Mié 08.05.2002

EL MUNDO

Jesucristo, Kennedy, Malcolm X, Luther King y... Pim Fortuyn

Rotterdam, el bastión del líder xenófobo holandés asesinado el lunes, lo despidió como un verdadero “mártir” político. La ciudad
se colmó de altares y peregrinajes silenciosos para homenajearlo.

Por Andrew Osborn *
Desde Rotterdam
“Pim Fortuyn era un poco como Jesús”, se puede leer en un poster escrito con cariño en la escalinata del ayuntamiento de Rotterdam. “Tenía coraje, tenía fe y siempre fue amigable con todo el mundo, incluso con sus enemigos.” En vida, este político ostentoso fue un icono de la derecha y cumplió un rol ejemplar en la comunidad gay de Holanda, pero luego de su muerte su influencia podría ser mayor, si sus seguidores encuentran la manera de seguir su legado. Ayer, Pim Fortuyn fue rápidamente transformado en un mártir político. En Rotterdam, su ciudad nativa, se convirtió en el altar en el que la gente hacía fila durante horas para rendir homenaje al hombre que, según creen muchos, podía salvar a Holanda de la inmigración masiva y el crimen rampante.
Había, en efecto, tres altares; el edificio de la intendencia en una ciudad donde su partido obtuvo en las recientes elecciones locales el 35 por ciento, la sede central de su partido y su grandiosa villa en los suburbios de la ciudad. Los tres altares estaban cubiertos de flores, poemas, ositos de peluche, velas, posters, dibujos de niños y bufandas del club de fútbol Feyenoord, cuyos violentos hinchas parecían particularmente tristes por su asesinato. “Era nuestra esperanza blanca en días negros”, dice el mensaje en una corona de flores mientras un grupo de estudiantes enojados blandían una bandera frente a la intendencia que proclamaba: “Pim se fue pero sus ideas vivirán por siempre. Su muerte fue un desprecio para la democracia”.
Su conocido gusto por las cosas más finas también fue conmemorado. Una botella vacía de vino tinto fue dejada en las escaleras de la intendencia y un seguidor perspicaz incluso se tomó el trabajo de envolver uno de los cigarros favoritos de Fortuyn, los Havana, en una bolsa de plástico con la leyenda: “¡Holanda, abre tus ojos!”. Su perfil distinguido –cabeza rapada, corbata y saco a rayas– sonreía desde los cientos de posters desplegados en la ciudad e incluso los rascacielos de Rotterdam hicieron su trabajo: el display electrónico de la torre de ABN Amro Bank fue programado para que se lea “RIP Pim”.
“Era el nuevo Mesías. Crucificaron al anterior y dispararon al nuevo”, opinaba el jubilado de 75 años Koos Bosch, expresando la opinión de muchos. “Esto es histórico. Fue una leyenda como JFK y su reputación será más grande cada día”, agregó Danny Van Dooren, de 31 años, actualmente desempleado. Cientos de personas hicieron fila en Coolsingel, la principal avenida de la ciudad, para escribir sus impresiones en un libro de condolencias en la alcaldía y una importante cantidad de gente hizo el peregrinaje hacia la sede central de su partido, ubicado en un barrio industrial desierto, para dejar flores. Muchos tenían lágrimas en sus ojos mientras otros alzaban la voz de enojo e intentaban, sin mucho éxito, captar a la muchedumbre.
Los que estaban de luto venían de todos los sectores de la sociedad holandesa, reflejando el amplio apoyo a Fortuyn y, a pesar de su deseo de cerrar las fronteras holandesas, varios ciudadanos pertenecientes a minorías étnicas llegaron para homenajearlo. “Pim le hablaba al pueblo, mientras otros políticos se quedaban en promesas. Era el alma del partido y no creo que nadie pueda reemplazarlo”, dijo Olaf Cariti, un consultor de 27 años. “Estoy quebrado y no pude cerrar un ojo esta noche.” Danko Brakic, un estudiante de 19 años de origen yugoslavo, dijo que Fortuyn hubiera sido el mejor primer ministro que haya visto Holanda. “Los otros políticos tenían tanto miedo de que fuera electo que lo mataron”, dijo.
La idea de que la izquierda y el Partido Laborista holandés en particular eran los responsables de la muerte de Fortuyn era un tema recurrente. “La gente de La Haya sabe más de esto que lo que revelan”, dijo Brian Wander, 35 años, un trabajador social enojado que protestaba fuera de la alcaldía. “No lo aceptaban, no lo respetaban y ni siquieraestaban dispuestos a compartir un mismo espacio físico con él. Quizás no lo hayan matado con sus propias manos, pero sí con sus opiniones”.
Ayer comenzaron a circular volantes entre la gente que marchaba por la ciudad que decían “queremos nuestra venganza”, pero los seguidores de Fortuyn insistían en que se referían a la boleta de votación, no a la violencia. La terapeuta Astrid Looymans dijo: “El establishment y los medios dijeron que Pim era como Le Pen o Haider, pero no es verdad, es una mentira. No era racista. Después de todo, él fue el único que prometió una amnistía para los inmigrantes ilegales”.
Según los integrantes de su partido, Pim Fortuyn puede ser más poderoso muerto que en vida, y sus seguidores están decididos a captar el capital político que significa su muerte. Posponer las elecciones de la semana que viene podría haber sido un error estratégico mayor y Fortuyn, indudablemente, habría querido seguir adelante. “Pim era un hombre que aborrecía la violencia. Nosotros afirmamos que la única manera de honrar a Pim es yendo a votar”, declaró Matt Herben, el principal dirigente del partido desde ayer. “Pim era un demócrata y lo único que importa en una democracia es el voto.”

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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