Jue 12.05.2005

EL MUNDO  › ESCALAN LOS ATAQUES A DOS
SEMANAS DE LA FORMACION DEL GOBIERNO

El estado 51 quedó bañado en sangre

Irak, bajo ocupación de Estados Unidos, fue escenario ayer de una ola de ataques terroristas sin precedentes desde la formación del nuevo gobierno el 3 de mayo. Al menos 84 personas murieron y 175 resultaron heridas en una serie de atentados en el centro y norte del país.

Por Patrick Cockburn*
Desde Bagdad

Atacantes suicidas causaron estragos a lo largo de Irak ayer, matando a por lo menos a 84 personas e hiriendo a unas 175, en una campaña devastadora que ha cobrado las vidas de 400 iraquíes desde que se creó el nuevo gobierno, dos semanas atrás. Dos helicópteros de EE.UU. habrían sido derribados por los rebeldes en la ciudad de Al Qaid, cerca de la frontera siria, según la cadena árabe Al Yazeera. Aunque el ejército estadounidense niega estos ataques, el grupo radical La organización para la Yihad (guerra santa) en Mesopotamia, dirigida por Abu Musab Al Zarqawi, el líder de Al Qaida en Irak, se adjudicó el derribo de un helicóptero norteamericano, en una página de internet.
Muchos de los ataques están dirigidos a matar a chiítas. En Tikrit, la ciudad árabe sunnita cercana a donde nació Saddam Hussein, el objetivo de un atacante suicida en un coche armado con explosivos fue una multitud de trabajadores chiítas del sur iraquí. Estaban parados al costado de la calle junto a un pequeño negocio, a las 7.15 de la mañana, buscando trabajo como obreros de construcción, una imagen común en las ciudades iraquíes, cuando un auto los embistió y explotó. Por lo menos 38 personas murieron y 60 resultaron heridas. “Lo que vi fue una tragedia”, dijo Ibrahim Mohammed, un trabajador que había viajado desde la ciudad chiíta de Kut en el sur de Bagdad. “Algunas personas resultaron decapitadas por la explosión, algunas estaban quemadas y otras estaban destrozadas.” La campaña de ataques suicidas ha demostrado una extraordinaria capacidad para montar varios ataques al mismo tiempo en todo el centro y el norte iraquí. Poco se puede hacer para detener a la gente que pretende matarse. En Tikrit, el viernes pasado, un atacante suicida que manejaba un taxi destruyó un minibús policial en un punto de control, matando al menos a ocho personas e hiriendo a siete. La policía local anunció que en el futuro nadie en Tikrit podrá manejar solo, pero es dudoso que esta ley se pueda aplicar.
Un segundo ataque en el centro del pueblo árabe sunnita de Hawaifa, en el oeste de la provincia de Kirkuk, produjo una devastación aún mayor. Un hombre con explosivos atados a su cuerpo se infiltró en un centro de reclutamiento policial y militar, aunque el edificio estaba protegido por una pared de cemento con alambre de púas en la parte superior. Aun en esta ciudad, conocida como un bastión de la resistencia, la necesidad de trabajo es tal que 150 hombres estaban esperando en el edificio para conseguir empleos en las fuerzas de seguridad. Treinta y cinco de ellos murieron y 35 resultaron heridos, 15 se encuentran en estado crítico. “Estaba cerca del centro de reclutamiento y de pronto se convirtió en un escenario de cuerpos muertos y charcos de sangre”, dijo el policía sargento Khalaf Abbas. “Las ventanas de las casas cercanas explotaron, dejando la calle cubierta de vidrios.”
En teoría, cada potencial recluta debe ser registrado al entrar al centro de reclutamiento. “Estoy sorprendido de que los guardias no lo hayan detectado”, dijo el general mayor del ejército iraquí Anwar Mohammed Amin. El incidente está siendo investigado. Los guardias de seguridad iraquíes muestran una falta de entusiasmo entendible en la detección exitosa de los atacantes suicidas.
Hubo dos ataques suicidas más ayer a la mañana, ambos en Bagdad. Un atacante se voló a sí mismo cuando se le impidió acercarse a una comisaría en el sur del distrito de Doura, el escenario de frecuentes ataques de la resistencia. Tres civiles murieron. Otro auto explotó cerca de una patrulla policial en el distrito de Mansur, matando a nueve policías y a un civil.
Los atacantes suicidas, frustrados por las potentes fortificaciones que protegen a la policía y al ejército, han empezado a usar más la modalidad de individuos a pie con camperas cargadas con explosivos, usualmente con clavos y fragmentos de metal incrustados en ellos.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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