EL MUNDO
La “factura Irak” le da dolor de cabeza a Blair
A tres días de los comicios en Gran Bretaña, Blair salió a defenderse por la publicación de un documento oficial que revela que él apoyó la guerra de Irak ocho meses antes del ataque.
¿Fue en julio de 2002 que Blair decidió seguir como perro guardián la invasión de George W. Bush en Irak? A cuatro días de las elecciones generales, el primer ministro británico, Tony Blair, se vio obligado ayer a defender su integridad, cuestionada tras la filtración de un documento oficial sobre su polémico apoyo a la guerra de Irak. Blair, que aspira a un tercer mandato, se desayunó con la publicación de un memorándum confidencial que deja entrever su apoyo al plan del presidente de Estados Unidos para forzar un cambio de régimen en Irak ocho meses antes de la guerra –cuando aseveró que se decidió tras el último aviso a desarmarse al entonces líder iraquí–.
El documento, filtrado al diario Sunday Times, da cuenta de una reunión, celebrada en Downing Street (despacho oficial del primer ministro) en julio de 2002. En esa reunión, a la que asistieron ministros y altos mandos militares, Blair planteó la posibilidad de “un cambio de régimen” en Irak, semanas después de entrevistarse con el presidente estadounidense en su rancho de Crawford (Texas). Según el dominical, los papeles prueban que el premier se comprometió en secreto con Bush a derrocar por la fuerza a Saddam, pese a ser advertido por el fiscal general británico, Peter Goldsmith, de la posible ilegalidad de esa acción. La revelación pone en duda la conducta del líder laborista, quien siempre sostuvo que no decidió ir a la guerra, iniciada el 20 de marzo de 2003, hasta que se le dio al líder iraquí el último aviso para deponer sus supuestas armas de destrucción masiva –las que nunca aparecieron–.
El jefe del gobierno británico también mantuvo en todo momento que su objetivo nunca fue derribar al dictador iraquí por la fuerza. Pese a la impasse del 1º de mayo (hoy también es feriado en el Reino Unido), Blair se embarcó en una frenética ronda de entrevistas en radio y televisión y mitines ante simpatizantes laboristas para responder a la filtración y defender su integridad. En declaraciones a la cadena pública BBC, el primer ministro rechazó la idea de haber decidido atacar Irak en julio de 2002, ya que “después de la reunión (en Downing Street) volvimos a la ONU para darle una última oportunidad” a Saddam Hussein. El mandatario laborista argumentó que, “si Saddam se hubiera adherido a la resolución de la ONU, todo habría acabado, pese al hecho de que su régimen era el más espantoso”. “Quieren hablar del pasado sobre Irak porque no tienen nada que decir sobre el futuro del Reino Unido; sobre la economía, la sanidad pública o la educación...”, argumentó el candidato laborista, que lidera los sondeos.
El ininterrumpido crecimiento de la economía británica en los últimos 13 años, que se traduce en la menor tasa de desempleo en Europa, es la mejor carta para los laboristas que aspiran a obtener un tercer mandato en las elecciones del 5 de mayo.
El jefe del Partido Conservador, Michael Howard, quien apoyó la invasión de Irak, volvió a acusar una vez más a Blair de mentir ante el Parlamento. Por su parte, Charles Kennedy, líder liberal-demócrata y detractor de la guerra, exigió transparencia al jefe del gobierno y agregó: “Incluso si consigue un tercer mandato, Tony Blair es ahora un caso perdido como primer ministro. Irak perseguirá su liderazgo y su legado”.
Pese a la sombra de la guerra, cuatro sondeos de opinión publicados el sábado otorgan una ventaja a Blair de entre ocho y tres puntos frente a Howard, su máximo rival político. Aun así, el propio primer ministro no da por ganados los comicios y, en una entrevista divulgada ayer por The Observer, admite que la polémica de Irak puede pasarle factura.