EL MUNDO
› DESPUES DE LA DERROTA ELECTORAL DEL EX PREMIER LIONEL JOSPIN
El socialismo volvió al socialismo
Después del pánico por la derrota de Lionel Jospin, todos los programas de la socialdemocracia clásica fueron rápidamente reinstalados en la campaña socialista para las cruciales legislativas de junio.
› Por Eduardo Febbro
Página/12
en Francia
Desde París
Los socialistas franceses llenaron de rosas su programa electoral para las elecciones legislativas del próximo mes de junio (dos vueltas, el 6 y el 13). Después de haber “olvidado” la dimensión social en la plataforma presentada en el curso de la campaña electoral de las presidenciales, el PS dio marcha atrás y modificó profundamente el proyecto-plataforma con vistas a las legislativas. Desde las primeras líneas del texto se nota la “toma de conciencia” a la que las urnas forzaron a los herederos de Jean Jaurés: “Para nosotros –dice la introducción– la seguridad del Estado es la seguridad pública pero, también, son servicios públicos presentes y eficaces. Para nosotros, la modernidad económica no puede ir sin la justicia social. Para nosotros, se trata de garantizar y ampliar los derechos fundamentales de la República: el acceso al trabajo, la escuela, la vivienda”. Si durante su campana Lionel Jospin hubiese hablado así, las cartas de las urnas no se hubiesen vuelto contra él.
Todos los grandes personajes del socialismo francés trabajaron para darles un contenido renovado a los ocho capítulos del proyecto: empleo y poder adquisitivo, seguridad, servicios públicos, pacto entre las generaciones, instituciones, lucha contra la discriminación, Europa, mundo. La elaboración del texto estuvo tan marcada de rosa que dio lugar a enconados enfrentamientos entre el “ala progresista” del PS y su ala conservadora. Así, el ex ministro de Economía y Finanzas, Dominique Strauss-Kahn, declaró en un momento: “Aquí estamos bajo el control de la extrema izquierda. Me voy”. Página tras página, todas las señales que Jospin dejó apagadas fueron encendidas en el texto. El PS ofrece lo que los electores de izquierda pensaban encontrar y no encontraron: aumento del salario mínimo y de las ayudas sociales, penalización de las empresas que abusan del llamado trabajo precario, aumento del impuesto a las empresas basándose en el cálculo de la riqueza producida (el valor agregado) y no sólo en el dinero ganado con el fin de crear 900.000 puestos de trabajo en cinco años, mantenimiento de la jubilación a los 60 años, creación de 200 mil contratos de “retorno al trabajo” destinados a los desempleados de “larga duración”, derecho de voto para los extranjeros en las elecciones locales. Los autores del texto fueron hasta proponer que el Banco Central Europeo tome en cuenta los criterios de “crecimiento y empleo” en sus decisiones y presentaron un “derecho social” europeo armonizado.
Las citas textuales de la plataforma muestran que el PS entendió el mensaje de las urnas. Sus dirigentes se pronuncian por “puestos de trabajo más numerosos, menos precarios y mejor remunerados”, al tiempo que se oponen a “toda privatización de los servicios públicos” y se pronuncian en contra de una de las prácticas que Jospin aplicó sin reservas, es decir, la “apertura al capital”.
Dos semanas después de haber perdido en las urnas la posibilidad de defender sus ideas en la segunda vuelta de la consulta presidencial, el PS francés hizo una suerte de retorno a las fuentes originales. Su proyecto actual es fiel a las exigencias de sus militantes y a las demandas formuladas por los viejos electores socialistas que se sintieron perdidos con el discurso de Jospin. “No propongo un programa socialista”, había dicho el ex primer ministro cuando anunció su candidatura a la Presidencia. La plataforma legislativa del PS parece responder en coro “si somos socialistas, esta es la prueba”. Bajo el título “Por el progreso con la izquierda”, el documento se articula en torno a un objetivo declarado: “amplificar los cambios”. Los ecologistas, los comunistas y algunos sectores del trotskismo francés reconocerán muchas de sus demandas.Martine Aubry, la ex ministra de Trabajo y principal arquitecta de la plataforma, declaró ayer que se trataba “de un programa que intenta responder con fuerza a las aspiraciones más fuertes en el plano social”. Desmarcándose de la línea adoptada por Lionel Jospin, Aubry enfatizó: “¡Es un proyecto de izquierda!”. La actual intendente de la ciudad norteña de Lila desplegó luego los ejes de la campaña ya contenidos en las 15 páginas del programa. Según afirmó, la prioridad está hoy “en las ciudades dormitorios donde la gente vive mal” y en la necesidad de “ser más claros” con la juventud y decirle “que queremos firmar con ella un pacto de confianza para que la juventud nos ayude a hacer cambiar la sociedad”. Las palabras de la ex ministra suenan como un doloroso autorreproche frente a todo lo que permaneció callado en la campaña de las presidenciales. Corridos por el tiempo, sin líderes carismáticos, los socialistas buscan reencontrar la juventud perdida, esa misma que salió masivamente a las calles oponiéndose a la candidatura del ultraderechista Jean-Marie Le Pen. “Foros con la juventud”, “células en las ciudades y los barrios”, “gran conferencia económica y social”... todos los temas y acciones que, en el pasado, hicieron la riqueza de la acción socialista han aparecido hoy empujados por el fantasma de una segunda derrota.