Jue 07.04.2005

EL MUNDO

Los cardenales se reunirán a partir del 18 para elegir al nuevo Pontífice

Por Enric González *
Desde Roma

La Congregación de Cardenales puso ayer en marcha el calendario para la elección del sucesor de Juan Pablo II. Los cardenales anunciaron que se encerrarán en cónclave el 18 de abril, apenas cumplidos los “novendiales” (nueve días de misas por el Papa difunto) que se realizarán a partir del entierro de mañana. También leyeron una primera traducción al italiano del testamento espiritual del Papa, 15 folios de texto en polaco, y decidieron publicarlo hoy. El testamento no incluye el nombre del cardenal in pectore nombrado por el Papa en 2003.
El testamento fue escrito en diversas fases a partir de 1979, un año después de la elección de Karol Wojtyla al trono de Pedro. Debido a las necesidades de traducción, el documento será publicado hoy en polaco, su lengua original, y traducido a otras lenguas. Aunque su contenido no fue divulgado, el testamento no incluye el nombre del cardenal in pectore designado por el Papa en 2003. La fórmula del cardenal in pectore permite a los papas honrar a prelados cuyo nombramiento podría representar riesgos para ellos o para las relaciones del Vaticano con un Estado o bien por simple conveniencia. Juan Pablo II nombró 21 cardenales en su último consistorio y anunció que guardaba la identidad de uno de ellos “en su corazón”. Para que el cardenal secreto pudiera participar en el cónclave que elegirá al nuevo Pontífice, Juan Pablo II tendría que haber anunciado su nombre en vida, ahora el nombramiento dejó de ser válido.
Según el vaticanista del diario Corriere della Sera, Luigi Accatoli, el testamento del Papa es una meditación sobre la vida y la muerte, la fe y la humanidad, que no contiene ninguna indicación práctica. Se trata de un texto escrito y modificado en varias ocasiones, que llevaría dos o tres fechas, señaló el periodista ayer en el diario. Se trata de un testamento espiritual, del último mensaje que el Papa quiso enviar a la Iglesia sobre la actualidad del Evangelio en el amanecer del tercer milenio. El texto fue confiado a su secretario personal, el arzobispo polaco Stanislaw Dziwisz. Este se lo entregó al cardenal camarlengo, el español Eduardo Martínez Somalo, quien se lo transfirió al sustituto de la Secretaría de Estado, el argentino Leonardo Sandri, para que fuera leído a los cardenales.
Roma vivía horas de emergencia (ver página 17). Pero el ruido, el agobio y la multitud no eran perceptibles más allá del portón de bronce del Palacio Apostólico. En el interior del Vaticano sólo se escuchaban los pasos de las patrullas de la Guardia Suiza y los susurros de la Curia, los cardenales y los empleados. El corazón de la Iglesia Católica latía regularmente, como un reloj, y marcaba los minutos del ritual de la sede vacante, ensayado durante siglos.
La Congregación de Cardenales, que celebró su cuarta sesión en el Aula Nueva del Sínodo (ya eran 116 los participantes), sopesó la posibilidad de hacer una concesión extraordinaria a la masa de peregrinos e introducir una novedad inédita en el rito fúnebre. Las autoridades italianas pidieron que el cuerpo del Papa fuera trasladado, después del funeral y antes del entierro, a San Juan de Letrán, la catedral de Roma, para un último homenaje popular. Finalmente se desestimó la idea por ser “técnicamente imposible”, según palabras del portavoz Joaquín Navarro Valls. El simple hecho de que se pensara en cargar el féretro en un helicóptero y en demorar unas horas el entierro daba una idea de la importancia que los movimientos de masas habían adquirido durante el pontificado de Wojtyla, y de cómo se habían engranado en los mecanismos vaticanos.

* De El País de España. Especial para Página/12.

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