EL MUNDO
› CONMOCION POR EL HOMBRE ASESINADO EL VIERNES EN LONDRES
Scotland Yard no cree en brasileños
El hombre muerto a quemarropa por la policía era un brasileño inofensivo. Esta noticia está causando una conmoción diplomática.
Jean Charles de Menezes no era el típico extremista islámico. No asistía a incendiarias oraciones en las mezquitas de Londres, no bajaba de Internet instrucciones para fabricar bombas, no vivía en un barrio árabe, no era paquistaní, no detestaba a Occidente, no se había capacitado en campos de entrenamiento en Pakistán o Afganistán, no era un joven desocupado del norte de Inglaterra, no soñaba con realizar la jihad (guerra santa) ni con irse al cielo a reunirse con Alá después de un único, sublime acto de inmolación destructiva. Pero, sin que hubiera hecho nada malo, fue perseguido, reducido y ejecutado sumariamente de cinco balazos en la cabeza por un grupo de tareas vestido de civil de la Policía Metropolitana de Londres. Los hechos tampoco fueron clandestinos: ocurrieron en el subte londinense, el mismo que en los últimos 15 días había sido blanco de dos oleadas de ataques, y fueron presenciados –y luego relatados– por británicos horrorizados ante la brutalidad de gatillo fácil – “dispare primero, pregunte después”– de su otrora flemática Scotland Yard. Y para complicar las cosas, De Menezes era un inmigrante brasileño legal, lo que ya ha provocado un airado pedido de explicaciones por Itamaraty y amenaza con causar una fricción grave en las relaciones entre los dos países.
“Tragedia”, fue el modo en que calificó el hecho Scotland Yard, en un comunicado de anoche. Posiblemente lo sea también para ella, que está posicionada para recibir un tremendo contragolpe de la opinión pública y las organizaciones de derechos humanos justamente cuanto más fuerza necesitaba para enfrentar a los asesinos del 7-J. La policía reveló anoche la identidad del joven, abatido después de una persecución a la carrera en la estación de Stockwell (sur de Londres). “Estamos convencidos ahora de que no estaba relacionado con los atentados del jueves”, insistió Scotland Yard el sábado por la tarde antes de difundir su identidad. Según el diario brasileño O Globo, llevaba tres años viviendo en la capital británica, donde residía legalmente. Un primo de Menezes, Alex Alves, que reconoció el cuerpo, declaró al diario que era electricista y acudía a su trabajo cuando lo mató la policía. Según Alex Alves, la víctima “no tenía nada en su pasado que le llevara a darse a la fuga” después de recibir orden policial de detenerse. En nombre de la familia, pidió que el cuerpo sea repatriado lo más pronto posible. Otra persona cercana a la víctima, Aleide de Menezes, que vive en el estado de Minas Gerais, donde nació Charles de Menezes, explicó a la radio CBN que hablaba muy bien inglés y habría entendido perfectamente un alto de la policía británica.
“Que alguien pierda la vida en estas circunstancias es una tragedia que la Policía Metropolitana lamenta”, indicó el comunicado de Scotland Yard, que admitió el error unas horas antes de revelar su identidad. El comisionado general de Scotland Yard, Ian Blair, había dicho el viernes que fue abatido durante una intervención “directamente vinculada a la actual operación antiterrorista”. El había “recibido intimaciones” y “se negó a seguir las indicaciones de la policía”, dijo. Y la policía había justificado el asesinato sumario por la posibilidad de que el presunto fugitivo fuera un atacante suicida que se hiciera detonar en la estación, para causar el máximo daño posible, antes de morir.
En su comunicado de ayer, Scotland Yard volvió a mencionar las circunstancias. Menezes “salió de una vivienda de Tulse Hill vigilada por la policía en el marco de las pesquisas acerca de los incidentes del 21 de julio”, explicó la policía. “Lo siguieron unos policías hasta el subte. Su atuendo y su comportamiento aumentaron las sospechas”, agrega el texto. ¿Qué atuendo? ¿Qué comportamiento? No se sabe. Menos mal que –se informó– las circunstancias de la muerte del brasileño son objeto de investigación policial interna.
Ayer, antes aun de admitirse el trágico error, la prensa británica se interrogaba sobre el comportamiento de los policías. The Sunday Times estima este domingo que este hecho “refuerza la impresión de una ciudad en estado de sitio” y la revelación de la inocencia de Jean Charles de Menezes es “un enorme revés” para Scotland Yard. “Si la policía aplica una política de ‘disparar para matar’ a los presuntos terroristas, debe estar segura de sus blancos”, escribe el diario, de tendencia conservadora.
Y la reacción de Itamaraty fue fulminante. “El gobierno brasileño quedó shockeado y perplejo al tomar conocimiento de que un ciudadano brasileño fue muerto por fuerzas policiales aparentemente víctima de un lamentable error”, dijo un comunicado de la Cancillería. “El gobierno aguarda las explicaciones que las autoridades británicas provean sobre las circunstancias que llevaron a esta tragedia”, sostiene el texto. El Palacio de Itamaraty recordó que “Brasil siempre condenó al terrorismo y se mostró dispuesto a contribuir a la erradicación de este flagelo dentro de las leyes internacionales, incluidas las del respeto a los derechos humanos”.
El canciller Celso Amorin, quien partió hacia Londres ayer para reuniones sobre la reforma de la ONU, pidió una entrevista con su par británico Jack Straw para obtener “esclarecimientos sobre la muerte del ciudadano brasileño”. Por cierto es mucho lo que hay que aclarar, pero una primera conclusión ya emerge nítida: con policías como éstos, el terrorismo está ganando la guerra.