La Liga del Norte, uno de los partidos de la coalición de Silvio Berlusconi, quiere que Italia rompa con el euro y adopte como moneda “una lira ligada al dólar”. Los ministros liguistas Roberto Maroni y Roberto Calderoli aseguraron ayer que su campaña no era “demagógica sino seria y muy factible”, y que el 19 de junio comenzaría la recolección de firmas para convocar un referéndum sobre el asunto. Berlusconi expresó su respaldo al euro, aunque no desautorizó a sus aliados.
La Liga del Norte es un grupo político excéntrico. Quiso que la Padania, el arbitrario “país” del norte de Italia para el que reclama el derecho a la independencia, funcionara con el euro ya en 1996, antes que Italia; desde el 2001 proclamó que la entrada en vigor del euro había sido “prematura”. En determinados momentos, los dirigentes liguistas también propusieron que la Marina hunda las balsas de inmigrantes en alta mar, que los extranjeros sean expulsados y que se reinstaure la pena de muerte.
La gente de Umberto Bossi está especializada en un populismo salvaje del que Berlusconi saca provecho porque le permite aparecer como moderado. En esta ocasión, el juego podría ser similar. Il Cavaliere quiere que Bruselas le permita elevar más el déficit presupuestario –ya en el 4 por ciento– en el año preelectoral, y en los próximos meses dispondrá de la opción de agitar el espantajo liguista como muestra de lo que ocurriría si no obtuviera lo que exige. El democristiano Pierferdinando Casini, presidente de la Cámara de Diputados, comentó que un retorno a la lira sería “una locura, un acto suicida, una película de horror”. El líder de la oposición, Romano Prodi, se declaró “orgulloso” de haber contribuido a la implantación del euro. “El problema no es el euro sino Italia”, declaró. El comisario europeo de Comercio, Robert Mandelson, indicó que se trataba de una idea “condenada al fracaso”. Bruno Tabacci, presidente de la Comisión de Industria, rogó a los liguistas que estaban en el gobierno “un poco de responsabilidad”. El arrebato liguista podría calar en ciertos sectores de la población italiana, porque el euro nunca fue popular. Su implantación fue aprovechada por numerosos comerciantes para redondear los precios con aumentos de hasta el 50 por ciento, y el propio Berlusconi ha atribuido, en numerosas ocasiones, a la moneda única todos los males de la economía.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.