EL MUNDO
› HABLA PAUL VOLCKER, EX BANQUERO CENTRAL DE ESTADOS UNIDOS
“Esta economía no puede durar”
Ex presidente de la Reserva Federal de EE.UU., Paul Volcker considera que la actual situación económica y financiera del país es insostenible. El creciente déficit de cuenta corriente crea una situación de riesgo que compara con los patinadores sobre hielo. “Sólo que es un hielo cada vez más delgado”, advierte en este reportaje.
Por Ernesto Ekaizer *
Paul Volcker, de 77 años, fue el primer presidente de la Reserva Federal que colocó a esa institución, a finales de los años ’70 y a mitad de los ’80 del siglo XX, en el centro de la vida política y económica de Estados Unidos y del mundo. Su sucesor, Alan Greenspan, con 79 años, superó en el puesto a Volcker, pero ha estado un período similar en el Banco Central, ya que este último empezó a hacer sus primeras armas en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York antes de llegar a ser presidente. Volcker recibió a este diario en su pequeño despacho de académico universitario en un cuarto piso en el Rockefeller Center en Nueva York, donde alertó sobre los riesgos de la situación económica y la crisis de confianza. He aquí el diálogo.
–Hace más de cuatro meses, usted hizo una seria advertencia en la Universidad de Stanford sobre la economía norteamericana. “Esto no puede durar”, dijo. ¿Por qué?
–En la superficie, todo parece estar bien. La economía crece. Puede que en Europa las cosas vayan peor, pero se crece. Pero si se bucea un poco, los desequilibrios que se acumulan son tremendos. Nosotros aquí necesitamos 2000 millones de dólares al día para seguir manteniendo la máquina económica en funcionamiento. Y claro, la gente sabe que, desde hace algún tiempo, EE.UU. no ofrece tasas de interés atractivas y que son las más bajas en 40 años. Tampoco podemos darles a nuestros acreedores garantías contra el riesgo de caída del dólar. Estamos consumiendo e invirtiendo como locos. Un 6 por ciento más de lo que producimos. Esa es la cifra de nuestro déficit por cuenta corriente en términos de Producto Bruto Interno (PBI). Somos como los patinadores sobre hielo. Sólo que es un hielo cada vez más delgado.
–Usted no critica a nadie por nombre y apellido, pero al mismo tiempo no deja títere con cabeza.
–Es verdad que no critico a nadie en particular, sino a todos en general. Así es.
–El punto es ese concepto de que una situación como la actual no puede durar. ¿Podría explicar con detalle cuál es la razón?
–Le diré aquello que no analicé en mi discurso de Stanford. Me parecía que no debía hacerlo. Han pasado más de cuatro meses y las cosas siguen igual. Vamos a ver... Estamos en una situación sin precedentes. Cuando uno mira lo que está pasando, se pregunta: ¿cómo es que EE.UU., que es la superpotencia única del mundo, acumula un déficit por cuenta corriente tan grande sin que haya mayores preocupaciones? Digo que esto no tiene precedentes porque la aceptación del dólar hoy día como moneda mundial es absoluta, no existe ningún competidor en estos momentos. Hace años, cuando el dólar era también la moneda más importante, teníamos el oro y otras divisas; pero, con la globalización, la gente encuentra cada vez más conveniente usar el dólar. Se siente confortable acumulando dólares en cantidades que uno no podía imaginar hace algún tiempo. ¿Por qué razón? Porque es muy útil como moneda. Quiero llegar a esto: hay una confianza básica en la estabilidad del dólar en términos de nivel de precios, en términos de ausencia de inflación. Por lo tanto, no creo que sea una situación estable. Durará mientras la gente mantenga la sensación de que el dólar es conveniente y seguro para mantener en su cartera, incluso cuando pueda correr riesgos en los mercados de cambio. No hay alternativa hasta tanto no se pierda el sentimiento de confianza en la estabilidad del dólar en términos de poder de compra. En otros términos, no creo que la situación económica y financiera actual pueda durar.
–Alan Greenspan dijo semanas atrás que los desequilibrios y burbujas se resolverán, aunque también dijo no saber cómo. ¿Comparte esa visión?
–Las cosas como el déficit por cuenta corriente, el déficit fiscal y la burbuja en el sector inmobiliario, el consumo frenético, todo esto que me preocupa, puede resolverse de manera relativamente suave... Todo el mundo será feliz. Pero, usted sabe, no sé si podemos contar con que será tan suavemente. Quizá diga algo profano, pero no estoy diciendo algo que sea complicado. Esto no puede continuar... Las posibilidades de un ajuste suave no son muy buenas si están basadas en la perspectiva de estabilidad del dólar en términos de poder de compra. Realmente, pienso que hay una gran responsabilidad en el mantenimiento de la estabilidad de los precios en este país como el pilar de todo el sistema.
–De creerse a los ministros de Finanzas del Grupo de los Siete se sabe qué hacer, pero...
–Bueno... intelectualmente, la gente responsable cree que sabe lo que se debe hacer, pero políticamente hablando no sabe qué hacer. Yo lidié con un toro parecido en los años ’80. Hubo recesiones en los años ’70 y en los años ’80. Y hay ciertas similitudes con la actualidad. A finales de los ’70, después del shock del petróleo, había una gran preocupación por el impacto de la elevación de los precios del petróleo y el flujo de dinero hacia Oriente Medio, y sobre todo cómo se reciclaría, que se dirigió hacia los países en desarrollo; por ejemplo, América latina. En aquella época estábamos todos tan confortablemente instalados que nadie quería hacer algo al respecto. Recuerdo a mi predecesor en la Reserva Federal haciendo algunas advertencias sobre los riesgos. Pero nadie quería escuchar. Yo mismo tenía cierto temor a decir alguna cosa porque me parecía que podía desencadenar la crisis. Hicimos algunos esfuerzos para ralentizar los flujos, pero ninguna gran cosa. Ahora, todos los que están implicados en la gestión de la economía están bastante contentos con las cosas como están. De modo que el problema es que no hay ninguna acción...
