EL MUNDO
› 14 DE LOS 16 APARTADOS DE LA
“PATRIOT ACT” PUEDEN VOLVERSE PERMANENTES
Hecha la ley, rehecha la trampa de W.
Mientras el mundo no se recuperaba del impacto de los atentados de Londres, una ola de sangre se abatió en la medianoche de ayer sobre una localidad balnearia del Mar Rojo, en Egipto. Y en todos los países se están reforzando las legislaciones y modalidades represivas.
› Por Por José Manuel Calvo *
Desde Washington
Horas después de los nuevos atentados de Londres, la Cámara de Representantes de EE.UU. aprobó en la noche del miércoles la renovación de la criticada Ley Patriótica, que se elaboró y entró en vigor en octubre de 2001, después del 11-S y en medio del clima de peligro nacional que éste suscitó, y cuyas principales provisiones expiran a finales de año. Catorce de los 16 apartados pasaron a ser permanentes, y los otros dos –los más polémicos– fueron prorrogados por cuatro años. Son dos pasos que los defensores de los derechos civiles denuncian como peligrosos para la preservación de las libertades constitucionales, erosionadas por la misma ley. Pero la versión definitiva deberá ajustarse al debate pendiente en el Senado, que tendrá lugar en otoño.
La votación, tras una larga y a veces áspera sesión, fue 257 a favor contra 171; 14 republicanos rompieron filas y se opusieron a las condiciones de la prórroga, pero 43 demócratas –algunos de peso– se unieron a la mayoría en la renovación de la ley, saludada por George W. Bush como “clave en los esfuerzos para luchar contra el terrorismo y proteger a los norteamericanos”. La alarma de Londres, que también aprobó en los últimos días un refuerzo de los controles a sus ciudadanos –particularmente musulmanes–, pesó en las nueve horas de debate: “Aprendimos después del 11-S la importancia de que las autoridades sean más activas y agresivas para descubrir tramas terroristas, y los recientes atentados de Londres nos demuestran que hay aún peligrosas redes terroristas”, dijo el republicano Dennis Hastert, presidente de la Cámara. La ley se aprobó hace casi cuatro años como un refuerzo de los poderes de la policía en la investigación y vigilancia de supuestos terroristas y para mejorar la coordinación de las distintas agencias y aparatos de seguridad. Sus dos apartados más controvertidos son la sección 206 y la 215. La primera permite que la policía pueda obtener permisos judiciales para intervenir conversaciones telefónicas o mensajes de correo electrónico. La segunda autoriza el acceso a datos privados, como historiales médicos, transacciones financieras o información sobre préstamos de libros en bibliotecas públicas.
Un número notable de congresistas y de grupos de defensa de los derechos temen los abusos de las medidas extraordinarias: “La historia demuestra que recortar las libertades en tiempos difíciles nos hará lamentarlo como una traición a nuestros valores fundamentales”, según Lisa Graves, de la Unión Americana de Libertades Democráticas. Los defensores sostienen que esos poderes ya existen en las investigaciones de delitos comunes, y que en la Ley Patriótica se exige que un juez apruebe las peticiones policiales. En la Cámara se aprobó además una enmienda (402 contra 26 votos) que requiere que el director del FBI, personalmente, apruebe cualquier petición de acceso a historiales de préstamos de libros. El debate se centró en los dos apartados mencionados y en la necesidad o no de que la ley tenga carácter permanente. Se estuvo al borde de la sorpresa cuando una enmienda que proponía la prórroga por cuatro años logró el respaldo de la mitad de la Cámara. El ultraconservador Dana Rohrabacher se apuntó con entusiasmo; él votó a favor de la ley tras el 11-S, pero no para toda la vida: “No se nos puede pedir que, en tiempos de paz, vivamos bajo leyes extraordinarias que se aprobaron en tiempos de crisis. Los poderes de emergencia para las investigaciones no deberían convertirse en norma cuando las crisis pasan”, dijo Rohrabacher. La enmienda alcanzó un emocionante empate en 205, pero la movilización republicana en el tiempo extra hizo que fuera derrotada (218-209). En opinión del defensor del proyecto, James Sensenbrenner, puesto que no hay pruebas de que la ley se haya utilizado mal, no tienen sentido las cláusulas de provisionalidad; los legisladores están para evitar que haya abusos, dijo. Pero su criterio fue muy disputado: “La revisión periódica de esta ley es algo bueno; fue un esfuerzo para dar respuesta a retos difíciles de una democracia, pero ¿cuánta libertad estamos dispuestos a sacrificar para sentirnos seguros?”, se preguntó el demócrata Martin Meehan.
La batalla definitiva se producirá en otoño. Horas antes del voto en la Cámara, el Comité Judicial del Senado aprobó su propio proyecto, en el que se contempla una prórroga de sólo cuatro años para las secciones 206 y 215 y se modifica la actual ley con más controles sobre Justicia y nuevas restricciones de los poderes especiales de investigación. Pero en otra versión de la ley aprobada hace un mes por el Comité de Inteligencia del Senado se permite al FBI que pueda pedir historiales de investigaciones terroristas previas sin permiso del juez y se le permite también controlar a su criterio el acceso al correo de los sospechosos. Por tanto, falta un debate completo en el Senado sobre la ley y será necesario luego conciliar los dos proyectos antes de que Bush firme el texto. Pero las mayorías republicanas en ambas cámaras deberían garantizar algo parecido –hacer la ley permanente– a lo que se propone Bush.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.