Dom 27.03.2005

EL MUNDO

Día triste para el Vaticano

La vigilia pascual, que conmemora la resurrección de Jesucristo, comenzó ayer en la Basílica de San Pedro del Vaticano, sin la presencia del papa Juan Pablo II. El Pontífice ayer no apareció por video y se preparaba para dar la tradicional bendición hoy “Urbi et Orbi”, aunque aún se ignora si podrá hablar. La vigilia, penúltima celebración de la Semana Santa, era presidida ayer en su nombre por el cardenal alemán Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y decano del Sagrado Colegio, la asamblea de los cardenales (nombre con el que se conoce hoy al Santo Oficio, instrumentador de la Inquisición en otros tiempos).
Ratzinger leyó, en nombre del Papa, un mensaje de esperanza dirigido a los fieles congregados en la basílica, a los que envió un “saludo fraterno”. En él, Juan Pablo II tuvo “un pensamiento particular para los catecúmenos que, durante esta santa vigilia, se disponen a recibir los sacramentos del bautismo, la confirmación y la eucaristía”. El Papa destacó además en su mensaje el carácter “realmente extraordinario de esta noche, (sábado) en la que la luz fulgurante de Cristo resucitado vence definitivamente a la tenebrosa potencia del mal y de la muerte y enciende en el corazón de los creyentes la esperanza y la alegría”. Pero en vísperas del día de mayor gozo para la cristiandad, el de la Resurrección triunfal de Jesucristo, un paradójico sentimiento de tristeza se percibía ayer en el todavía frío aire del Vaticano, mientras empleados de la Santa Sede adornaban con miles de flores la Plaza San Pedro y disponían hileras de sillas. El arzobispo argentino Leonardo Sandri, sustituto de la Secretaría de Estado del Vaticano, será el encargado de leer hoy el mensaje pascual del Papa y sus saludos pascuales en más de 60 lenguas, así como presidió el habitual rezo del Angelus de los últimos tres domingos. La ausencia física de Juan Pablo II en las celebraciones de Pascua sigue alimentando las especulaciones acerca de su capacidad para dirigir la Iglesia y su sucesión. Pero, como prueba de que el Vaticano sigue funcionando durante la enfermedad del Papa, el Sumo Pontífice hizo llegar en la mañana de ayer un mensaje y “una bendición apostólica especial” además de “su solidaridad y oraciones” para el príncipe Rainiero de Mónaco, que lucha contra la muerte.
Mientras tanto, la nota la dio ayer un feligrés un tanto fervoroso que trepó a la cúpula de la Basílica de San Pedro, desde donde amenazó con tirarse al vacío si no se le permitía entregarle una carta al papa. Desde una altura de 132 metros la pequeña silueta del hombre se balanceaba peligrosamente mientras los bomberos se aprestaban a salvarlo. Finalmente lograron rescatarlo.

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