La Organización de los Estados Americanos (OEA) ya tiene secretario general. Una OEA “más eficiente, transparente y participativa, donde estén debidamente recogidas las sensibilidades de todos” son los objetivos que se puso para la gestión que comienza el 25 de mayo el chileno José Miguel Insulza. La votación en Washington terminó ayer con 31 votos a favor, dos abstenciones y un voto en blanco. Esta amplia mayoría se alcanzó luego de que México retirara la candidatura de su canciller, Luis Ernesto Derbez, para destrabar el empate de ambos candidatos en la primera elección, el pasado 11 de abril.
A pesar de que se esperaba unanimidad, Bolivia y México se abstuvieron y Perú votó en blanco. El embajador peruano ante la OEA, Alberto Borea, señaló que no podía acompañar el consenso en torno de Insulza debido a la acusación de su país a Chile de vender armas a Ecuador durante el conflicto bélico de 1995. Bolivia, por su lado, se abstuvo en la votación por su histórico reclamo de una salida al mar, perdida hace 126 años en la guerra del Pacífico. “Mal podríamos sumarnos a una candidatura que no tome en cuenta esta dolorosa situación”, dijo el canciller boliviano, Juan Ignacio Siles. Frente al pedido boliviano de que el reclamo se trate en la organización, Insulza aseguró que no actuará de ninguna manera que pueda perjudicar los intereses bolivianos.
La elección de Insulza es paradigmática. Es la primera vez, en los 57 años de historia de la OEA, que Estados Unidos –que aporta el 60 por ciento del presupuesto de la OEA– fracasa en imponer a su candidato. Inicialmente apoyó al ex presidente Francisco Flores, de El Salvador, único país de la región que mantiene tropas en Irak, pero éste retiró su candidatura el 10 de abril por falta de apoyo y acusaciones de corrupción de sectores de su propio país. Washington decidió apoyar entonces a Derbez, pero el viernes, cuando la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, notó que la balanza se inclinaba hacia Insulza, decidió transferirle su apoyo. Rice recibió el lunes a la tarde a Insulza en el Departamento de Estado.
Insulza y Derbez empataron cinco veces consecutivas con 17 votos cada uno en la elección celebrada el 11 de abril pasado, que fracasó en elegir un secretario general. El cargo está vacante desde el 15 de octubre, cuando el ex presidente costarricense Miguel Angel Rodríguez renunció al cargo menos de un mes después de asumirlo para enfrentar acusaciones de corrupción en su país.
El nuevo secretario general es un socialista de 61 años, que fue canciller y secretario general de la Presidencia de Chile. Durante su función como canciller, bajo el gobierno del presidente Eduardo Frei (1994-2000), emprendió la misión más incómoda de su trayectoria: impedir que el ex dictador Augusto Pinochet, bajo cuyo régimen sufrió la persecución y el exilio, fuera extraditado a España. Insulza, especializado en política internacional, ha señalado la necesidad de cambiar, mediante un proceso modernizador, la sensación en el continente de que la OEA es una organismo irrelevante. Para esto deberá enfrentar también la grave crisis financiera que viene sufriendo desde hace años.
El nuevo secretario general de la OEA adelantó ayer que sólo impulsará un cambio de política de la organización hacia Cuba cuando haya un consenso de los países miembro para ello. En su primera rueda de prensa tras ser elegido, el ex ministro del Interior chileno puntualizó que actualmente “no hay consenso” sobre qué hacer con la relación de Cuba con la OEA, foro del que fue expulsado en la década de 1960. La primera reunión que tuvo luego de la elección de ayer fue en Washington, con la secretaria de Estado de EE.UU., Condoleezza Rice. Al término de una breve entrevista de menos de media hora, Insulza se declaró “muy contento del resultado” de la reunión, en la que repasaron, entre otros asuntos, los preparativos para la Asamblea General que la Organización de Estados Americanos (OEA) celebrará en Fort Lauderdale (Florida) del 5 al 7 de junio próximos.
Las esperanzas están puestas en que el “genuino consenso” –como lo denominó el propio Insulza– sea suficiente para enfrentar una organización inocua a los ojos de la comunidad internacional, una grave crisis financiera y, aún más importante, una crisis de legitimación entre sus propios miembros. La “cooperación total” que le profesó Estados Unidos puede ser la ayuda que necesita Insulza para alcanzar todos los objetivos que siempre se proponen los nuevos secretarios generales y que, por distintas razones, nunca logran cumplir. En palabras del propio Insulza: “La OEA tiene un papel clave que jugar en el establecimiento de reglas que conduzcan un mundo global hasta formas más justas y maduras de integración, proyectando una perspectiva regional rica en su diversidad”.