Eduardo Febbro, desde París

La República aplastó a la política. Los electores franceses promovieron ayer los valores esenciales de Francia permitiendo la reelección del presidente saliente Jacques Chirac con un 82,06 por ciento de los votos contra el 17,94 % conseguido por el líder de la extrema derecha Jean-Marie Le Pen. Tras haber ganado las elecciones presidenciales de 1995 en el curso de su tercer intento, Chirac, en el cuarto, salió electo con el porcentaje más alto de la historia de Francia desde que existe el sufragio universal. Sin embargo, la aplanadora que arrasó a Le Pen nada tiene que ver con un voto “político” sino con una disyuntiva dramática entre la democracia, Chirac, y su negación, la ultraderecha. Los franceses corrigieron el “error” de la primera vuelta, tanto al elegir al mandatario saliente como al haber concurrido masivamente a las urnas desmintiendo los temores de una elevada abstención (80 por ciento de participación) que hubiese beneficiado la candidatura de Jean-Marie Le Pen.
Las cifras espectaculares de este domingo dejan a Jacques Chirac a la cabeza del Estado por un período de cinco años pero también le imponen un compás a la espera de otras cifras, es decir, las de las legislativas del próximo mes de junio. El presidente no cuenta hoy con una mayoría parlamentaria propia y se encuentra en una situación doblemente paradójica: por un lado, ha sido el candidato que más votos unió en las urnas; por el otro, dicho porcentaje no constituye una victoria personal ni la de su corriente política sino la de la divisa francesa “libertad, igualdad, fraternidad”. De allí que la derecha deberá ahora “tentar” a quienes votaron por la esencia de la República a hacerlo por los candidatos conservadores durante las elecciones legislativas. De aquí a entonces –principios y mediados de junio–, todo estará pendiente de un hilo tan fino como incierto. Tal como lo anunció al cabo de la primera vuelta cuando quedó eliminado, el primer ministro socialista Lionel Jospin renunciará hoy a su cargo. Seguidamente, Chirac nombrará un gabinete interino en espera del resultado de las legislativas. Francia ingresa así en una zona pendular indefinible: por las marchas protagonizadas a lo largo de dos semanas por la juventud francesa en su repudio contra la extrema derecha, la izquierda sigue convencida de que aún puede salvar en las urnas legislativas lo que perdió en las presidenciales. El esquema pendular se torna todavía más difícil de fijar cuando se sabe que Jean-Marie Le Pen prometió mantener a todos sus candidatos en la consulta legislativa.
En su primera intervención pública tras su triunfo, Chirac reconoció que Francia acababa de “vivir un tiempo de gran inquietud. Y esta noche, con un gran impulso, Francia reafirmó su compromiso con los valores de la República. Saludo a la Francia fiel a sí misma, fiel a sus grandes ideales”. El presidente se hizo eco del abrumador número de votos diciendo “he entendido vuestro llamado para que la República viva, para que la Nación sea una, para que la política cambie”. Según reconoció, Francia protagonizó una “elección fundadora que renueva el pacto republicano y me obliga a mí como obliga a cada responsable de este país. Pondré la República al servicio de todos”. Chirac prometió un gobierno capaz de responder a las “preocupaciones” y de “aportar soluciones que fueron dejadas de lado” como “la seguridad, el crecimiento y el empleo”.
También se pronunció Le Pen. El candidato de la ultraderecha fracasó en alcanzar los niveles que él mismo había fijado como los símbolos de la victoria, es decir, el 20 por ciento. En tono enérgico y agresivo, Le Pen declaró: “Es una derrota aplastante de la esperanza francesa. Con todo, hemos obtenido más que en la primera vuelta”. Para el líder frentista, el triunfo de Chirac “es una victoria equívoca, conseguida con métodos soviéticos, con el conjunto de todas las fuerzas sociales, políticas y económicas”. Le Pen anunció rápidamente sus intenciones futuras al advertir que “nos encontraremos en las elecciones legislativas” y preguntarse luego “en el 81 por ciento que votó por Chirac, ¿cuánta gente votará verdaderamente por el RPR (el partido del presidente) en las legislativas? Ese es otro problema”.
El tercer actor “ausente” de esta consulta fue el Partido Socialista. El secretario general del partido, François Hollande, estimó anoche que “la izquierda cumplió con su deber, e incluso más”. Visiblemente afectado, Hollande consideró no obstante que Francia “sale reforzada de la prueba”. Los socialistas miran hacia las urnas legislativas con los ojos llenos de las esperanzas nacidas de las manifestaciones. Hollande destacó que “la movilización cívica, especialmente de la juventud, la potencia de las manifestaciones del primero de mayo, el compromiso de muchos ciudadanos hasta ahora reacios a la política, todos esos movimientos confirman lavitalidad de nuestra democracia y la amplitud del sobresalto republicano a través del sufragio universal”. La derecha vivirá en adelante semanas de escalofríos. El temor de que ese “sobresalto republicano” le cueste la mayoría en la Asamblea Nacional era notorio anoche en la sede de campaña de Chirac. Todos los conservadores agitaron el fantasma del lepenismo para convocar al electorado a brindarle esa mayoría necesaria. Según expresó anoche el ex primer ministro liberal Alain Juppé, si hubiese una “nueva cohabitación ello no haría más que aumentar el caudal de votos de la extrema derecha”.
Jean-Marie Le Pen perdió su apuesta de terror: el ultraderechista había hecho todas sus apuestas basado en el miedo a la exclusión, la amenaza de la delincuencia y el desempleo, el miedo a los extranjeros, la escatología y el racismo. Casi 26 millones de electores dijeron que no mientras que cinco millones aprobaron esas tesis. Si Chirac pasó del 20 a más del 80 por ciento, desbordando todos los diques de su propio electorado, fue porque la izquierda se alineó bajo las significaciones de la bandera y no de las ideologías. Ayer, había gente de izquierda que, tras haber votado por Chirac, salía de los centros de voto con lágrimas en los ojos. Quedan flotando dos grandes incógnitas: saber qué ocurrirá en las elecciones legislativas, y saber si, por una vez, Chirac dejará de ser el hombre de una sola ambición, el poder, para aliarse con la visión histórica de su país. La izquierda la tuvo ayer. Cuando se analizan los resultados por localidad aparece una evidencia: Chirac ganó el mayor número de votos en las municipalidades administradas por la izquierda.

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