Vie 11.03.2005

EL MUNDO

El que se fue y enseguida volvió

El Parlamento libanés redesignó como premier a Omar Karami, quien había renunciado hace diez días en medio de un contexto de tensión.

Por Robert Fisk *
Desde Beirut

Volvió. Omar Karami, el Ramsey McDonald de la política libanesa, volvió al poder como premier –siendo “poder” una palabra de definición limitada por aquí–, sólo 10 días después de que renunciara a sus funciones durante una manifestación masiva contra la presencia siria en Líbano. El primer ministro más prosirio de Líbano –la administración de Estados Unidos llamaba a su gabinete “hecho en Siria”– fue renombrado por uno de los presidentes más prosirios, Emile Lahoud, después de que 71 de los 78 miembros del Parlamento de 128 miembros propusieron su nombre, más de la mitad de los votos requeridos en la asamblea.
McDonald era quizás el más débil de los primeros ministros británicos del siglo XX –Churchill lo describía cruelmente como un “títere sin cuerpo”—, pero Karami llegó ayer al Parlamento con una amenaza: que salvo que pudiera formar un gabinete que incluyera la oposición, que ya había rechazado su cargo de primer ministro, podría haber “resultados peligrosos e insospechados” para la economía libanesa. Fue el asesinato de Rafik Hariri, el 14 de febrero, el ex primer ministro y símbolo de la generación posguerra civil del Líbano, lo que puso en peligro la economía, pero no cabía duda de que Karami comprendía los peligros. El Líbano tiene una deuda de 33.000 millones de dólares y con Hariri asesinado, quién puede asegurar futuras inversiones en el país. Ciertamente no Karami.
Pero el ejército sirio ayer continuó la evacuación de sus bases alrededor de Batroun, Trípoli y las montañas sobre Beirut –sus oficinas militares de inteligencia en la capital todavía están abiertas para negocios–, mientras las tropas del Líbano tomaban sus posiciones. Muchos libaneses también regresaron a sus propiedades que habían estado ocupadas por los sirios durante más de dos décadas, para reclamar su tierra. Pero la vuelta a un gobierno de Karami, siempre suponiendo que pueda formar uno, puso las huellas de Siria nuevamente en el gabinete libanés. Obviamente, Karami dijo que formaría un “gobierno de unidad y salvación nacional”, algo que los primeros ministros libaneses han estado haciendo de tanto en tanto durante los últimos 30 años.
Samir Franjieh, uno de los miembros del Parlamento de la oposición que ayudó a romper el último gobierno de Karami, declaró que el renombramiento fue hecho para destruir cualquier esperanza de diálogo nacional. “Es un paso que desafía en gran forma a la oposición y a los sentimientos del pueblo”, dijo. Karami sostuvo que tenía el apoyo mayoritario del Parlamento y del pueblo, añadiendo que la manifestación pro Siria organizada por Hezbolá el martes, que atrajo a medio millón, era una “demostración masiva que afirmaba nuestra legitimidad en la calle libanesa”. Que el nuevo primer ministro cree que tiene derecho a su posición por una manifestación de Hezbolá dice tanto sobre la política libanesa como su propio extraordinario renombramiento.
Lo que se está aclarando, sin embargo, es que después de la retirada siria, la guerrilla Hezbolá, que condujo la resistencia a la ocupación israelí, va a ser la vanguardia de Damasco en el Líbano, la institución cuyo poder organizador y disciplina serán usados para evitar que la retirada siria se convierta en la primera etapa de un tratado de paz entre el Líbano e Israel, que hasta el patriarca cristiano maronita, Cardenal Nasralla Sfeir, se opone hasta que haya una retirada de Israel de las tierra palestinas y sirias ocupadas.
Aunque sólo tiene siete bancas en el Parlamento libanés, Hezbolá se niega a contemplar el desarme de sus miembros, como lo pide la Resolución del Consejo de Seguridad 1559 de la ONU, junto con el gobierno israelí, y hasta Washington parece haber llegado a la conclusión, después de la masiva manifestación del martes en Beirut, de que la organización que ha difamado durante los últimos tres años como otro centro del “terrorismo mundial” será algo con lo que habrá que vivir.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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