–Si se sometiera usted a un ejercicio de imaginación y le ofrecen ser presidente del Banco Central Europeo (BCE), ¿qué haría usted hoy día desde ese puesto?
–Tengo que confesar que esta posibilidad está más allá de mi imaginación...
–Bien, pero usted está al frente del BCE...
–Usted sabe, no me gusta dar consejos en público a mis viejos amigos. Creo que hay una cosa decepcionante en Europa, y es que la adopción del euro, y el relativo estancamiento económico, no han provocado más reformas estructurales. Me refiero a la rigidez del mercado laboral, los sindicatos y la política social. Y recuerdo que yo fui uno de los pocos que en EE.UU. pensó que el euro era una buena idea. Pero creí que era una buena idea para provocar, en parte, esas reformas. Y no ha sido tan exitoso como cabía esperar. Ahora veo a través de la prensa que los italianos han vuelto a las andadas y piensan en los viejos buenos tiempos de la devaluación. Entiendo que esto no puede ser tomado en serio, pero estas voces siempre expresan algo. La gente se inclina por pensar que se puede encontrar la manera de eludir los problemas económicos reales.
–En relación a las reformas económicas, el BCE dice que en este punto se juega todo.
–Mire, uno de los grandes cambios, en mi época y en la del presidente Ronald Reagan, consistió en debilitar a los sindicatos norteamericanos. Así fue...
–En 1980, usted negoció con los sindicatos los recortes salariales y la deslocalización como condiciones para el préstamo oficial que salvaría a la empresa automovilística Chrysler. Cuando habla de reformas ¿se refiere también al poder de los sindicatos europeos?
–Una de las cosas más significativas fue la decisión del presidente Reagan de acabar con la huelga de los controladores aéreos en 1981. Fue la primera vez que ocurrió una cosa así. Hubo una atención extraordinaria delpúblico. El plan que rechazaban había sido heredado por Reagan de la administración Carter, pero él no se echó atrás. La gente pensaba que los controladores no iban a desistir de la huelga. Pero lo hicieron. La firmeza ante esa huelga fue la conducta más importante de la administración Reagan en ayuda de la lucha antiinflacionaria. No creo que los sindicatos sean tan agresivos en Europa. Pero aun cuando no es original lo que digo, los países europeos les han hecho la vida fácil, en muchos casos, a los desempleados.
–La Reserva Federal, según la prensa, estima que la burbuja del mercado inmobiliario ha sido el efecto colateral de la política de bajas tasas de interés para lograr salir rápidamente de la recesión. ¿No es un intento de justificar esa política?
–Me parece una discusión semántica, ¡ja, ja, ja! El problema de nuestra economía no es el mercado de la vivienda. Como le he dicho, estamos viviendo mucho más allá de nuestros medios. Dije en febrero que patinamos sobre una capa de hielo cada vez más delgada. Los déficit, si seguimos así, van a continuar, y de repente las cosas pueden complicarse. Nadie sabe, desde luego, cómo. Pero ha ocurrido en el pasado que una imprevista combinación de factores catalizan una situación. Yo lo viví en los años ’70, y alguien puede decir que quedé marcado por eso. Pero la experiencia da lecciones. Entonces tuvimos inflación con estancamiento, una gran volatilidad en los mercados de cambio, caída del dólar, presiones inflacionarias....
–Y usted elevó de manera fortísima las tasas de interés, desde el 8 por ciento en 1979 a algo más del 19 por ciento a principios de 1981, y hubo una recesión. Los demócratas, Jimmy Carter, lo culparon por eso.
–Es verdad. Pero, créame, siento que hice lo que debía; esto es, quebrar las tensiones inflacionarias. Y lo hice honradamente. No creo que se me pueda culpar por nada malo.
–El mundo ha cambiado mucho. China, por ejemplo, ¿qué representa en su estructura de análisis hoy día?
–China no existía en los años ’80, es cierto. Yo visité China en 1980. Entonces comenzaban a abrirse. Lo que ha ocurrido en 25 años es increíble. Y tiene efectos tremendos, pero el mensaje es bueno. La gente tiene que competir con China. Queríamos competencia, y aquí la tenemos. Y es uno de los motores de la economía mundial.
–Pregunta obligada: ¿apreciará finalmente China su moneda?
–Déjeme decirle primero que hace algunos años aconsejé a los chinos que se mantuvieran pegados al dólar, para bien de ellos y de todo el mundo. En la crisis de 1997 y 1998, todos le pidieron a los chinos que mantuvieran pegado el yuan al dólar. Ahora, en relación a la apreciación del yuan, soy muy cauteloso acerca de ello. Llegará el tiempo en que crean que es en su propio interés dejar flotar su moneda.
–No todavía.
–No necesariamente ahora. Ellos tienen superávit comercial con EE.UU., pero no con el resto del mundo, en particular Asia. Hay que ser paciente con esto.
–Si Plutarco escribiese “Vidas sucesivas” en lugar de “Vidas paralelas” sobre Paul Volcker y Alan Greenspan, ¿qué le gustaría que dejara por escrito?
–¡Mmm! Que yo reduje la inflación y él la mantuvo. No está mal, ¿no?
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.