Mié 13.04.2005

EL MUNDO  › EL JEFE DEL PENTAGONO ADVIRTIO
CONTRA PURGAS EN LOS MINISTERIOS CLAVE

Amigos son los amigos de Rumsfeld en Irak

Contrastando con el catastrófico desbande del ejército y las fuerzas de seguridad iraquíes en marzo de 2003, Donald Rumsfeld, secretario de Defensa de EE.UU., alertó contra una purga de sunnitas en el nuevo gobierno, mientras Polonia anunciaba que empezaría el retiro de sus tropas a fines de este año.

Por Patrick Cockburn *
Desde Kirkuk

Estados Unidos advirtió ayer contra una purga de sus aliados en los ministerios de Defensa e Interior, cruciales para mantener el poder real en Irak por parte de los nuevos ministros chiítas. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, en una visita sorpresa a Bagdad, emitió una advertencia codificada contra la remoción de funcionarios capaces en los ministerios de Seguridad que estuvieron al frente de la lucha contra la insurgencia. “Es importante que el nuevo gobierno está atento a la competencia de la gente en los ministerios y que evite turbulencias innecesarias”, dijo Rumsfeld a los reporteros en su avión durante su novena visita a Irak desde la invasión. Y proclamó: “EE.UU. no tiene una estrategia de retirada en Irak, EE.UU. tiene una estrategia de victoria en Irak”.
Washington está cada vez más aislado en Irak después de un anuncio de ayer de que 1700 tropas polacas en el centro sur de Irak se van a ir a comienzos del año que viene. Polonia ha sido uno de los más decididos aliados de Estados Unidos en Irak. Los partidos chiítas, que ganaron una mayoría en la elección parlamentaria del 30 de enero, están presionando para obtener el control del Ministerio de Interior en el nuevo gobierno. También querrían hacerse cargo de Mukhabarat, la agencia de inteligencia. El Ministerio de Defensa probablemente recaiga en un árabe sunnita.
“Estados Unidos ha permanecido mayormente en control de los organismos de inteligencia, Interior y Defensa a pesar de la entrega del poder a los iraquíes en junio del año pasado”, dijo un funcionario iraquí. Bajo el gobierno interino saliente, del premier Iyad Allawi, se reclutaba a ex funcionarios de inteligencia baasista, a menudo musulmanes sunnitas, para fortalecer los ministerios de seguridad. Estos son los que la Alianza Iraquí Chiíta Unida, con más de 140 de las 275 bancas en la nueva asamblea, querría purgar.
Bizarramente, Rumsfeld sugirió que una purga podría llevar a un aumento en la corrupción en el gobierno iraquí, aunque la administración de Allawi fue famosa en Irak por los sobornos que aceptaba y por tomar supuestamente un porcentaje de todos los contratos. Más comprensible fue la advertencia de Rumsfeld contra una mayor demora en el proceso político –ya pasaron dos meses desde que se anunciaron los resultados de la elección del 30 de enero– y dijo que el Parlamento debería tratar de redactar una nueva constitución antes del 15 de agosto.
Después de reunirse con el secretario de Defensa, el nuevo premier iraquí, Ibrahim Jaafari, que encabeza el partido chiíta Dawa, minimizó los problemas que enfrenta. Dijo: “Estoy seguro de que vamos a formar muy buenos ministerios. Todos los ministros son buenos tecnócratas. Son muy efectivos y con buenos antecedentes”.
La dificultad para formar un gobierno surge en parte de las diferencias entre los kurdos y los chiítas, los dos grupos más importantes en el Parlamento. La lista chiíta está también muy dividida, al estar compuesta por unos 15 grupos, todos ávidos por cargos en el gobierno. Aun una administración con 31 ministerios puede no tener los suficientes para satisfacer a todos. Los kurdos también quieren ver a Allawi y a sus partidarios en el nuevo gobierno. Irónicamente, la preocupación de Rumsfeld contra la purga de funcionarios sunnitas contrasta totalmente con la rapidez con que el Pentágono desbandó al ejército iraquí y las fuerzas de seguridad en mayo de 2003. Este fue el elemento más importante que provocó la insurgencia que explotó en áreas sunnitas de Irak en los meses siguientes. Lo peligroso que resulta Irak para todos los extranjeros fue justamente señalado ayer cuando un contratista estadounidense fue secuestrado.
Las diferencias sobre los puestos siguen alimentando las animosidades étnicas y religiosas en todos los niveles de la sociedad iraquí. En la ciudad petrolera de Kirkuk, los kurdos, una vez perseguidos y ahora controlados, están ansiosos por revertir la discriminación que existía contra ellos bajo Saddam Hussein. Señalando hacia los campos petroleros de Kirkuk, Nagat Hassan, el líder del Partido Democrático Kurdo en Kirkuk, declaró: “Hay sólo 300 kurdos entre los 11.000 trabajadores de petróleo aquí. La mayoría de ellos viene del centro de Irak”. Insistió en que había kurdos calificados para hacer muchas de las tareas en los campos petroleros. La purga de miembros de bajo nivel del partido baasista en la región de Hawija –mayoritariamente sunnita– de Kirkuk occidental llevó a que las escuelas cerraran, porque muchos maestros baasistas fueron despedidos. En un caso los estudiantes amenazaron con incendiar su escuela si no le devolvían su puesto al director, que era baasista.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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