Mié 30.03.2005

EL MUNDO

Terminada la Semana Santa, el Papa sigue su Via Crucis en el Vaticano

La Santa Sede desmintió ayer que Juan Pablo II fuera a ser internado por tercera vez. No quiere morir conectado a un respirador.

Por Enric González*
Desde Roma

El Vaticano anunció ayer una nueva cancelación de la audiencia papal de los miércoles, pero desmintió los rumores sobre una inminente hospitalización del Pontífice. Juan Pablo II, que desde su dramática aparición del domingo no ha vuelto a ser visto en público, sufría graves dificultades respiratorias y digestivas, según distintas fuentes médicas. La evolución de su enfermedad durante los últimos días inducía al pesimismo.
Los diarios italianos pronosticaban el reingreso de Karol Wojtyla en el Policlínico Gemelli y aventuraban que se produciría la semana próxima. La enfermedad de Parkinson, un mal degenerativo del sistema nervioso, eliminó la capacidad funcional de la laringe (lo que hizo necesaria la traqueotomía practicada el 23 de febrero) y habría dañado también de forma seria la capacidad pulmonar, según el Corriere della Sera. Los problemas para respirar se hicieron evidentes el domingo, cuando el Papa permaneció trece minutos asomado a su ventana, ante más de 100.000 personas que se aglomeraban en la Plaza de San Pedro y alrededores, sin conseguir pronunciar una palabra. Fuentes vaticanas indicaron que la afasia fue debida a “la emoción del momento”. Esa imagen de sufrimiento y frustración del Pontífice resultó terrible y conmovedora. Muchos de los fieles se emocionaron al verlo.
La versión oficial sobre la salud del Papa intentaba mantener el optimismo. “Nos sentimos razonablemente tranquilos”, dijo el doctor Renato Buzzonetti, su médico personal. Otros se mostraban más pesimistas. El doctor Giovanni Neri, especialista del Policlínico Gemelli pero ajeno al equipo médico que operó al Pontífice, comentó a La Repubblica que Juan Pablo II se encontraba en un “estado de grandes sufrimientos” y sugirió que su resistencia física frente al avance del Parkinson sólo podía explicarse por “su fuerza de voluntad y su empeño en mantener hasta el final la misión evangélica”. Stefano Ruggeri, profesor de Neurología en la Universidad de La Sapienza, descartó la posibilidad de que el Papa recuperara la capacidad de hablar en público, porque carecía del aliento necesario para hacer vibrar las cuerdas vocales.
Una sola cosa era admitida por todas las fuentes vaticanas: Wojtyla no quería regresar al Gemelli. Consiguió salir del hospital antes de lo que aconsejaban los médicos y prefería quedarse en sus habitaciones. Por encima de todo, no deseaba verse atado a un pulmón artificial u hospitalizado hasta la muerte.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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